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Análisis

El auge de los oligarcas tecnológicos en Estados Unidos y qué hacer al respecto

Las reglas sobre la financiación de campañas electorales y los controles sobre las facultades presidenciales se están desmoronando, justo cuando las principales corporaciones tecnológicas han adquirido un enorme poder sobre nuestro sistema político.

Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, and Elon Musk at Donald Trump's 2025 Inauguration
Pool/Getty

Este artículo se publicó originalmente en la revista Time.

  • El peligro de que un grupo concentrado de intereses privados capture nuestro sistema político nunca ha sido más evidente.
  • Los estragos de Musk ya están enfrentando una resistencia judicial y política, y es probable que, a la larga, el péndulo político vuelva a moverse en la otra dirección.

    A medida que Elon Musk, la persona más rica del mundo y el mayordonante de la campaña presidencial de Donald Trump, arrasa con el gobierno federal cerrando agencias y despidiendo a empleados, al parecer sin ninguna preocupación por sus propios conflictos de intereses, el peligro de que un grupo concentrado de intereses privados esté capturando nuestro sistema político nunca ha sido más evidente.

Si bien la influencia corruptiva de las grandes donaciones sobre nuestro gobierno no es nueva, las características específicas del peligro de hoy en día son quizá diferentes a las de cualquier otro momento en la historia de nuestra nación.

Unos pocos multimillonarios tecnológicos, que ya tenían un poder gigantesco, ayudaron a asegurar el triunfo de una campaña presidencial de maneras que habrían sido ilegales hace apenas unas elecciones. Y ahora hay menos restricciones que nunca sobre su capacidad, o la del presidente al que ayudaron a elegir, por encima del sistema de frenos y contrapesos de nuestro sistema político.

Este sistema, tal como hace poco advirtió el entonces presidente Joseph Biden, se puede describir mejor como una “oligarquía”. O, tal como otros la han llamado, una “broligarquía”. (Más detalles sobre el término broligarquía aquí).

Nada de esto significa que la situación es irremediable. Los estragos de Musk ya están enfrentando una resistencia judicial y política, y es probable que, a la larga, el péndulo político vuelva a moverse en la otra dirección. Y cuando eso ocurra, quienes se preocupan por la seguridad de la democracia estadounidense deberán estar preparados con soluciones nuevas y audaces que estén a la altura de la coyuntura política, para asegurarse de que nuestro sistema político realmente atienda las necesidades del pueblo estadounidense.

Aun así, queda la pregunta: ¿Cómo llegamos al punto en que un multimillonario tecnológico y donante de campaña dirige abiertamente grandes sectores del gobierno federal? ¿Y hacia dónde vamos a partir de ahora?

El artículo completo publicado en Time aquí