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- El indulto generalizado de Trump a los insurrectos del 6 de enero es una traición a las agencias de orden público, y otra vez pone en gran riesgo a los oficiales de policía, así como también a funcionarios de gobierno, periodistas y comunidades en todo el país.
- Los líderes estatales y locales de la policía deben reconocer la amenaza que estos y otros supremacistas blancos y militantes de extrema derecha representan para sus comunidades y sus oficiales.
Los supremacistas blancos y los militantes de la extrema derecha están celebrando el inicio del segundo mandato del presidente Trump en la Casa Blanca, tal como lo hicieron al comienzo del primero.
Después de las elecciones de noviembre de 2016, Richard Spencer y 200 de sus compañeros nacionalistas blancos se reunieron en el edificio Ronald Reagan en Washington D.C. Muchos de los asistentes hicieron el saludo nazi mientras Spencer coreaba, “Hail Trump (¡Salve Trump!) ¡Salve a nuestra gente, salve la victoria!”
El empoderamiento de Trump a la militancia de extrema derecha durante su primer mandato provocó actos de violencia mortal en todo del país, desde Virginia, hasta Texas y California. Por último, puso en peligro a nuestra democracia durante el 6 de enero de 2021, cuando los Proud Boys, Oath Keepers y otros militantes lideraron un ataque al Capitolio nacional. Mientras algunos oficiales de policía partidarios de Trump participaron en el ataque, muchos más uniformados se interpusieron en la brecha para detener la envestida, y luego ayudaron a fiscalizar a aquellos que participaron. El estado de derecho fue puesto a prueba, pero prevaleció.
El indulto generalizado de Trump a los insurrectos del 6 de enero es una traición a las agencias de orden público, y otra vez pone en gran riesgo a los oficiales de policía, así como también a funcionarios de gobierno, periodistas y comunidades en todo el país.
Pero las lecciones aprendidas cuando Trump adoptó a la militancia de extrema derecha durante su primer mando deben ser tenidas en cuenta para evitar más violencia, en particular para las instituciones encargadas del orden público.
En 2016, Spencer parecía disfrutar de la creciente atención que recibía de los medios de comunicación tradicionales, los cuales le seguían el juego cuando se quitó la marca del anticuado nacionalismo blanco a una menos amenazante: el movimiento político de la “derecha alternativa” o “alt-right”.
Spencer utilizó su reciente adquirido poder de influencia para ayudar a organizar una de las más grandes demostraciones públicas de nacionalismo blanco desde la era de los derechos civiles. La manifestación Unite the Right de 2017 en Charlottesville, Virginia fue un intento para unificar a las facciones del movimiento de supremacía blanca que a menudo chocaban para lograr demostrar su fuerza. Como objetivo tenían una comunidad local y progresista. Los supremacistas blancos que organizaron el evento planearon la violencia que luego estalló, y sus seguidores llegaron armados y listos para ejercerla.
Que los nazis utilicen las manifestaciones públicas para instigar a la violencia no es una táctica nueva. Durante la República de Weimar en la Alemania previa a la Segunda Guerra Mundial, los líderes del Partido Nazi eligieron hacer manifestaciones y marchas en ciudades donde sabían que podían provocar oposición política. Cuando sus opositores salían a protestar, los nazis los atacaban con armas que llevaban a escondidas con ese propósito, lo que les permitía infligir un nivel desproporcionado de violencia mientras se hacían pasar cínicamente por víctimas. Esto a menudo sucedía con el apoyo de un sistema de orden público que simpatizaba con los nazis.
Desafortunadamente, la policía ha ignorado esta historia y falló en prepararse para el nivel de violencia que trajeron los supremacistas blancos a Charlottesville ese fin de semana. Además, los policías permanecieron inactivos mientras la violencia se desataba.
Muchos residentes locales sufrieron serias heridas, y una persona fue asesinada durante un ataque vehicular por un nazi de Ohio. La incapacidad de la policía para controlar la violencia durante y después de la manifestación envalentonó a los supremacistas blancos y militantes de la extrema derecha a intensificar la violencia pública en eventos posteriores en todo el país.
Dado que las agencias de orden público federales no rastrean de manera eficiente la violencia cometida por grupos militantes organizados a nivel nacional, los Proud Boys, Oath Keepers y otros pudieron construir redes y establecer logísticas que luego fueron empleadas para transportar a luchadores y armas a todo el país. La falta de acciones eficientes por la policía local o federal les permitieron amenazar y atacar a residentes locales en una ciudad tras otra.
Los militantes de extrema derecha fingieron apoyar a la policía, luciendo parches y banderas de las Vidas Azules Importan, y muy a menudo, los oficiales de policía se afiliaban a estos grupos militantes y los trataban como aliados. Pero este fraude salió a la luz cuando estos grupos lideraron el ataque del 6 de enero. Más de 140 oficiales de policía resultaron heridos, y uno murió luego de ser atacado con gas pimienta durante la riña.
Trump demostró de qué lado está con el indulto a los insurrectos. Dos de los insurrectos liberados ya han amenazado con represalias en contra de aquellos que los fiscalizaron.
Los líderes estatales y locales de la policía deben reconocer la amenaza que estos y otros supremacistas blancos y militantes de extrema derecha representan para sus comunidades y sus oficiales. Así como durante el primer gobierno de Trump, no pueden depender de las autoridades de orden público federal para que les compartan inteligencia precisa sobre estos grupos.
Deben llevar a cabo su propia labor de inteligencia para entender mejor las tácticas que estos grupos violentos utilizan para infligir daño en sus comunidades, y también las facultades estatutarias que poseen para abordar estos crímenes. Además, deben ser diligentes en vigilar sus propias filas. La participación de la policía en el ataque del 6 de enero en contra de otros compañeros uniformados demostró que aquellos involucrados en conducta indebida y actividad sediciosa representan una amenaza directa tanto para sus colegas como para las comunidades a las que juraron servir.
Desafortunadamente, los departamentos de policía en todo el país a menudo han demostrado ser incapaces o tener poca voluntad para investigar y judicializar la violencia producto de la supremacía blanca. Pero eso no significa que el pueblo estadunidense está sin herramientas para protegerse a sí mismo.
Las comunidades deben presionar a sus líderes electos para que hagan que la policía rinda cuentas sobre su gestión, por supuesto. Pero deberían también organizarse para desarrollar e implementar métodos alternos para reducir la violencia y buscar justicia para las víctimas del crimen. Los activistas antirracistas por lo general monitorean las actividades de los supremacistas blancos y pueden ser un recurso para alertar a las comunidades sobre amenazas locales.
Los periodistas investigativos exponen los crímenes que cometen estos grupos, haciendo que sea imposible para las agencias de orden público ignorarlos. Las demandas civiles en contra de los supremacistas blancos y militantes de la extrema derecha también han demostrado ser eficientes para obstaculizar la capacidad de estos grupos para movilizarse con fines violentos, agotando sus recursos y haciéndolos responsables de sus crímenes ante un tribunal de la ley. Las comunidades pueden hacer mucho al trabajar juntas para protegerse mutuamente y restaurar la cohesión social que los supremacistas blancos y militantes de extrema derecha buscan destruir.
También hay lecciones en la historia para los asaltantes del 6 de enero que fueron indultados y cualquier otra persona que tal vez quiera ahora formar parte de un grupo militante de extrema derecha esperando el apoyo del presidente Trump. La fama e influencia de Richard Spencer fue corta. Al final del primer mandato de Trump, Spencer estaba en bancarrota, según reportes, ya que sobrevivientes de la violencia durante la marcha de Unite the Right lo demandaron con éxito a él y a otros supremacistas blancos que organizaron la manifestación.
Otros en el movimiento corrieron con la misma suerte. Hace solo unos meses, muchos de los insurrectos del 6 de enero estaban pidiendo disculpas por su participación en el ataque, echándole la culpa a Trump, dando información los unos sobre los otros y suplicando por clemencia ante las cortes.
La clemencia siempre es bienvenida, y no puedo reprochar a quienes celebran la concesión de un indulto. Pero deben recordar la desesperación que sintieron cuando pagaban el precio por obedecer a las incitaciones de Trump a la violencia. Cualquier persona que escoja seguir a Trump otra vez en su promesa de vengarse debe saber que al final de su gobierno, siempre serán sus simpatizantes quienes pagarán el precio de sus crímenes.
Traducción de Laura Gómez