Esta columna se publicó originalmente en La Opinión
Las cortes supremas estatales de todo Estados Unidos no logran reflejar la diversidad de las comunidades a las que atienden. A pesar de observar cierto grado de avance durante los últimos años, un nuevo análisis del Brennan Center indica importantes brechas en la representación demográfica y profesional de la judicatura, que exigen una urgente atención.
Desde 2019, el Brennan Center ha estado recabando y publicando datos sobre la diversidad de las cortes supremas estatales. Si bien se sumaron 19 personas nuevas a los estrados de las cortes supremas estatales desde nuestro último análisis de mayo de 2023, no ha habido mucho cambio en la diversidad demográfica y profesional general en judicatura estatal.
Las cortes supremas de 18 estados aún no tienen ni siquiera a un magistrado ni magistrada que se identifique como persona no blanca, y ello incluye a 12 estados donde las personas de color componen al menos el 20 por ciento de la población.
Si bien 2 de los 19 magistrados nuevos se identifican como personas latinas, aún no hay ningún magistrado ni magistrada de origen latino en 39 estados ni Washington, DC, y de ellos,15 estados tienen una población hispana de más del 10 por ciento. (Connecticut, Delaware, Georgia, Idaho, Illinois, Kansas, Nebraska, Nevada, North Carolina, Oklahoma, Oregon, Rhode Island, Utah, Virginia y Wyoming.)
Un tercio (el 32 %) de los magistrados o las magistradas de origen latino actualmente en su cargo enfrentará una elección disputada contra otra persona, o bien una elección de retención del cargo en 2024, lo cual amenaza con erosionar aún más la representación latina.
El contexto del que provienen los jueces suele influir en las formas en que piensan sobre los casos que resuelven, según los pocos estudios recientes en torno al efecto que tiene la diversidad demográfica sobre la toma de decisiones judiciales.
Algunos estudios recientes han señalado, por ejemplo, que las personas latinas que se desempeñan como jueces federales tienden a decidir casos de un modo diferente (y, a menudo, de un modo más conservador) que sus colegas de otras razas; que los jueces con experiencia en derecho procesal o corporativo tienen más probabilidades de decidir disputas laborales en contra de los trabajadores; y que los paneles de jueces de apelación exclusivamente hombres que oyen apelaciones de casos inmigratorios dictan sus resoluciones de un modo diferente según el género de la persona litigante, mientras que los paneles de jueces de género variado no lo hacen.
En total, estos estudios demuestran que la diversidad judicial afecta la toma de decisiones sustantivas porque introduce una multiplicidad de perspectivas. Los análisis también demuestran que el valor de una diversidad judicial no consiste solo en agregar nuevas perspectivas individuales en la justicia, sino también en fomentar la capacidad de la judicatura de disputar y mejorar las perspectivas entre sí.
A pesar de haber observado un estancamiento en ciertos frentes, merece la pena celebrar algunos hitos. En Nueva Jersey, el magistrado Michael Noriega se convirtió en el primer fiscal público y la tercera persona hispana en ser nombrado magistrado en la historia de la corte suprema de su estado. En Oregón, Aruna Masih fue la primera persona de origen del Sur de Asia en asumir la magistratura de la corte suprema del estado, además de haber sido abogada en derecho laboral y derechos civiles.
Diecisiete estados ahora pueden decir, con orgullo, que tienen mayorías femeninas en los estrados de sus cortes supremas, uno más de los 16 del año pasado. Estos cambios ponen de relieve los frutos de los esfuerzos de defensa y activismo exitosos y procesos de nombramiento que han priorizado la diversidad como valor importante.
Pero las barreras sistémicas persisten. Hay una necesidad apremiante de contar con más datos e investigaciones a fin de comprender los obstáculos que existen para alcanzar una mayor diversidad en la judicatura y el impacto que tiene una judicatura diversa sobre nuestro sistema judicial.
Entre otras dificultades, los datos demográficos detallados sobre nuestras cortes estatales siguen siendo escasos y difícil de acceder, lo cual dificulta los intentos de identificar y tratar con eficacia los aspectos que deben mejorarse.
Entre los 15 estados que han nombrado o elegido a magistrados nuevos, solo Hawái y Missouri han colocado públicamente en sus sitios web la información detallada sobre la composición demográfica de sus cortes supremas. Si bien el sistema judicial de algunos estados podría brindar esta información si se la solicita, estos dados pueden ser difíciles de acceder para el público. Y algunos estados como Wyoming simplemente no registran la información demográfica sobre sus jueces estatales.
Aun en los casos en que estos datos sí son de acceso público, suelen limitarse a informar la raza y el género de cada juez. Si bien estos son datos clave para medir la diversidad judicial, hay muchos otros factores de la identidad de una persona que también son fundamentales para lograr una judicatura verdaderamente representativa, como la diversidad en cuanto a las discapacidades, la orientación sexual y la religión de jueces. También se necesitan más estudios sobre la diversidad de los tribunales estatales.
Se han publicado muy pocos estudios después del 2017 acerca de los efectos de la diversidad demográfica sobre la toma de decisiones judiciales; y la mayoría se ha centrado en tribunales federales. Los escasos estudios disponibles sobre la diversidad de los tribunales estatales se han focalizado en determinados estados. El Brennan Center encontró un solo estudio publicado en los últimos cinco años, por ejemplo, que evaluaba la toma de decisiones de jueces de origen latino en los tribunales federales, pero ninguno en los tribunales estatales.
La investigación es fundamental para echar luz sobre las formas en que una judicatura representativa puede beneficiar la jurisprudencia estadounidense y fomentar una mayor confianza en la justicia. También se deberían llevar a cabo estudios que amplíen su foco para incluir una gama más amplia de identidades con escasa representación, ir más allá del binario racial blanco/negro y explorar otros elementos de la identidad como la orientación sexual o las discapacidades.
A la fecha, no hay muchos estudios centrados en los factores que afectan la toma de decisiones una vez que las personas que provienen de contextos con escasa representación llegan a la magistratura. Este tipo de estudios pueden poner en relieve que un importante aspecto de la diversidad judicial consiste en fomentar un ambiente donde se oigan activamente y se respeten las diferentes perspectivas.
Por ejemplo, un estudio prestigioso descubrió que a las magistradas mujeres de la Corte Suprema federal se las interrumpía con más frecuencia durante los alegatos orales que a sus colegas hombres, mientras que un estudio de seguimiento sugirió que los cambios procesales implementados luego del estudio original sobre las formas en que la Corte podía hacer preguntas ayudaron a erradicar algunas de estas desigualdades.
El camino hacia una judicatura más diversa es largo y está repleto de desafíos. Necesitamos recolectar datos más exhaustivos y transparentes para ayudar a que las comunidades puedan responsabilizar a sus líderes, de modo que nuestras cortes de justicia sean tan diversas como las comunidades a quienes atienden.
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Traducción de Ana Lis Salotti.