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Las comunidades de habla hispana en los Estados Unidos son especialmente vulnerables a la divulgación descontrolada de información errónea sobre las elecciones. Estas comunidades se enfrentan a riesgos a los que otras comunidades no están expuestas: la información errónea suele aprovecharse de sus experiencias sociopolíticas particulares y, por lo general, las compañías de redes sociales no moderan lo suficiente las falsedades sobre las elecciones que se publican en español. A veces, este tipo de información errónea está dirigida en contra de determinados candidatos, pero su mayor amenaza consiste en que debilita la confianza en la democracia en general.
La información errónea que se propaga en español suele reflejar particularidades culturales y está dirigida a determinadas comunidades. Por ejemplo, en la recta final de la contienda presidencial de 2020, la campaña de Donald Trump publicó un anuncio en español en YouTube que se mostró más de 100,000 veces en Florida en tan solo ocho días. Esta propaganda decía falsamente que el partido político de Nicolás Maduro, el líder autoritario de Venezuela, apoyaba a Joe Biden. Parecía formar parte de un esfuerzo más amplio de la campaña de Trump de 2020 en Florida, donde hay una comunidad venezolana muy grande, para vincular a Biden con líderes autoritarios latinoamericanos como Maduro y Fidel Castro.
También aparecieron anuncios en español con información imprecisa sobre los candidatos durante las elecciones de 2024, aunque todavía es muy pronto para señalar qué impacto tuvieron sobre los resultados (los datos de las encuestas de boca de urna que supuestamente indican cómo votaron los distintos grupos demográficos son notoriamente poco fiables). Sin embargo, el impacto más profundo y duradero de la información errónea en español no está relacionado a una elección en particular, sino a la forma en que ésta puede debilitar la confianza del público en la seguridad y efectividad de las elecciones estadounidenses en su sentido más amplio. Aquí, el contexto cultural vuelve a tener un rol esencial. Entre las comunidades latinas de los Estados Unidos, los mensajes que siembran desconfianza en los procesos democráticos y las autoridades electorales —como las alegaciones falsas de un voto no ciudadano generalizado y un fraude electoral a gran escala en Arizona y Nevada— apelan a temores que son muy personales para algunas personas latinas.
Incluso entre los hablantes hispanos que no comparten estos miedos, las diferencias entre los procesos electorales y la política estadounidenses y los de sus países de origen dejan abierto el paso para que se arraigue la información errónea cuando los nuevos ciudadanos de origen hispano buscan informarse sobre sus derechos cívicos.
Las teorías conspirativas han ganado impulso dentro de una parte considerable de la comunidad, ya que, según una encuesta realizada en 2024 por el Instituto Democracia Digital de las Américas, el 40 por ciento de las personas latinas encuestadas en los Estados Unidos dice creer que los demócratas cometen fraude electoral. Este hallazgo podría explicar por qué el 34 por ciento de las personas latinas encuestadas en los Estados Unidos cree en la mentira del robo de las elecciones de 2020, y por qué el 41 por ciento aceptó la falsedad de que “los demócratas alientan a los inmigrantes indocumentados a votar”.
Los esfuerzos para neutralizar y prevenir la divulgación de estas narrativas deben superar las suposiciones perjudiciales sobre la comunidad latina. Es muy frecuente que los actores políticos traten a esta comunidad como un grupo uniforme, pero no lo es: tiene procedencias de decenas de países con culturas políticas y matices lingüísticos muy diferenciados. Si bien suelen compartir ciertas problemáticas —como el tema de la inmigración y la economía—, la divulgación de información errónea puede ser más efectiva cuando trata de explotar esos orígenes, como el rumor de 2020 de que el partido político de Maduro había respaldado a Biden.
Otro desafío es el uso creciente de aplicaciones de mensajería encriptada como WhatsApp. Por lo general, estas plataformas dependen de administradores de grupos no capacitados (a menudo, las mismas personas que crearon los grupos) para moderar, denunciar y eliminar cualquier contenido falso o perjudicial que se comparta en conversaciones privadas. Más de la mitad de todas las personas adultas hispanas en los Estados Unidos utiliza WhatsApp para informarse, conectarse socialmente y con otros propósitos. Muchos grupos de WhatsApp son pequeños, pero otros pueden tener cientos de miembros. Los expertos han señalado que hay cada vez más individuos malintencionados que difunden narrativas de prueba en estos grupos e invierten todos sus esfuerzos en aquellas que generan mayor interacción.
La responsabilidad principal a la hora de responder a la información errónea relacionada con los procesos electorales suele recaer sobre las oficinas electorales locales de todo el país. Desafortunadamente, muchas no tienen personal que hable español con fluidez. Una forma de resolver este vacío y llegar a las comunidades latinas es aliarse o coordinar su trabajo con los medios de comunicación locales. Hay varios medios de comunicación en español, tal como la Radio Campesina de Arizona, que llevan a cabo actividades de educación a los votantes para empoderar a las comunidades locales. Los medios de comunicación en inglés han empezado a encontrar formas creativas de llegar a las comunidades de habla hispana, como el noticiero ¿Qué Hay De Nuevo? de la Radio Pública de New Hampshire, que se asocia con la organización de verificación de datos Factchequeado para detectar y desmentir falsedades.
Las plataformas de redes sociales también deben invertir más recursos para erradicar la información errónea en las comunidades vulnerables. Las plataformas de redes sociales nunca contratan a suficiente personal con buen dominio del español. Si bien Meta, propietaria de Facebook e Instagram, afirma haber mejorado sus esfuerzos de moderación en español y aumentado sus inversiones desde 2021, ha sido criticada por depender excesivamente de organizaciones sin fines de lucro para detectar, identificar y analizar información errónea español, lo cual desvía recursos que originalmente estaban destinados a la defensa de los derechos y los servicios directos para la comunidad latina.
Meta y otras compañías deberían contratar a más hispanohablantes de diferentes regiones para moderar contenidos específicos, destinar más recursos para capacitar a los moderadores sobre las distintas particularidades de las comunidades latinas, y tomar medidas para crear y mejorar las bases de datos de información errónea específicas para cada región, con el objetivo de identificar con mayor rapidez y precisión las narrativas falsas repetidas en español.
Las plataformas de mensajería encriptada como WhatsApp también deberían tomar medidas para contrarrestar la divulgación de información errónea y, al mismo tiempo, mantener la privacidad de sus usuarios. Podrían comenzar por utilizar cuentas oficiales para compartir recursos explicativos simples con administradores de grupos grandes, a fin de ayudarles a detectar información errónea y proteger a sus comunidades. Estos recursos deberían considerar las particularidades culturales y lingüísticas para garantizar su eficacia y distribuirse proactivamente para ayudar a los administradores de grupos según las tendencias de la divulgación de información errónea.
A medida que los hispanohablantes sigan afianzándose como un bloque electoral y aumenten su influencia en los procesos democráticos, resulta esencial adoptar enfoques que se ajusten a los distintos contextos culturales y lingüísticos para combatir con eficacia la información errónea.
Traducción de Ana Lis Salotti.