Muchísimas viviendas en todo el país comenzaron a recibir sus invitaciones oficiales para participar en el Censo del 2020 justo cuando el coronavirus provocaba clausuras de ciudades, cierres de escuelas y gran volatilidad en los mercados. Y casi de inmediato se concentró la atención hacia la tarea de identificar los posibles problemas que plantea este virus para el censo y distintas soluciones integrales para resolverlos. Pero hay algo relativamente simple que todos podemos hacer para maximizar las probabilidades de lograr un conteo preciso: responder al Censo lo antes posible.
Es mucho lo que hay en juego y habrá aún más. El Censo determinará cómo se distribuirán $1.5 billones de fondos federales por año para servicios básicos como la salud pública, la asistencia alimentaria y las escuelas: todos servicios cruciales, en especial ahora que estamos pasando por una pandemia posiblemente larga y más adelante, cuando debamos reconstruir las comunidades. También controla la forma en que se repartirán las bancas del Congreso entre los estados y el modo en que se trazarán los distritos para todo, desde la Cámara de Representantes hasta los consejos escolares locales. El Censo preparará el terreno para elegir a los líderes que nos guiarán en lo que sea que vendrá.
Con pandemia o sin ella, demorar las respuestas al censo no hará más que complicarlo. Si la mayor cantidad posible de personas no envía sus respuestas ya mismo, antes de que la Oficina del Censo tenga que salir a tocar a las puertas, el Censo se volverá muchísimo más costoso, laborioso y arduo para la Oficina.
La realización del Censo ocurre en dos etapas principales. La primera comenzó el 12 de marzo, a partir de cuya fecha todos pueden utilizar el sitio web de la Oficina, sus teléfonos o el correo postal para responder a las preguntas del Censo. La segunda etapa en este momento está programada para que inicie a fines de mayo y se extienda hasta mediados de agosto, cuando la Oficina envía personal a golpear las puertas de todas las viviendas que no hayan respondido.
El conteo puerta a puerta es una tarea gigantesca, incluso en un año sin pandemias. Para el Censo del 2010, la Oficina visitó aproximadamente 47 millones de viviendas durante su operación de “seguimiento por no haber respondido” y utilizó un ejército de 516,709 encuestadores. La Oficina pretende obtener las respuestas voluntarias del 60.5 por ciento de las viviendas del país en el 2020.
En ese caso, según algunos documentos que presentó la administración de Trump en una causa judicial reciente, la Oficina prevé emplear a 320,000 encuestadores, suponiendo que se puedan utilizar nuevas tecnologías para hacer que el Censo del 2020 sea más eficiente que hace diez años. Si el porcentaje de respuestas voluntarias baja al 55 por ciento, la Oficina prevé tener que emplear a hasta 500,000 encuestadores.
El coronavirus dificultará llegar al 60.5 por ciento. Durante años, la Oficina, los gobiernos estatales y locales, las organizaciones sin fines de lucro y filantrópicas de todo el país han estado fomentando la participación voluntaria reuniéndose con la gente donde se suele reunir: en centros comunitarios, ferias callejeras y templos e iglesias. Ahora que el distanciamiento social no permite tener reuniones multitudinarias, desaparecen las oportunidades de educar sobre el censo cara a cara. Los webinarios, las redes sociales y los anuncios publicitarios pueden ayudar a subsanar algunas de estas carencias. Pero existe el riesgo de que el Censo no goce del fuerte impulso que le da el contacto directo entre la gente y las figuras respetadas de la comunidad.
El proceso del censo enfrenta complicaciones también en otros aspectos. La Oficina está modificando sus planes para contar a los estudiantes universitarios, cuya mayoría tuvo que abandonar los campus, las personas que viven en la calle y otros grupos. A medida que el coronavirus continúa alterando la vida cotidiana, también deban cambiar otros aspectos del trabajo de la Oficina. Por ejemplo: si la pandemia no cede para cuando comience la etapa de las encuestas puerta a puerta, la Oficina tendrá que buscar la forma en que sus encuestadores puedan interactuar sin peligro con las personas en sus viviendas y al mismo tiempo evitar la transmisión de la enfermedad.
Sin embargo, en lugar de imaginar el peor de los casos, resulta más importante tomar medidas ahora mismo para tratar de evitarlo. Para ello, la respuesta voluntaria de la población es la mejor estrategia para lograr un conteo preciso.
Las preguntas del censo están diseñadas para que sean fáciles y rápidas de responder para todos: llenar el censo debería tomar menos de 10 minutos sin importar el método que se use. Sin dudas, hay individuos y comunidades que enfrentan obstáculos para participar, tales como la falta de acceso a internet o la inestabilidad de vivienda. Con más razón, es importante que aquellos que puedan responder ahora lo hagan, porque así la Oficina podrá concentrar sus esfuerzos en la gente que más lo necesita.
Y lo que es crucial: responder al Censo no es peligroso. La ley brinda protecciones robustas que le prohíben a la Oficina del Censo y a cualquier otra parte del Gobierno federal utilizar los datos del censo en contra de las personas que los proveen. Las leyes que salvaguardan la confidencialidad de los datos del censo dejan en claro que, entre otras cosas, la Oficina del Censo no puede divulgar las respuestas de ningún modo que permita identificar a alguien. Ello quiere decir que la Oficina no puede compartir ninguna información personal con el ICE, ni con la policía ni con los propietarios de viviendas.
Las leyes también les prohíben a otras entidades federales utilizar los datos del censo para propósitos no estadísticos, por ejemplo, para aplicar leyes inmigratorias o de otro tipo. Todo empleado federal que intente abusar de los datos del censo sufriría consecuencias legales serias.
El Congreso ha estado fortaleciendo constantemente las leyes que protegen la información del censo desde la Segunda Guerra Mundial. Dado que el Congreso controla este tipo de leyes, el presidente no puede anularlas. Además, una red nacional de abogados se ha comprometido a iniciar acciones legales para detener cualquier incumplimiento a estas protecciones de confidencialidad.
Aun en los años más tranquilos, el censo tropieza con problemas. Y es imposible protegerlo de todo contratiempo posible. Pero hay un factor que todos podemos controlar, incluso durante una emergencia nacional de salud pública: la respuesta voluntaria.