
La Corte Suprema ha asumido un nivel de poder e importancia muy lejos de la época de su fundación. Una serie de escándalos de ética ha revelado un sistema en el que los magistrados tienen un poder enorme desde hace décadas, con poco rendimiento de cuentas, mientras que los dictámenes de la corte se basan cada vez menos en valores aceptados y el principio de moderación judicial. Limitar los periodos de mandato de los magistrados aseguraría que la Corte Suprema se mantenga conectada con la sociedad estadounidense y que ningún magistrado o magistrada tenga demasiado poder por demasiado tiempo.