Este artículo se publicó originalmente en Univision.
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El sistema electoral en Estados Unidos tiene múltiples salvaguardas para garantizar que solo se cuentan los votos emitidos legítimamente. Simplemente no hay evidencia que sustente las acusaciones de que fraude electoral generalizado. A continuación, separamos la realidad de la ficción.
REALIDAD #1: Los estados tienen implementados innumerables verificaciones para asegurarse de que solo los ciudadanos estadounidenses pueden votar.
Mito vs. realidad: Bajo las leyes federal y estatales, solo las personas ciudadanas de Estados Unidos pueden votar en las elecciones estatales y federales. Para registrarse para votar, una persona deber jurar, sujeto a sanciones penales, que son ciudadanos estadounidenses. Los procesos electorales están llenos de controles para identificar a quienes se registraron a votar, pero no cumplen con los requisitos.
Según la ley federal, los estados están obligados a realizar mantenimiento constante de sus listas para eliminar de los padrones a votantes no elegibles. Muchos estados también participan en el centro de registro electoral Election Registration Information Center, el cual permite a sus miembros comparar sus listas de votantes más allá de los límites estatales y asegurarse que sus listas son precisas y están actualizadas.
Se registran todos los nombres y direcciones de los votantes, y los que no son elegibles enfrentan severas sanciones, inclusive tiempo en la cárcel o la deportación. Una persona no ciudadana que este en el proceso de la naturalización puede ser denegado de la ciudadanía por registrarse para votar.
REALIDAD #2: La Ley de Votación Ausente para los Uniformados y Ciudadanos en el Extranjero garantiza que las tropas estadounidenses y otras personas ciudadanas al servicio de los Estados Unidos en el extranjero puedan ejercer su derecho al voto.
Mito vs. realidad: Los teóricos de la conspiración que difunden mentiras sobre el voto ilegal de las personas no ciudadanas han atacado el programa que está vigente desde hace mucho tiempo y que permite votar a los miembros uniformados, los misioneros, los trabajadores de asistencia internacional y otros ciudadanos en el exterior.
En 1986, el presidente Ronald Regan firmó la Ley de Votación Ausente para los Uniformados y Ciudadanos en el Extranjero (UOCAVA, por sus siglas en inglés), otorgándole a los miembros militares y algunos ciudadanos de Estados Unidos, radicados en el exterior, el derecho a registrarse para votar y emitir su voto en ausencia en las elecciones federales. Sin esa ley, las tropas en servicio del país, los misioneros, los trabajadores de asistencia internacional y otras personas ciudadanas que residen en el extranjero podrían ser privados de su derecho al voto.
Existe un riguroso sistema de verificación para garantizar que solo las personas ciudadanas estadounidenses puedan votar en el extranjero. Entre otras medidas, para inscribirse deben presentar una dirección residencial en los Estados Unidos y su firma.
Los votantes estadounidenses radicados en el exterior no pueden escoger en qué estado votar. Deben votar en el último estado donde fueron residentes. Deberíamos hacer todo lo posible para garantizar que puedan votar, en vez de criticar el sistema que les permite hacerlo.
REALIDAD #3: El voto por correo y a través de los buzones de boletas es un método de votación seguro y confiable gracias a sus numerosas características de seguridad que evitan cualquier fraude.
Mito vs. realidad: Hemos visto muchísimas publicaciones en las redes sociales que hacen circular la mentira de que los buzones de devolución de boletas, el voto por correo o la votación en ausencia son medios para crear un fraude electoral masivo. La realidad es que el voto por correo se ha estado utilizando con éxito en los Estados Unidos durante más de 150 años y, durante todo ese tiempo, los estados han incorporado múltiples características de seguridad para protegerlo de posibles infracciones.
El fraude electoral derivado de las boletas que se envían por correo o se colocan en los buzones es algo extremadamente raro, tan raro que hay numerosos análisis que demuestran que es más probable que nos caiga un rayo encima que se cometa fraude electoral con una boleta enviada por correo.
Si bien cada estado tiene sus propias prácticas, una de las más frecuentes es monitorear los buzones de devolución de boletas con un sistema de vigilancia por video o con equipos de trabajadores electorales de los dos partidos políticos para garantizar que no se roben ni se alteren votos. Otro método muy utilizado es emplear a equipos de funcionarios de los dos partidos políticos cada vez que se manejan boletas, incluso cuando se procesan y se cuentan.
REALIDAD #4: Múltiples características de seguridad garantizan el correcto registro de votos a través de las máquinas de votación.
Mito vs. realidad: Algunos candidatos han usado la noticia de que un sistema de asistencia al votante Dominion utilizado para imprimir boletas terminó a la venta, primero en Goodwill y después en eBay, como excusa para sembrar la duda sobre el conteo total de votos de las máquinas de votación. Nada de esto es correcto por varias razones.
Primero, el sistema en cuestión no es una máquina de votación que compute votos, y cualquiera que tuviera acceso a una máquina como la de Dominion no podría haber alterado el conteo de los votos. Estas máquinas, por lo general, las utilizan los votantes con discapacidades para llenar sus boletas en papel. Esta máquina en cuestión la compró un experto en ciberseguridad que a menudo trabaja con funcionarios electorales para probar nuevas tecnologías de votación e identificar posibles vulnerabilidades. Después de comprarla en eBay, se comunicó con la Secretaría de Estado de Míchigan para saber si era legítimo tener una máquina así a la venta.
Independientemente de lo que pasó en este caso en particular, nuestro sistema electoral tiene numerosos controles para evitar la aceptación de boletas fraudulentas durante una elección real y verificar que los sistemas electrónicos estén computando votos correctamente. Si bien cada localidad emplea diferentes prácticas, todas las autoridades estatales y locales utilizan una combinación de prácticas de verificación y certificación tanto antes como después de las elecciones. Ello incluye una verificación federal, estatal y local durante la adquisición de materiales e inmediatamente antes de cada elección, así como también auditorías postelecciones en las que se comparan los totales en papel con los totales provistos por las máquinas.
REALIDAD #5: El conteo automático que realizan las máquinas de grandes cantidades de boletas con múltiples contiendas es más preciso y confiable que el conteo manual.
Mito vs. realidad: Algunas personas que niegan los resultados de las elecciones están divulgando la idea de que los votos de las elecciones legislativas se deberían contar a mano, porque dicen que así sería más seguro, lo cual es incorrecto.
La administración electoral ha dejado de contar manualmente los votos de casi todas las elecciones, excepto en las jurisdicciones más pequeñas. Varios estudios han demostrado que, cuando se cuenta una gran cantidad de boletas con múltiples contiendas, el conteo manual es más costoso, ineficiente y propenso a incluir errores que el conteo automático de las máquinas. Que se cuenten los votos a mano no hace que las elecciones sean más seguras. Las máquinas que cuentan boletas deben cumplir con regulaciones de seguridad federales y estatales y pasar por un proceso de verificación para asegurarse de que las máquinas cuenten votos correctamente.
Por supuesto que ningún sistema es perfecto. Por eso, el conteo manual de boletas puede ser y es un importante método de control de la precisión de las máquinas. Cuarenta y cuatro estados exigen la realización de auditorías de los cómputos de votos después de las elecciones, lo cual suele consistir en contar una muestra de boletas a mano para confirmar que las máquinas funcionaron correctamente. Pero contar el 100 por ciento de los votos a mano no es algo viable.
REALIDAD #6: Las autoridades electorales están obligadas a certificar los resultados correctos de las elecciones, aun cuando no les agrade el resultado.
Mito vs. realidad: Hay publicaciones en las redes sociales que urgen a las autoridades electorales a rechazar o a no certificar los resultados que les parecen poco confiables, pero esto es algo que la ley no les permite hacer.
Un ejemplo de qué puede pasar en estos casos fue cuando los comisionados locales del condado de Otero, Nuevo México, se negaron a certificar los resultados de las elecciones primarias. Luego, revirtieron su decisión después de que la corte suprema del estado se lo ordenara.
Las autoridades estatales y locales certifican los resultados de una elección después de que se hayan contado todos los votos y, en algunos casos, después de que se haya completado todo recuento, auditoría postelecciones o impugnación judicial que se haya realizado y haya confirmado los totales de votos. Una vez que se obtengan totales finales, las autoridades electorales y los gobernadores están obligados a certificar al candidato o candidata que haya obtenido la mayor cantidad de votos como el ganador o la ganadora.
REALIDAD #7: Los resultados de las elecciones nunca son definitivos el día de las elecciones. El personal electoral necesita tiempo para asegurarse de que se cuenten todos los votos legítimos.
Mito vs realidad: Nuevas cantidades de boletas se añaden a los totales de votos en las horas y días (y a veces semanas) posteriores a las elecciones, y a veces esas boletas provienen de grupos de votantes que votan de manera similar, como las personas que votan por correo o que provienen de determinadas áreas.
A medida que se cuentan estas nuevas cantidades de boletas, el candidato que lidera la contienda suele cambiar, especialmente si es una elección muy reñida. Las personas que difunden teorías conspirativas se han aprovechado de este hecho para afirmar falsamente que el personal electoral está haciendo trampas y que las boletas que se cuentan después del cierre de los comicios no son legítimas.
Los resultados no están disponibles la noche del día de las elecciones por diversos motivos, entre ellos, porque no todos los votos han sido recibidos al cierre de los comicios. La Constitución permite que los estados establezcan sus propias reglas y plazos sobre cuándo y cómo se pueden contar los votos. Por ejemplo, en algunos estados, las boletas de voto por correo deben recibirse hasta el día de las elecciones para que se cuenten, mientras que, en otros estados, se pueden contar estas boletas siempre y cuando tengan el sello postal fechado al día de las elecciones o antes.
Los 21 estados que entran en esta segunda categoría, por lo general, no reciben todas las boletas al cierre de los comicios y las autoridades electorales necesitan tiempo para verificar la validez de estos votos y contarlos. Aquí se incluyen las boletas de miembros de las fuerzas militares desplegadas en el exterior.
Los estados también tienen el derecho a determinar cuándo pueden procesarse las boletas de voto por correo, lo cual supone verificar la elegibilidad de los votantes y sacar las boletas de los sobres para que estén listas para ser contadas. Si bien la mayoría de los estados permite al personal electoral procesar las boletas de voto por correo antes de las elecciones, seis estados —entre ellos, los estados pendulares de Pensilvania y Wisconsin— no permiten que el personal electoral comience a contar hasta el día de las elecciones. Esta espera causa una demora considerable en la velocidad a la que el personal electoral puede contar las boletas de voto por correo y presentar los resultados.
Una vez que se cuentan todos los votos, las autoridades electorales realizan auditorías para confirmar la precisión de los totales de votos.
Aquellos que buscan socavar la confianza en las elecciones de Estados Unidos —incluyendo a naciones extranjeras que buscan denigrar la democracia de EE. UU. e incitar a la violencia— dependen de falsas narrativas que se repiten de un ciclo electoral a otro. Garantizar que el pueblo estadounidense tiene información precisa sobre la votación es crítico para defender a la ciudadanía y a nuestra democracia de esta información falsa.
Traducción de Ana Lis Salotti y Laura Gómez