Anoche se filtró una opinión preliminar de la mayoría de los magistrados de la Corte Suprema sobre la causa Dobbs vs. Jackson Women’s Health Organization. Si se adopta la opinión del magistrado Samuel Alito, quedarán anuladas las decisiones de Roe vs. Wade y de Planned Parenthood vs. Casey. Esta opinión tiene repercusiones drásticas.
La opinión preliminar de la mayoría revoca explícitamente un derecho constitucional fundamental, que ha estado protegido durante medio siglo, con el argumento de que el caso “Roe fue una equivocación atroz desde el comienzo”. Lo primero que debemos pensar es en el impacto que tendría esta decisión sobre la vida de millones de mujeres. Más allá de eso, ¿qué significaría para nuestro sistema político y judicial?
Pensemos que es tan solo un borrador, una versión preliminar, tal como afirmó hoy el presidente de la Corte Suprema John Roberts. Los votos se pueden cambiar. Pero también pensemos que estamos muy cerca de lo que la Corte va a terminar publicando cuando termine el período.
Este dictamen marcaría el comienzo de un nuevo orden constitucional oscuro y peligroso. Durante toda la vida de casi todos los residentes de nuestro país, hemos tenido un sistema uniforme de derechos protegidos a nivel nacional por la Constitución, la Corte Suprema del país y las leyes que aprueba el Congreso. Ahora la Corte Suprema se está dedicando a revocar esas protecciones nacionales. En cuanto al derecho al voto. Y muy pronto, aparentemente, en cuanto al derecho sobre el aborto. Esta opinión preliminar implica que las próximas víctimas serían la igualdad dentro del matrimonio, la igualdad en la comunidad LGBTQ y hasta la anticoncepción. Veintiséis estados han aprobado o seguramente aprobarán leyes automáticas de aplicación que prohibirían el aborto durante el primer o segundo trimestre en cuanto se anule la decisión Roe. Muchos de los mismos estados que implementaron restricciones a la votación también están atacando los derechos de las comunidades LGBTQ. Los estados conservadores tendrían un orden social distinto al del resto del país.
Este borrador eleva una vez más el lugar que le corresponde a la Corte Suprema dentro de nuestro sistema político y demuestra la falta de equilibrio que tiene este sistema. La legitimidad de la Corte es algo frágil porque le hemos dado muchísimo poder a un grupo de jueces que se quedarán en su cargo toda la vida. Ahora esos jueces parecen deseosos de usar esa autoridad para consolidar el poder de la minoría. El partido demócrata ganó el voto popular en siete de las últimas ocho elecciones presidenciales, la mayor cantidad de victorias seguidas en la historia de los Estados Unidos. Sin embargo, los presidentes republicanos eligieron a seis de los nueve jueces de la Corte Suprema. El magistrado Neil Gorsuch podrá votar en esta decisión histórica solo porque el senador Mitch McConnell se negó a permitir el voto por primera vez en cien años sobre la nominación de un juez para la Corte Suprema, y el cargo quedó vacío durante un año.
Los magistrados de la Corte Suprema, producto de un movimiento judicial conservador iniciado desde hace 40 años que se centra en la nominación de jueces, testificaron que la causa Roe era “una ley ya acordada” (en palabras de los magistrados Alito y Brett Kavanaugh). Gorsuch afirmó que “asienta precedente. Se ha reafirmado”. El magistrado Clarence Thomas declaró bajo juramento que nunca habló ni opinó sobre la causa Roe cuando se decidió, aunque en 1973 se encontraba estudiando en la Facultad de Derecho Yale. No cambió ningún dato relevante; no ha habido nuevos avances ni nuevos datos sociales, médicos ni éticos que los avalen. La opinión pública en cuanto al derecho sobre el aborto sigue sin mayores cambios. Lo único que cambió fue el personal de la Corte Suprema.
Los dictámenes importantes suelen cambiar la política y pueden producir un contraataque. Eso ocurrió después de que la causa Dred Scott estableció en 1857 que el Congreso no podía prohibir la esclavitud en los territorios, un dictamen que ayudó al candidato republicano Abraham Lincoln a arrasar en las elecciones y llegar a la Casa Blanca (y que luego precipitó el inicio de la Guerra Civil). Ocurrió después de la causa Brown vs. Board of Education, que generó una “resistencia masiva” por parte de los grupos segregacionistas del sur (aunque esa decisión también inspiró a grupos activistas en favor de los derechos civiles). Y ciertamente ocurrió después de la mismísima causa Roe, que ayudó a alentar a la organización de grupos opositores con agendas abiertamente políticas que ayudaron a dar forma a las tendencias políticas de los últimos cincuenta años.
Los políticos conservadores desde siempre parecen tener una relación cínica con su base antiaborto. La Corte Suprema ha estado dominada por jueces conservadores durante décadas y, sin embargo, siempre les falta un voto para emitir la decisión que tanto esperan. Bueno, la mayoría de los jueces de la Corte Suprema y los políticos extremistas de muchos estados parecen haber logrado por fin su objetivo. Es posible que ahora padezcan las consecuencias políticas.
Este tipo de contraataque no es para nada automático. Cuando el año pasado Texas finalmente prohibió el aborto, y la Corte Suprema lo permitió sin ninguna opinión importante, los titulares desaparecieron al cabo de unos pocos días. La reacción ante esta opinión preliminar sugiere que está ocurriendo algo muy diferente. La Corte Suprema no va a proteger nuestros derechos. Eso depende exclusivamente de todos nosotros, en las urnas, en las legislaturas y en las calles.
Traducción de Ana Lis Salotti.