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Análisis

El movimiento que rechaza los resultados de las elecciones ha disminuido su marcha, pero no ha desaparecido

Gran parte de la ciudadanía en 2022 votó en contra de los candidatos que negaban los resultados de las últimas elecciones, pero este movimiento sigue siendo una amenaza de cara a 2024.

Trump supporter holding a "Stop the Steal" sign
Michael Ciaglo/Getty

Muchas personas que negaban los resultados de las elecciones presidenciales se prepararon para hacerse de manera hostil con las elecciones de 2022. Docenas de candidatos, que creían en la teoría de Donald Trump sobre el robo de las elecciones de 2020 intentaron ganar el poder en numerosos estados del país y preparar el terreno para las elecciones de 2024 y las que vendrán luego. Pero noviembre de 2022 fue una importante derrota para el movimiento que niega las últimas elecciones presidenciales, un gran número de votantes en la mayoría de los estados pendulares cruciales rechazaron rotundamente a estos candidatos de ideologías extremas.

Nuestra democracia soportó la tormenta, y un grupo diverso de especialistas del Brennan Center ayudó a que así fuera. Nuestro equipo de abogados activistas, litigantes y estrategas de la comunicación combatieron contra muchas alegaciones falsas, protegieron el derecho al voto y se aseguraron de que los votos se contaran con precisión. Pero este movimiento antidemocrático está lejos de desaparecer.

Durante años, el Brennan Center ha afirmado que nuestras elecciones son seguras y precisas. Nuestras investigaciones, muy citadas en el ámbito electoral, demuestran que una persona promedio tiene más probabilidad de que le caiga un rayo que de cometer fraude electoral. Nuestros libros, estudios, testimonios, litigios y la historia de los últimos veinte años han dejado en claro que estas falsas alegaciones —a menudo motivadas por una xenofobia y un racismo no muy sutiles— no son un simple argumento, sino una mentira. Una gran mentira.

Después de la insurrección del 6 de enero, el esfuerzo de Trump pareció caótico y desacreditado. Pero sus aliados procuraron sistemáticamente quitar todos los obstáculos para robarse las próximas elecciones. Miles de personas que negaban los resultados de las elecciones presidenciales fueron contratadas para trabajar en sitios de votación, lo cual obligó a las autoridades electorales a prepararse para enfrentar una serie de alteraciones en sus procesos desde adentro. Hubo vigilantes de patrullas ciudadanas, algunos uniformados, que patrullaban los sitios de votación y filmaban a votantes afuera de los buzones de devolución de boletas para buscar indicios de fraude. Hubo legisladores estatales que continuaron tramando leyes que dificultan la votación y facilitan la interferencia electoral basándose en teorías conspirativas sobre el fraude electoral. Y hubo muchas personas candidatas que divulgaban teorías conspirativas, listas para ganar cargos estatales que les habrían dado una amplia autoridad sobre el mismo proceso que decían sin pruebas que se había manipulado para robarse las elecciones de 2020. “La negación de las elecciones surgió como una doctrina durante todo el ciclo electoral”, señaló Ian Vandewalker, abogado experto en el Programa de Democracia, que estudió la influencia de las donaciones en la contienda electoral por el cargo de secretario de estado.  

El día de las elecciones se desarrolló con calma y sin complicaciones, todo normal. Ello fue producto de una cantidad enorme de trabajo y preparación. Tal como lo dijo el Washington Post al citar nuestro trabajo, se parecía a las preparaciones que se realizaron para evitar que el problema informático del año 2000, conocido como “Y2K”, tuviera consecuencias catastróficas.

Y el electorado demostró que era algo importante. En Arizona, Míchigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, los candidatos y candidatas que negaron los resultados de las últimas elecciones y se presentaron para la gobernación, la fiscalía general y la secretaría de estado —cargos que desempeñan una función muy importante en la administración de las elecciones— sufrieron derrotas de castigo. (En Georgia, durante las primarias republicanas, la ciudadanía ya había rechazado a un candidato a secretario de estado que negaban las últimas elecciones). Pero no fue una derrota aplastante. Por ejemplo, ganaron muchos congresistas que siguen defendiendo las falsas alegaciones de fraude. Aun así, las palancas del poder sobre las elecciones quedaron en manos más sensatas. 

Cabe destacar que a las personas que rechazaron las elecciones presidenciales y se presentaron para ocupar la secretaría de estado en varios estados pendulares les fue peor que a otras personas candidatas del mismo partido político. En Míchigan, por ejemplo, la candidata a gobernadora aliada con Trump obtuvo unos 100,000 votos más que la prominente candidata a secretaria de estado que había rechazado los resultados de las últimas elecciones; el cargo que perdió tiene una enorme autoridad sobre las elecciones en el estado. “Parece que nos encontramos ante la prueba de que la negación de los resultados de las últimas elecciones le disgustó a una buena parte del electorado, por ejemplo, a votantes indecisos y del partido republicano”, explicó Vandewalker.  

A diferencia de lo que ocurrió en 2020, cuando el entonces presidente Trump se negó a aceptar su legítima derrota, la mayoría de las personas derrotadas que rechazaron aquellas elecciones concedieron su derrota enseguida en 2022, en especial en estados donde se invirtieron los resultados de las últimas elecciones presidenciales. En Nevada, Adam Laxalt, prominente candidato republicano para el Senado, que antes había afirmado que las elecciones de 2020 habían sido “manipuladas”, dijo durante su discurso de aceptación de su derrota en 2022: “Estoy seguro de que cualquier objeción a estas elecciones no va a alterar el resultado final”. Incluso entre las personas que no aceptaron su derrota enseguida, la mayoría solo presentó denuncias sobre el proceso sin grandes repercusiones. Por primera vez desde las elecciones de 2020, parece que podemos dar un suspiro de alivio.  

Las falsas alegaciones de fraude fueron desacreditadas en 2022. Sin embargo, aún siguen motivando numerosos esfuerzos por restringir el derecho al voto en todo el país. Nos mantuvimos al tanto de propuestas legislativas en casi una docena de estados que buscan restringir el acceso al voto, facilitar la interferencia partidista en las elecciones o amenazar a las personas y procesos que administran las elecciones. Trabajamos en colaboración con la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y la fundación de derechos civiles Legal Defense and Education Fund de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) para exponer la injusticia de numerosas acusaciones sin fundamentos que recibieron muchas personas en Florida —la mayoría, no blancas— después de haberse registrado para votar y luego votar, cuando presuntamente no eran elegibles y ni era legal. El año pasado también fue escenario de las primeras elecciones en Texas desde que se aprobó una ley desmesurada que procura suprimir el voto, la S.B. 1. Un equipo de investigadores del Brennan Center compuesto por Kevin Morris y Coryn Grange descubrió que, en este estado, durante las elecciones primarias de marzo, las personas negras, latinas y asiáticas votantes tuvieron por lo menos un 30 por ciento más de probabilidades de que se les rechazara su solicitud para recibir una boleta por correo o se les impugnara la boleta de voto que enviaron por correo. Además, a pesar de que hubo una gran participación en las elecciones legislativas de 2022, revelamos que la brecha racial en la participación electoral no solo persistió, sino que también se está agrandando en Georgia, un estado fundamental en el panorama electoral. Todo esto pone en evidencia un problema preocupante: estas leyes están debilitando cualquier esfuerzo por lograr una democracia inclusiva.

Las elecciones legislativas de 2022 fueron un éxito. Pero aún sigue habiendo candidatas y candidatos que no desisten en sus intentos por rechazar los resultados electorales. Donald Trump se vuelve a presentar para el cargo más alto de la nación, y el movimiento que él fomentó sigue haciéndose eco en algunos de los rincones más extremos del país. Las peligrosas mentiras que lo alimentan siguen impregnadas en nuestras elecciones. El antídoto contra la negación de los resultados de una elección no consiste en prevenir una crisis con una elección legislativa exitosa. Las elecciones de 2022 no fueron más que un ensayo de lo que puede pasar en 2024.

Seguiremos trabajando para desarmar este ataque multidimensional contra nuestra democracia. Para garantizar el futuro de unas elecciones justas, libres y seguras, hay que tener pautas nacionales de base, restaurar con solidez la Ley de Derecho al Voto y aprovechar la energía de nuestro movimiento multirracial una vez más para afirmar con fuerza: no se metan con nuestra democracia.

Traducción de Ana Lis Salotti.