Las elecciones de 2022 finalmente se acabaron, a una semana de que se hubiera emitido el último voto. Fue un resultado sorprendente y, en muchos aspectos, inspirador.
A pesar de la inflación, el temor al crimen y una atmósfera política tóxica reinante, la ciudadanía se tomó en serio la salud de nuestra democracia. Muchos grupos de defensa del derecho al voto, funcionarios electorales de los dos partidos políticos y las fuerzas policiales realizaron un enorme trabajo que marcó una diferencia visible y gigante. Algunas tendencias clave que se observaron durante estas elecciones van a ayudar a configurar la política de nuestro país de aquí en adelante.
En primer lugar, las elecciones se desarrollaron sin problemas, con justicia y en calma. ¿Por qué? ¿Dónde quedó la ola de problemas que se prometió y se temía que iba a ocurrir?
La respuesta es digna de resaltar: las autoridades electorales estaban preparadas. Se las había capacitado para reducir la tensión. Las fuerzas policiales en todos sus niveles —la policía estatal y local y los Departamentos de Justicia y de Seguridad Nacional— dejaron en claro que no iban a tolerar ningún ataque contra las elecciones (esto también es nuevo).
En segundo lugar, la ciudadanía se mostró resuelta a rechazar a las personas que negaban los resultados de las elecciones presidenciales y que ahora querían controlar la administración electoral. En seis estados pendulares clave, Arizona, Míchigan, Nevada, Georgia, Wisconsin y Pensilvania, hubo candidatos que apoyaban teorías conspirativas que, de haber ganado, habrían asumido puestos con los que podrían haber establecido las condiciones para las elecciones de 2024. Todos fueron derrotados (en Georgia, en las elecciones primarias de la primavera).
Estas derrotas no se debieron a una falta de recursos. Un grupo de megadonantes donó
decenas de millones de dólares en su apoyo, de acuerdo con una investigación del Brennan Center. Tampoco se debió a mensajes contradictorios. Casi una de cada tres publicaciones en Facebook y uno de cada cinco tuits realizados por candidatos a Secretarías de Estado difundió narrativas falsas sobre las elecciones, según Midterm Monitor, un proyecto elaborado por el Brennan Center en colaboración con la alianza Alliance for Securing Democracy.
Estos candidatos figuraban detrás de otros en la misma boleta. Miles de votantes en Nevada votaron por el candidato republicano para el Senado y por el nuevo gobernador republicano, por ejemplo, pero no por el candidato a secretario de estado que dijo que, si él y otros candidatos ganaban, iban a “arreglar” las elecciones de 2024 a favor de Donald Trump.
Los votantes que probablemente no habían pensado en este tema hace tres años hoy eligieron a sus candidatos con los ojos bien abiertos.
Igualmente, hay que ser claros: la fiebre no ha cedido completamente. Ganaron docenas de candidatos legislativos y congresuales que difundieron mentiras sobre las elecciones de 2020. En algunos aspectos, el apoyo a candidatos que niegan los resultados de las elecciones de 2020 siguió siendo increíblemente alto.
Sin embargo, gran parte de ese apoyo puede deberse al partidismo. Es muy poco común que el público haga oír su voz tan fuerte y clara en un tema tan preciso: a la ciudadanía le importó tanto la integridad de nuestra democracia que votó en contra de aquellas personas que desean debilitarla.
En algunos estados también se vio una tercera tendencia, aunque menos difundida. La ciudadanía votó a favor de medidas incorporadas en las boletas que fortalecen la democracia y, por lo general, en contra de aquellas medidas que restringen el acceso al voto.
Connecticut finalmente adoptó la votación anticipada. Míchigan amplió la votación anticipada y en ausencia y mejoró los requisitos de identificación de votantes. Nevada optó por una votación por orden de preferencia y un modelo de los primeros cinco ganadores que le daría a la ciudadanía más opciones para elegir durante una elección general, aunque este plan precisará otra votación para que se convierta en ley.
En Arizona, más del 70 por ciento de los votantes votó por colocar más restricciones a las donaciones anónimas en las campañas políticas y rechazó una medida que habría impuesto reglas de identificación de votantes más estrictas. Cabe destacar que la próxima causa que atenderá la Corte Suprema sobre la “teoría de las legislaturas estatales independientes” podría derribar estas y otras medidas tendientes a fortalecer la democracia.
Si bien estas elecciones de 2022 tuvieron una alta participación, esta mejora no cierra la brecha racial en la participación, tal como indica mi colega Kevin Morris en su informe. De acuerdo con los datos preliminares que tenemos por ahora, la participación en la votación anticipada en persona y por correo fue más alta entre la población blanca que en la población no blanca en cada uno de los 28 estados para los que tenemos datos sólidos individualizados. Esta brecha varió en tamaño, pero fue enorme en ciertas zonas. En Texas, aproximadamente el 40 por ciento de los votantes blancos emitió su voto antes del día de las elecciones, mientras que así lo hizo solo el 20 por ciento de los votantes no blancos. Actualizaremos estos datos muy pronto.
Y por supuesto, el expresidente sigue desparramando mentiras sobre nuestra democracia, mientras millones de estadounidenses siguen apoyando su posible candidatura.
Como conclusión, podemos decir que hemos observado, con creciente preocupación, el nacimiento de un movimiento antidemocrático que busca rechazar los resultados de las elecciones. Pero en 2022, vimos el surgimiento de un movimiento prodemocracia en los dos partidos políticos. Esta puede ser la historia de nuestra política de ahora en adelante... solo si luchamos para que así sea.
Traducción de Ana Lis Salotti.