Poco después de conocerse la noticia de que Donald Trump había sido acusado por tratar de revertir la elección presidencial de 2020, sus defensores salieron a los medios para ofrecer argumentos legales que excusan lo que hizo.
Entre lo que propusieron está la idea de que las legislaturas estatales tienen la autoridad para rechazar la voluntad de los votantes. Pero estos argumentos no tienen sentido, como dejó en claro la Corte Suprema en junio.
Trump fue acusado de perpetrar una conspiración compuesta de varias estratagemas interconectadas, todas con el fin de revertir los resultados legítimos de las elecciones. Uno de esos planes fue tratar de convencer a las legislaturas estatales de que anularan el voto popular que perdió Trump y que, en su lugar, enviaran sus propias listas de electores afirmando (falsamente) que Trump había ganado.
John Lauro, el abogado de Trump, alegó en CNN que dicha estratagema no era ilegal porque “la facultad de elegir electores recae finalmente en las legislaturas estatales”. Según Lauro, “bajo el artículo II, sección 1, cláusula 2 [de la Constitución de Estados Unidos], la responsabilidad final de elegir electores recae en las legislaturas estatales”.
La defensa propuesta, una versión de la llamada “teoría de las “legislaturas estatales independientes” se basa en una malinterpretación de las Cláusulas sobre Elecciones y Electores de la Constitución. Dichas cláusulas encargan a los estados que regulen las elecciones federales, lo que incluye el proceso de votación y la manera de designar a los electores presidenciales, al mismo tiempo que le otorgan al Congreso el poder para invalidar políticas estatales y aplicar leyes electorales federales.
Quienes proponen la teoría de las legislaturas estatales independientes afirman que estas cláusulas liberan a dichas legislaturas del sistema de controles y equilibrios a nivel estatal, cuando formulan reglas para las elecciones federales.
O, como argumentó el Sr. Lauro, la Cláusula de Electores permitiría que las legislaturas estatales nombraran electores presidenciales de cualquier manera que consideren apropiada, incluso si esto significa no tener en cuenta la votación en su estado, los requisitos legales del estado para elegir electores y otras garantías en las constituciones estatales, por no hablar de leyes constitucionales y estatutos federales.
Este argumento falla antes de empezar. No hay tal “legislatura estatal independiente” ni nunca la hubo. La Corte Suprema lo confirmó apenas cinco semanas antes de la acusación a Trump, cuando su dictamen rechazó firmemente la teoría de las legislaturas estatales independientes en Moore contra Harper.
En ese caso, varios legisladores estatales le pidieron a la Corte Suprema que aprobara la extrema manipulación de distritos electorales por su partido político (gerrymandering) en Carolina del Norte, a pesar de su flagrante trasgresión de la constitución estatal.
Una amplia coalición multipartidaria demostró la falsedad de este argumento. Y la Corte Suprema estuvo de acuerdo. El dictamen fue decidido por una mayoría de seis, incluidos dos jueces nombrados por Trump.
El presidente de la Corte Suprema, John Roberts explicó: “La legislatura actúa tanto como entidad legisladora creada y regulada por la constitución estatal, y como entidad a la que la Constitución federal le asignó una facultad en particular. Ambas constituciones regulan el ejercicio de poder por la legislatura”.
La Corte reafirmó un siglo de precedentes judiciales en su rechazo a la teoría de las legislaturas estatales independientes e indicó que ninguna cláusula constitucional le ha dado jamás a ninguna legislatura el poder de manejar las leyes electorales fuera de lo estipulado por la constitución estatal.
Si bien Moore fue un caso relacionado con distritos políticos para las elecciones federales del Congreso en la que intervenía la Cláusula de Elecciones, esa cláusula y la Cláusula de Electores se interpretan de la misma manera. Por eso, si el argumento incluye distritos congresuales o electores presidenciales, ninguna legislatura estatal es “independiente”. Los manipuladores de distritos políticos de Moore no pueden ignorar su constitución estatal al crear distritos, así como los legisladores no pueden ignorar las sólidas medidas de protección al proceso legal y la ley estatal existente que determina cómo se eligen a los electores y cómo deben emitir su voto.
Trump de seguro agotará todas las posibilidades en su intento de evadir responsabilidad por su interferencia en las elecciones de 2020. Sin embargo, la teoría de las legislaturas estatales independientes ya no es un argumento. No lo defenderá de la grave conducta de la que fuimos testigos en 2020, a pesar de lo que digan los abogados de Trump y sus aliados.
Traducción de Keynotes Translations and Editorial Services