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Análisis

Un individuo bueno con un arma no siempre detiene a otro malo que también tiene un arma

Los asesinatos de Búfalo son las consecuencias de nuestra retórica y decisiones políticas.

Mayo 17, 2022
Hands clasped in support
Matt Rourke/AP

Hoy, días después de los asesinatos en Búfalo, ante todo nos mantenemos unidos en el dolor, la rabia y la solidaridad con las familias y la comunidad que fueron atacadas.

Pero esto fue un crimen político. Y no está mal, ni es prematuro, señalar dos males políticos relacionados entre sí que ayudaron a causarlo. 

Uno de ellos es la adopción de una retórica abiertamente racista por parte de importantes sectores de nuestro sistema político. El asesino condujo cientos de kilómetros para atacar una tienda en un barrio negro, tras haberse radicalizado con la nefasta teoría de conspiración del “gran reemplazo”. Como se ha debatido ampliamente en los últimos días, esto no es sólo algo que se escucha en grupos de chat al margen de la sociedad. La defienden los programas de mayor audiencia en las noticias por cable, la basura que arrojan al mundo las corporaciones ricas y los principales políticos interesados sólo en su propio poder. Las ideas tienen consecuencias, así como las palabras. La violencia de la supremacía blanca es el resultado: en Búfalo, en Charlottesville, en Pittsburgh, en Charlotte, en El Paso.

Como dijo la diputada Liz Cheney, ex presidenta de la asamblea partidista republicana de la Cámara de Representantes, “el liderazgo del Partido Republicano de la Cámara ha permitido tanto el nacionalismo como la supremacía blanca y el antisemitismo. La historia nos ha enseñado que lo que empieza con palabras termina en algo mucho peor”. 

El otro mal político es la incapacidad de nuestro fallido sistema político para hacer algo ante el aumento de la violencia armada y la proliferación de armas. Se calcula que actualmente hay 400 millones de armas en Estados Unidos. El asesino se aprovechó de unas leyes poco rigurosas y de la escasa aplicación de las mismas. 

Lo sucedido en Búfalo demostró la falsedad de los argumentos de los grupos de presión de la Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés) a lo largo de los años. “La única manera de detener a un individuo malo con un arma”, afirman, “es con un individuo bueno con un arma”. Un análisis infantil, sí, y además equivocado. Había un sujeto bueno con un arma: el guardia, el heroico ex policía de Búfalo Aaron Salter, que le disparó al asesino. Pero sus balas fueron desviadas por un chaleco antibalas que es legal en los 50 estados. Nuestras leyes tienen consecuencias.

Como escribí la semana pasada, es probable que la Corte Suprema de Estados Unidos anule pronto las leyes de armas del Estado de Nueva York de más de un siglo. Un fallo de este tipo sobre la Segunda Enmienda tendría probablemente un impacto mayor que el del caso D.C. v. Heller, en el que la Corte ratificó por primera vez la noción de que la Segunda Enmienda protege la posesión individual de armas. Más armas se traducirá en más delincuencia en las ciudades densamente pobladas. Como señaló ayer el alcalde de Nueva York, Eric Adams, todos los días hay masacres. Con respecto a una niña de 11 años asesinada en el Bronx menciona, “el dolor es el dolor”.

Estas masacres pueden insensibilizar o pueden esclarecer. Pueden deprimirnos o recordarnos lo que está en juego. Hace un cuarto de siglo, el atentado de Oklahoma City conmocionó al país e hizo recapacitar a muchos. ¿Sucederá eso hoy?

En momentos como éste, debemos permanecer unidos como comunidad, unidos con los demás. Debemos unirnos contra el odio. Lucharemos por una visión más justa para nuestro país y nuestro estado, una visión de una democracia multirracial dinámica en la que vivamos en paz unos con otros, lo que debe ser nuestro futuro.

Traducción de Anwar A. Martínez.