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Análisis

Un estudio revela importantes barreras que restringen el voto de las poblaciones nativas americanas

El gobierno federal y los gobiernos estatales tienen el deber de darles a los pueblos nativos americanos un acceso al voto igualitario.

Native American voters
Rodrigo Abd/AP

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Durante el ciclo electoral de 2024, los votantes de todo el país tuvieron que lidiar con la amenaza de ser eliminados de los padrones electorales injustamente, requisitos más estrictos de identificación para emitir su voto y largas filas para votar el día de las elecciones. Sin embargo, las personas nativas americanas sintieron el peso de la supresión del voto de una forma más particular.

En Montana, integrantes de la tribu Fort Pech tuvieron que viajar de 30 a 60 millas para votar después de que se les hubiera negado la colocación de una oficina electoral satélite en una ubicación más accesible para las personas votantes de la reserva indígena. Del mismo modo, a muchos votantes de múltiples estados también se les negó la posibilidad de votar usando sus tarjetas de identificación tribal como en Wisconsin, donde las tarjetas de identificación tribal son aceptadas legalmente.

Estos incidentes son parte de una historia larga y bien documentada de privación del derecho al voto contra la población nativa americana. En medio del reciente récord histórico de políticas electorales restrictivas en nuestro país, nuestro nuevo informe demuestra una importante disminución en la participación electoral entre los pueblos indígenas.

La discriminación racial contra las personas nativas americanas está arraigada en la historia estadounidense, ya que este país se construyó sobre las tierras y los recursos que les fueron arrebatados al pueblo indígena. Desde entonces, nuestras políticas públicas han restringido el progreso económico colectivo de los grupos nativos americanos, su estabilidad social y su influencia política. Sin embargo, a pesar de los innumerables intentos de diluir su poder en las urnas, los pueblos nativos han tenido una participación constante en las elecciones federales, estatales, locales y tribales.

En muchos estados, como Alaska, Arizona, Míchigan y Montana, el electorado nativo constituye un importante bloque electoral lo suficientemente grande como para influenciar las elecciones en todos los niveles del gobierno. Aun así, su participación en las elecciones suele enfrentarse a políticas que perjudican particularmente a quienes viven en territorios indígenas.

Ciertas políticas como los estrictos límites sobre la recolección de las boletas en Nevada y Nuevo México eliminan las opciones de las personas votantes que viven en zonas tribales rurales y no tienen transporte para ir a dejar sus boletas en los buzones y correos alejados. Otras políticas que requieren presentar documentos que prueban la condición de ciudadanía (como certificados de nacimiento y pasaportes) para registrarse para votar suelen tener un impacto racialmente discriminatorio, tal como lo demostró un estudio previo del Brennan Center que reveló que casi el 11 por ciento de las personas no blancas no tienen fácil acceso a estos documentos. La carga de tener que obtener estos documentos para probar su ciudadanía es aún mayor para las personas que viven en territorio indígena, porque deben viajar enormes distancias hasta el registro civil más cercano y suelen tener muy poco acceso a los servicios de correo.

Estas políticas restrictivas han sido aprobadas bajo la excusa de la seguridad electoral, pero la realidad es que el fraude electoral es ínfimamente raro. En lugar de proteger nuestras elecciones, estas políticas son un obstáculo para las personas votantes indígenas, cuyo camino hacia la inclusión política ya ha sido tumultuoso.

Nuestro nuevo estudio deja en claro el costo de estas restricciones electorales al comparar la participación en las elecciones en 21 estados entre votantes que viven en territorios tribales reconocidos a nivel federal y votantes que no. Analizamos millones de registros de votantes de 2012 a 2022 y descubrimos que la brecha en la participación en las elecciones entre estos dos grupos es significativa: de un promedio del 11 por ciento. Cuando distinguimos entre los distintos tipos de elecciones, nuestros hallazgos demuestran que la brecha en la participación promedia un 15 por ciento en las elecciones presidenciales y un 7 por ciento en las elecciones de medio término.

Las brechas en la participación entre estos dos grupos sugieren que las condiciones en los territorios indígenas son lo suficientemente restrictivas como para desalentar el voto de muchas personas que, de lo contrario, sí votarían. Los largos viajes hasta los sitios de votación, la falta de asistencia en sus propios idiomas y un servicio postal poco confiable son factores que privan a las personas de su derecho al voto.

Un estudio ha demostrado que las personas votantes no blancas son más propensas a votar cuando viven en jurisdicciones donde su grupo étnico es mayoría. Pero nuestro análisis sugiere otro panorama para el electorado nativo que vive en territorio tribal. La siguiente gráfica demuestra que, en los territorios tribales de 21 estados, a medida que sube el porcentaje de votantes nativos, disminuye la participación en las elecciones. Esta tendencia persiste incluso cuando tomamos en consideración el ingreso familiar promedio, los índices educativos, la edad media y la densidad poblacional del territorio tribal.

Los hallazgos de nuestro estudio indican que votar se les hace más difícil a quienes viven en territorios tribales y que las barreras pueden ser más insuperables en las comunidades mayormente indígenas.

El gobierno federal y los gobiernos estatales tienen la responsabilidad de acabar con la exclusión de las voces de las personas nativas americanas, atendiendo y eliminando los obstáculos que, desde siempre, han tenido que enfrentar para votar. Aprobar la Ley de Derecho al Voto para Nativos Americanos (Native American Voting Rights Act) brinda una excelente oportunidad de hacerlo.

Este proyecto de ley aumentaría la disponibilidad de los sitios de votación en persona en los territorios indígenas, mejoraría la asistencia para los hablantes de idiomas nativos y permitiría el uso de la identificación tribal para votar. Si queremos cumplir con la promesa de nuestra nación de una democracia libre y justa, debemos priorizar las políticas que amplían el derecho al voto fundamental para toda la ciudanía.

Traducción de Ana Lis Salotti.