- Los políticos de los dos partidos reconocen que la independencia de la Fed desempeña un rol importante como medio para contrarrestar la tendencia de gastar demasiado o recortar impuestos.
- Si el presidente destituye a Powell, probablemente tenga un impacto económico termonuclear.
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Es casi gracioso: cada vez que el presidente Trump denuncia al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, y anuncia que lo va a despedir —¡en cualquier momento!—, el mercado bursátil se desploma.
Los aranceles del “Día de la Liberación” de Trump podrían causar “una mayor inflación y un menor crecimiento”, declaró Powell. Y dejó en claro que la Reserva Federal no amortiguaría el golpe.
El lunes, Trump volvió a amenazar con destituir a Powell, “a menos que el Sr. Demasiado Tarde, un fracasado total, baje las tasas de interés YA MISMO”. El índice Dow cayó más de 950 puntos. Luego, el martes, el presidente dijo que no tenía “ninguna intención de despedirlo” y el mercado volvió a subir. ¡Yupi!
Todo esto podría ocasionar una crisis financiera combinada con una crisis constitucional. Trump no puede despedir a Powell, por lo menos no legalmente.
En numerosos frentes, la Casa Blanca se está encaminando hacia un choque épico con la justicia. Con estas rimbombancias y confrontaciones arriesgadas, también está caminando al filo del abismo con la Reserva Federal y los mercados financieros que dependen de ella.
Para contextualizar el tema: la Reserva Federal, también conocida como la Fed, es el banco central de los Estados Unidos. Se estableció en 1913 luego de las graves crisis financieras de la Edad Dorada, el modelo a seguir para la “edad dorada” prometida de Trump.
La Fed es un organismo creado para ser independiente de las ramas políticas del gobierno. Se encarga de garantizar lo que llama un “sistema financiero resiliente”. Quienes defienden ideas populistas siempre han criticado este sistema. Los presidentes a menudo refunfuñan contra la Fed.
El caso más notorio lo protagonizó Richard Nixon cuando presionó a la Fed para que recortara las tasas de interés antes de las elecciones de 1972. En las grabaciones de la Oficina Oval, se oye a Nixon decirle al presidente de la Fed que, si los bancos se resisten, “simplemente deles unas pataditas en el trasero”. Cuando la Fed cedió a la presión política, ayudó a desatar una década de inflación.
Pero, por lo general, los políticos de los dos partidos políticos reconocen que la independencia de la Fed desempeña un rol importante como medio para contrarrestar la tendencia de gastar demasiado o recortar impuestos.
William McChesney Martin, presidente de la Fed durante la década de los 60, explicó su función con la famosa frase: “Soy el tipo que se lleva el bol de ponche cuando la fiesta se está poniendo buena”.
Aquí viene la última amenaza de arrebato de poder de Trump. Hay numerosas leyes que garantizan la independencia de esta agencia, entre ellas, la Ley de la Reserva Federal (Federal Reserve Act). Su presidente ocupa el cargo durante cuatro años, y se lo puede destituir únicamente por causa justificada, es decir, por conducta indebida.
Aun así, Trump afirmó que no solo quería despedir a Powell, sino que también tenía la facultad de hacerlo. No la tiene. A pesar de la última vuelta atrás del presidente, es posible que igualmente lo intente.
Eso se debe a que él sostiene que una decisión de la Corte Suprema de larga tradición, que le prohíbe al presidente despedir a quienes presiden agencias independientes, es inconstitucional, y la mayoría conservadora de la Corte Suprema podría estar de acuerdo con él.
Se trata de un caso de 1935 conocido con el nombre de Humphrey’s Executor. William Humphrey fue un miembro reaccionario y totalmente desagradable de la Comisión Federal de Comercio (FTC), que el presidente Franklin D. Roosevelt (FDR) quería despedir. Humphrey siguió yendo a trabajar aún después de su destitución y luego murió mientras se resolvía la disputa judicial para removerlo del cargo. Sus herederos presentaron una demanda para recibir sus salarios atrasados.
La Corte Suprema dictaminó que ni siquiera FDR, en el apogeo de su poder, podía despedir al viejo y gruñón Sr. Humphrey. “Ese caso del demonio”, rememoró Robert Jackson, asistente de FDR que luego se convirtió en magistrado, “hizo que Roosevelt se enojara con la Corte más que por cualquier otra decisión… [Roosevelt] pensaba que lo habían hecho solo para fastidiarlo a él personalmente”.
Pero, en los más de 90 años que le siguieron, esa regla judicial ha protegido a las agencias independientes establecidas por el Congreso para supervisar los mercados y proteger a los consumidores y trabajadores.
La actual mayoría conservadora de la Corte Suprema, en ocasiones, parece con ganas de revocar la causa Humphrey’s Executor y, de hecho, la ha debilitado en algunos de sus últimos dictámenes.
Ahora, una causa sobre la destitución de la directora de la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo está llegando al estrado de la Corte Suprema, que podría utilizarla para reevaluar este tema central del poder presidencial.
Estos organismos poseen un poder enorme y se les concedió la facultad de establecer reglas y decidir casos, porque su personal está compuesto por expertos obligados a cumplir con la ley y no con los caprichos del presidente. Pero muchas empresas han querido ponerle un freno al ámbito de acción de estas agencias.
Todo esto presenta una encrucijada estructural complicada: si se puede destituir a quienes presiden agencias independientes, eso no solo se aplica a la FTC, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), la Junta de Relaciones del Trabajo u otros organismos con múltiples miembros despreciados por lobistas empresariales. También podría aplicarse a la Reserva Federal.
Y al igual que ocurre con la Fed, hay agencias cuya propia existencia depende de su independencia, como la Comisión Federal de Elecciones y la Comisión de Asistencia Electoral, que fueron diseñadas por el Congreso para ser bipartidarias e independientes.
Si Trump destituye a Powell, probablemente tenga un impacto económico termonuclear. Se desplomarían los mercados. Se derrumbaría la confianza del público. Subirían las tasas de interés, porque los inversores pensarían que el mecanismo de control más efectivo contra la inflación se ha desintegrado.
Es posible que los magistrados conservadores de la Corte Suprema encuentren otra forma de desbaratar las demás agencias regulatorias sin afectar a la Fed. Es posible que tengan que retorcer sus posturas hasta el cansancio para hacerlo.
Hace poco, el magistrado Samuel Alito insinuó que podía pasar algo así en una nota al pie incluida en su opinión de disenso de un caso sobre otra agencia regulatoria. El “financiamiento de la Junta de la Reserva Federal debería considerarse como un esquema especial sancionado por la historia”, explicó Alito.
¿Le importará a la gente que Trump despida al presidente de la Fed? ¿Quién siente compasión cuando echan a un banquero? Si el arrebato de poder ejecutivo de Trump causa una convulsión económica, te sorprenderá lo mucho que le importa a la gente.
Recordemos que, en 1789, el rey Luis XVI de Francia, harto de los obstáculos puestos contra su monarquía absoluta, destituyó al ministro de finanzas Jacques Necker, un banquero tecnócrata suizo. Las multitudes comenzaron a protestar. “Que vuelva Necker”, gritaban amotinados y con indignación. Y así comenzó la Revolución Francesa.
Traducción de Ana Lis Salotti.