- El segundo mandato del presidente Donald Trump en la Casa Blanca lleva apenas un mes, pero ya está claro que su regreso puede generar enormes beneficios financieros para los adinerados que respaldaron su campaña y aliados políticos, así como para su propia familia y negocios.
- Las decisiones sobre contratación del gobierno son quizás la vía más directa a través de la cual la administración puede recompensar a sus donantes, y los salvaguardas para prevenir abusos son escasos.
- Las tarifas pueden ser un vehículo especialmente potente para los favores políticos porque el presidente tiene autoridad sustancial para imponerlas —o para conceder excepciones— sin involucrar al Congreso.
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El segundo mandato del presidente Donald Trump en la Casa Blanca lleva apenas un mes, pero ya está claro que su regreso a la Oficina Oval puede generar enormes beneficios financieros para los adinerados que respaldaron su campaña y aliados políticos, así como para su propia familia y negocios.
Mientras que el primer mandato de Trump estuvo plagado de acusaciones de corrupción y abusos de poder, la agresiva declaración de autoridad ejecutiva de la nueva administración —sin importar las normas, leyes o límites constitucionales— y la falta de salvaguardas para prevenir conflictos de interés, amenazan con expandir la instrumentalización del gobierno para el enriquecimiento personal a un nuevo nivel.
La mayoría de los presidentes han enfrentado denuncias de irregularidades en sus administraciones en algún punto. Trump, sin embargo, ha abordado la presidencia con un estilo que se distingue por ser transaccional.
Ha utilizado abiertamente los poderes de su oficina para ayudar a aliados y castigar a adversarios. Sus asesores dicen que mantiene una lista negra de compañías y ejecutivos que dejaron de donar a sus iniciativas políticas después del ataque del 6 de enero de 2021 al Capitolio.
La reelección de Trump y el comienzo de su segundo mandato han sido notables por lo mucho que se apoyó en donantes ultrarricos para financiar su campaña y emplear en su gobierno. El dinero siempre ha jugado un papel en la política estadounidense, pero este momento es diferente. Ninguna campaña presidencial victoriosa ha dependido tanto de un grupo pequeño de donantes como lo hizo la campaña de Trump en 2024.
Mientras que las personas candidatas que ganan a menudo premian a quienes los respaldaron con puestos en embajadas u otros cargos administrativos, Trump les ha dado a algunos de sus más grandes donantes posiciones clave con un potencial extraordinario para influir en decisiones impactando sus propios bolsillos. El principal donante fue Elon Musk, la persona más rica del mundo y quien más gastó en apoyar a Trump en las elecciones de 2024.
Musk y los otros nominados para su gabinete, así como las personas designadas para cargos dentro de la Casa Blanca conforman la administración más adinerada de la historia —incluyendo a más de una docena de ricos con más de mil millones— quienes tienen una lista inusualmente extensa de posibles conflictos de interés.