Los manifestantes que han tomado las calles en defensa del movimiento Black Lives Matter luchan para asegurarse de que cuenten las vidas de las personas negras en más de un sentido. Muchos han destacado la importancia de completar el Censo del 2020 para luchar contra el racismo sistémico que está arrasando nuestra democracia.
Ello se debe a que un conteo preciso de las comunidades negras del país es esencial para corregir las desigualdades raciales que desde hace muchísimo tiempo afectan el modo en que el poder y el dinero se distribuyen en los Estados Unidos. Aquí también se incluye a la población negra latina que, según el censo del 2019, representa aproximadamente el 5 por ciento de toda la población negra del país. Hoy en día, el conteo preciso de las comunidades negras corre un grave riesgo.
El censo es un esfuerzo dispuesto por la Constitución que ocurre cada diez años con el objetivo de contar a todas las personas que viven en los Estados Unidos. Los resultados del censo determinan cuánta representación política recibe cada estado en la Cámara de Representantes, cuántos votos del Colegio Electoral tiene cada estado para elegir al presidente y cómo dividen los estados sus barrios en distritos electorales y legislativos.
Los resultados también determinan cómo se asignan en todo el país más de tres billones de dólares de fondos federales para cubrir necesidades básicas, como la atención de salud, los suministros escolares, las carreteras y la asistencia alimentaria. Las comunidades que tienen una buena representación en el censo pueden aprovechar de un gran poder político e importantes fondos. Las comunidades negras corren el alarmante peligro de perder lo que les corresponde en su justo derecho.
El Censo del 2020 comenzó en abril y, al día de hoy, ha respondido el 62 por ciento de las viviendas. Sin embargo, este porcentaje esconde una parte importante de la realidad. Algunos pronósticos preliminares sugieren que la comunidad negra corre el grave riesgo de tener un conteo muy bajo en el Censo del 2020, y otros análisis semanales han demostrado que las menores tasas de respuesta al censo se encuentran en áreas con muchísimas más personas negras.
Quedarse fuera del censo es perjudicial en cualquier año, pero que las comunidades negras sufran una importante baja en el conteo sería catastrófico después de la crisis por Covid-19, que puso de manifiesto los problemas económicos y de salud que enfrentan las comunidades de color y recalcó la importancia del poder político de las comunidades negras a la hora de trazar un curso más justo y equitativo para nuestros pueblos, ciudades, estados y nación.
La lucha para garantizar que durante esta década el censo incluya a todas las personas negras también tiene el objetivo de sanar las injusticias que se han cometido con los conteos de las comunidades negras durante siglos.
El censo nunca ha contado perfectamente a todos los habitantes. Sin embargo, durante la Fundación de la nación, una ley abiertamente racista obligaba a contar de menos a las personas negras del país. La Cláusula de las Tres Quintas Partes de la Constitución, un acuerdo racista al que llegaron los fundadores para apaciguar a los estados esclavistas del Sur, exigía contar a cada esclavo como si fuera las tres quintas partes de una persona. Este conteo parcial dio a los dueños de esclavos del Sur una mayor representación legislativa y más votos en el Colegio Electoral.
La abolición de la esclavitud y las subsiguientes enmiendas a la Constitución cambiaron los requisitos legales para contar a los habitantes durante un censo. La Decimocuarta Enmienda determinó que la cantidad de representantes de la Cámara Baja debía ser proporcional al total número de habitantes de cada estado. Así, a partir de 1868, el censo debió contar a todas las personas por igual, incluso a aquellos que habían sido esclavos.
Sin embargo, en la práctica, este nuevo requisito legal no dio como resultado un conteo preciso de la población negra. Con el avance de la metodología estadística tras la Segunda Guerra Mundial, los estudios comenzaron a demostrar que la Oficina del Censo contaba frecuentemente muchísimas menos personas negras que blancas. Por ejemplo, un estudio en 1947 sobre la calidad del censo que comparó los datos del censo de 1940 con los registros del Servicio Selectivo indicó que el Censo de 1940 no contó al 13 por ciento de los hombres negros en edad de servicio militar (en comparación con tan solo el 3 por ciento de todos los hombres en edad de servicio militar del país).
Este “déficit diferencial” en el conteo se ha mantenido durante los últimos censos. Los del 2000 y 2010, por ejemplo, contaron de menos a la población negra en el orden del 2 por ciento y contaron de más a la población blanca. El censo de 1990 también contó de menos a la población negra por aproximadamente 5 por ciento. En realidad, estos conteos deficientes en los censos modernos han estado desempoderando funcionalmente a las comunidades negras del mismo modo en que los conteos de antes de la Guerra Civil los habían desempoderado jurídicamente.
Con el objetivo de ayudar a combatir este problema, varios grupos sin fines de lucro han estado emprendiendo iniciativas ambiciosas para difundir el conteo en comunidades que históricamente tienen una baja participación. En 1970, fervientes defensores del censo de ese año crearon la iniciativa conocida como Make Black Count. La organización National Urban League reavivó esa iniciativa antes de la pandemia para abordar factores que debilitarían la participación negra en el Censo del 2020.
Uno de esos factores es el alto nivel de desconfianza que tiene la comunidad negra en el actual gobierno federal. Como resultado, algunos temen que el participar en el censo los ponga en peligro. Pero la ley federal prohíbe el uso de los datos del censo en contra de cualquier persona.
Otras organizaciones, como la Leadership Conference on Civil and Human Rights, Color of Change, la NAACP y la Black Alliance for Just Immigration, están trabajando para fomentar este año la participación de las personas negras en el censo organizando a las comunidades, difundiendo información, realizando campañas de incidencia política y presentando demandas judiciales.
Todos estos esfuerzos se basan en una simple verdad: para que importen las vidas de las personas negras, estas deben contarse. El coronavirus nos ha demostrado el gran riesgo que corren las comunidades negras en cuanto a sus servicios de salud, viviendas, escuelas y más. Un conteo preciso de la población negra puede ayudar a corregir las desigualdades no solo financiando estos servicios adecuadamente, sino también asegurando una representación política justa para aquellos que luchan contra la violencia racial por parte de la policía y otras injusticias raciales.
Eleva tu voz hoy mismo y completa el censo del 2020.