Este martes prevaleció la sensatez en la Corte Suprema. En la causa Moore v. Harper, seis magistrados publicaron un rechazo casi absoluto de la teoría de las legislaturas estatales independientes, una interpretación de la Constitución falsa y sin fundamentos históricos que habría eliminado importantes frenos y contrapesos en la administración de las elecciones federales y habría abierto la puerta a una extrema manipulación partidista de distritos electorales y a la supresión del voto.
La historia de este caso: Carolina del Norte está dividida políticamente de manera uniforme entre los dos partidos. Pero, durante el ciclo de distribución de distritos de 2020, la legislatura estatal trazó un mapa congresual que tenía una manipulación partidista tan extrema que habría colocado a diez representantes republicanos y a cuatro demócratas en la Cámara de Representantes. La corte suprema estatal resolvió que este mapa violaba la cláusula de elecciones justas de la constitución del estado y le ordenó a la legislatura que volviera a trazar el mapa.
Varios legisladores de Carolina del Norte apelaron directamente a la Corte Suprema federal. No objetaron la conclusión de la corte estatal de que el mapa había sido manipulado. En cambio, argumentaron que la corte estatal no tenía autoridad para revisar las acciones de la legislatura, porque la Cláusula sobre las Elecciones de la Constitución federal les da a las legislaturas estatales la facultad casi absoluta de administrar las elecciones federales y ni los gobernadores, ni los tribunales del estado ni las constituciones estatales pueden revisar las acciones de la legislatura.
En otras palabras, según ellos, cuando se trata de la administración de las elecciones federales, no hay ningún sistema de frenos y contrapesos a nivel estatal.
Esto era tan absurdo como parece. Carecía de todo fundamento lógico, estructural, histórico y de precedente jurídico. En más de 200 años, nadie ha interpretado la Cláusula sobre las Elecciones de esta manera.
De hecho, desde los primeros comienzos de la República, los gobernadores, los tribunales de cada estado y las constituciones estatales participaban en la administración de las elecciones federales. Los fundamentos históricos detrás de esta teoría son tan débiles que las personas que la propusieron citaron una versión de la Constitución que resultó ser un fraude del siglo diecinueve.
La teoría de las legislaturas estatales independientes habría desbaratado por completo nuestro sistema electoral. De acuerdo con una investigación del Brennan Center —que fue presentada ante la Corte Suprema para su consideración durante el caso—, adoptar esta teoría habría debilitado cientos de disposiciones constitucionales estatales, cientos de decisiones judiciales estatales y más de 650 delegaciones de autoridad de las legislaturas estatales a otras oficinas estatales para administrar las elecciones federales.
Este martes la Corte Suprema acabó con la teoría de las legislaturas estatales independientes. La Corte evaluó la larga historia de revisiones judiciales sobre la administración electoral a nivel estatal. Reconoció que, en el momento de la fundación de nuestro país, algunos estados les concedieron explícitamente a sus gobernadores el poder de vetar mapas trazados.
“La Cláusula sobre las Elecciones no aísla a las legislaturas estatales del normal ejercicio de la revisión judicial estatal”, escribió el presidente de la Corte Suprema el magistrado John Roberts en representación de la mayoría.
Roberts acusa al magistrado Clarence Thomas —a menudo catalogado como el principal originalista de la Corte— de haber “simplemente ignorado” el curso ininterrumpido de la historia y del precedente jurídico que contradicen la teoría de las legislaturas estatales independientes, y de no haber tenido en cuenta la perspectiva de los fundadores de nuestra Constitución sobre la estructura de nuestro gobierno. Eso sí que duele.
Desafortunadamente para la población de Carolina del Norte, la decisión de la Corte Suprema no va a devolverle un mapa electoral más justo. Cuando, en las últimas elecciones, los conservadores ganaron el control de la corte suprema estatal, sus magistrados anularon sus mapas anteriores y restauraron los manipulados. Esos mapas van a permanecer vigentes hasta el próximo ciclo de distribución de distritos.
Por otro lado, la Corte nunca debería haber admitido este caso: ahora tenemos un récord más o menos perfecto de que ninguna corte en nuestra historia ha confirmado esta teoría alternativa.
La buena noticia para nuestro país es que el sistema de frenos y contrapesos se mantiene intacto en la administración de las elecciones y, por lo tanto, cualquier partido político que controle la mayoría legislativa no puede abusar de su posición para atrincherarse en el poder.
La teoría de las legislaturas estatales independientes ha muerto.
Traducción de Ana Lis Salotti.