La Corte Suprema ha asumido un nivel de poder e importancia muy lejos de la época de su fundación. Una serie de escándalos de ética ha revelado un sistema en el que los magistrados tienen un poder enorme desde hace décadas, con poco rendimiento de cuentas, mientras que los dictámenes de la corte se basan cada vez menos en valores aceptados y el principio de moderación judicial. Limitar los periodos de mandato de los magistrados aseguraría que la Corte Suprema se mantenga conectada con la sociedad estadounidense y que ningún magistrado o magistrada tenga demasiado poder por demasiado tiempo.
Cómo funcionan los límites de periodos de mandato
El funcionamiento usual de la Corte Suprema —seleccionar casos, realizar audiencias , deliberar y emitir fallos— seguiría igual. El único cambio sería que después de 18 años de servicio activo, un magistrado pasaría automáticamente a ser magistrado sénior, y se nombraría a un nuevo magistrado. Los magistrados sénior seguirían ocupando el cargo como lo exige la Constitución. Conservarían deberes importantes, como sustituir a colegas recusados, enfermos o ausentes, o se encargarían de causas de las cortes federales de menor instancia, como lo han hecho muchos magistrados jubilados de la Corte Suprema.
Es hora de poner límites en los mandatos de la Corte Suprema
Nadie debería permanecer en el poder de por vida, ni siquiera los magistrados de la Corte Suprema. Cuando un magistrado o una magistrada ocupa el estrado de la Corte Suprema durante décadas, pierde el contacto con nuestras vidas y termina dictando fallos que no coinciden con nuestros valores como sociedad estadounidense. Es hora de poner límites en sus mandatos.