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Análisis

Tú puedes proteger al censo del coronavirus

Responder al censo ahora mismo es la mejor manera de lograr un conteo preciso.

Última Actualización: Marzo 27, 2020
Publicado: Marzo 27, 2020
You Can Protect the Census from the Coronavirus
Rafael Henrique/Getty

Muchísi­mas vivien­das en todo el país comen­zaron a recibir sus invitaciones oficiales para parti­cipar en el Censo del 2020 justo cuando el coronavirus provocaba clausuras de ciudades, cierres de escuelas y gran volat­il­idad en los merca­dos. Y casi de inme­di­ato se concentró la aten­ción hacia la tarea de iden­ti­fi­car los posibles prob­lemas que plantea este virus para el censo y distintas solu­ciones integ­rales para resolv­er­los. Pero hay algo relativa­mente simple que todos podemos hacer para maxim­izar las prob­ab­il­id­ades de lograr un conteo preciso: respon­der al Censo lo antes posible.

Es mucho lo que hay en juego y habrá aún más. El Censo determ­in­ará cómo se distribuirán $1.5 billones de fondos federales por año para servi­cios bási­cos como la salud pública, la asist­en­cia aliment­aria y las escuelas: todos servi­cios cruciales, en espe­cial ahora que estamos pasando por una pandemia posible­mente larga y más adelante, cuando debamos recon­struir las comunid­ades. También controla la forma en que se repartirán las bancas del Congreso entre los esta­dos y el modo en que se traz­arán los distri­tos para todo, desde la Cámara de Repres­ent­antes hasta los conse­jos escol­ares locales. El Censo preparará el terreno para elegir a los líderes que nos guiarán en lo que sea que vendrá.

Con pandemia o sin ella, demorar las respues­tas al censo no hará más que compli­carlo. Si la mayor cantidad posible de perso­nas no envía sus respues­tas ya mismo, antes de que la Oficina del Censo tenga que salir a tocar a las puer­tas, el Censo se volverá muchísimo más costoso, labor­ioso y arduo para la Oficina. 

La real­iza­ción del Censo ocurre en dos etapas prin­cip­ales. La primera comenzó el 12 de marzo, a partir de cuya fecha todos pueden util­izar el sitio web de la Oficina, sus telé­fonos o el correo postal para respon­der a las pregun­tas del Censo. La segunda etapa en este momento está progra­mada para que inicie a fines de mayo y se extienda hasta media­dos de agosto, cuando la Oficina envía personal a golpear las puer­tas de todas las vivien­das que no hayan respon­dido.

El conteo puerta a puerta es una tarea gigantesca, incluso en un año sin pandemias. Para el Censo del 2010, la Oficina visitó aprox­im­a­da­mente 47 millones de vivien­das durante su opera­ción de “segui­mi­ento por no haber respon­dido” y util­izó un ejér­cito de 516,709 encuesta­dores. La Oficina pretende obtener las respues­tas volun­tarias del 60.5 por ciento de las vivien­das del país en el 2020.

En ese caso, según algunos docu­mentos que presentó la admin­is­tra­ción de Trump en una causa judi­cial reciente, la Oficina prevé emplear a 320,000 encuesta­dores, suponiendo que se puedan util­izar nuevas tecno­lo­gías para hacer que el Censo del 2020 sea más eficiente que hace diez años. Si el porcentaje de respues­tas volun­tarias baja al 55 por ciento, la Oficina prevé tener que emplear a hasta 500,000 encuesta­dores.

El coronavirus difi­cul­tará llegar al 60.5 por ciento. Durante años, la Oficina, los gobi­ernos estatales y locales, las organ­iza­ciones sin fines de lucro y filantrópicas de todo el país han estado foment­ando la parti­cipa­ción volun­taria reunién­dose con la gente donde se suele reunir: en centros comunit­arios, ferias calle­jeras y templos e iglesias. Ahora que el distan­ciami­ento social no permite tener reuniones multi­tud­in­arias, desa­pare­cen las opor­tunid­ades de educar sobre el censo cara a cara. Los webin­arios, las redes sociales y los anun­cios publi­cit­arios pueden ayudar a subsanar algunas de estas caren­cias. Pero existe el riesgo de que el Censo no goce del fuerte impulso que le da el contacto directo entre la gente y las figuras respeta­das de la comunidad.

El proceso del censo enfrenta complic­a­ciones también en otros aspec­tos. La Oficina está modi­fic­ando sus planes para contar a los estu­di­antes universit­arios, cuya mayoría tuvo que aban­donar los campus, las perso­nas que viven en la calle y otros grupos. A medida que el coronavirus continúa alter­ando la vida cotidi­ana, también deban cambiar otros aspec­tos del trabajo de la Oficina. Por ejem­plo: si la pandemia no cede para cuando comi­ence la etapa de las encues­tas puerta a puerta, la Oficina tendrá que buscar la forma en que sus encuesta­dores puedan inter­ac­tuar sin peligro con las perso­nas en sus vivien­das y al mismo tiempo evitar la trans­misión de la enfer­medad.

Sin embargo, en lugar de imaginar el peor de los casos, resulta más import­ante tomar medi­das ahora mismo para tratar de evitarlo. Para ello, la respuesta volun­taria de la pobla­ción es la mejor estrategia para lograr un conteo preciso.

Las pregun­tas del censo están diseña­das para que sean fáciles y rápi­das de respon­der para todos: llenar el censo debería tomar menos de 10 minutos sin impor­tar el método que se use. Sin dudas, hay indi­viduos y comunid­ades que enfrentan obstácu­los para parti­cipar, tales como la falta de acceso a inter­net o la inestabil­idad de vivienda. Con más razón, es import­ante que aquel­los que puedan respon­der ahora lo hagan, porque así la Oficina podrá concentrar sus esfuerzos en la gente que más lo neces­ita.

Y lo que es crucial: respon­der al Censo no es pelig­roso. La ley brinda protec­ciones robus­tas que le prohíben a la Oficina del Censo y a cualquier otra parte del Gobi­erno federal util­izar los datos del censo en contra de las perso­nas que los proveen. Las leyes que salva­guardan la confid­en­cial­idad de los datos del censo dejan en claro que, entre otras cosas, la Oficina del Censo no puede divul­gar las respues­tas de ningún modo que permita iden­ti­fi­car a alguien. Ello quiere decir que la Oficina no puede compartir ninguna inform­a­ción personal con el ICE, ni con la policía ni con los propi­et­arios de vivien­das. 

Las leyes también les prohíben a otras entidades federales util­izar los datos del censo para propós­i­tos no estadísti­cos, por ejem­plo, para apli­car leyes inmigrat­orias o de otro tipo. Todo empleado federal que intente abusar de los datos del censo sufri­ría consecuen­cias legales serias.

El Congreso ha estado forta­le­ciendo constante­mente las leyes que prote­gen la inform­a­ción del censo desde la Segunda Guerra Mundial. Dado que el Congreso controla este tipo de leyes, el pres­id­ente no puede anular­las. Además, una red nacional de abogados se ha compro­metido a iniciar acciones legales para detener cualquier incump­li­mi­ento a estas protec­ciones de confid­en­cial­idad.

Aun en los años más tran­quilos, el censo tropieza con prob­lemas. Y es impos­ible protegerlo de todo contratiempo posible. Pero hay un factor que todos podemos contro­lar, incluso durante una emer­gen­cia nacional de salud pública: la respuesta volun­taria.