Durante las elecciones de 2020, se observó un enorme aumento en la participación electoral: acudieron a las urnas de 2020 más votantes que en cualquiera otra elección presidencial del último siglo, a pesar de una pandemia global en curso. Este aumento se registró en todo el electorado, pero también en cada uno de los grupos raciales: en 2020 votaron más estadounidenses negros que en cualquier otra elección presidencial desde 2012, y la cantidad de votantes latinos y asiático-americanos también superó sus récords anteriores. (Desafortunadamente no tenemos cifras comparables para las comunidades indígenas de los Estados Unidos).
Estos triunfos se deben celebrar y así se ha hecho. Pero no deben malinterpretarse como una señal de que la discriminación racial durante las elecciones ya no es un problema gigante que continúa favoreciendo a los votantes blancos a niveles que deben remediarse.
Las elecciones de 2020 también deben recordarse por otra estadística en la participación: votó el 70.9 por ciento de los votantes blancos, mientras que lo hizo solo el 58.4 por ciento de los votantes no blancos. Como se muestra en el siguiente gráfico, en 2020 votaron el 62.6 por ciento de los votantes negros, el 53.7 por ciento de los votantes latinos y el 59.7 por ciento de los votantes asiático-americanos.
Se ha demostrado que el tipo de obstáculos puestos este año reduce la participación electoral muchísimo más entre los votantes no blancos. Se espera que esta brecha entre los votantes blancos y no blancos empeore aún más. Por eso debemos revertir estas nuevas restricciones electorales.
Se redujo la brecha, pero solo temporalmente
La diferencia entre la participación electoral entre los votantes blancos y no blancos se ha mantenido constante durante las últimas seis elecciones presidenciales, con muy pocas fluctuaciones dignas de destacar. En las elecciones de 2008 y 2012, con Barack Obama como candidato a presidente, la participación electoral entre los votantes negros fue la más alta desde 1996. Y en 2012, la brecha en la participación entre votantes blancos y no blancos se redujo 8 puntos porcentuales, una cifra récord desde 1996.
El siguiente gráfico demuestra que, después de alcanzar su punto récord más bajo en 2012, la brecha en la participación electoral volvió a agrandarse cuando alcanzó los 12.6 puntos porcentuales en las elecciones presidenciales de 2016 y los 12.5 en 2020.
El gráfico también muestra una disminución en la participación electoral entre los votantes no blancos entre las elecciones de 2008 y 2012. Después de la participación récord de 2008, muchas legislaturas estatales reaccionaron enseguida y aprobaron una avalancha de nuevas leyes electorales restrictivas que les dificultaron la participación en las urnas principalmente a los votantes no blancos.
En 2013, la Corte Suprema utilizó la reducción de la brecha en la participación electoral entre los votantes blancos y negros de 2008 y 2012, como se observa en el siguiente gráfico, como excusa para justificar la eliminación de algunas protecciones fundamentales contra la discriminación racial de la Ley de Derecho al Voto de 1965. Este fallo, en la causa Shelby County vs. Holder, les facilitó a los estados promulgar políticas electorales más restrictivas.
La brecha entre los votantes blancos y cada grupo racial
El año 2021 se parece al 2009 en el sentido de que la alta participación entre los votantes no blancos durante las elecciones presidenciales ha generado una serie de leyes electorales restrictivas, pero hay una diferencia crucial. Como lo indica el gráfico anterior, la brecha racial en la participación electoral se redujo entre 2004 y 2008, pero no entre 2016 y 2020. El contragolpe de 2021 viene en un momento en el que las desigualdades en la participación electoral entre los distintos grupos raciales son considerablemente más grandes que en 2008 y 2012.
Mientras que la brecha entre los votantes no blancos y blancos se mantenido más o menos estable durante las elecciones de 2016 y 2020, la brecha entre los votantes blancos y los de cada uno de los grupos raciales ha fluctuado. Como se demuestra en el siguiente gráfico, la brecha entre los votantes blancos y los votantes asiático-americanos se redujo significativamente, de los 16.3 puntos porcentuales en 2016 a los 11.3 puntos el año pasado, incluso cuando la brecha entre los votantes blancos y los votantes negros se extendió en comparación con 2016, de los 5.9 puntos porcentuales a los 8.3. Sin embargo, esto no significa que se cerró la brecha entre los votantes blancos y los votantes asiático-americanos. Como se puede ver claramente en el gráfico, esta brecha antes había sido enorme y, si bien en 2020 alcanzó su punto más bajo en casi veinte años, la participación entre el electorado blanco sigue superando por más de 10 puntos a la participación electoral entre los votantes asiático-americanos.
Esta reducción de la brecha entre los votantes blancos y los votantes asiático-americanos se vio neutralizada por una mayor brecha en la participación de votantes blancos y negros de 2016 a 2020. Como se ve en el gráfico, esta brecha ha crecido constantemente desde 2012. En 2020, alcanzó el punto más alto desde por lo menos las elecciones de 1996.
La brecha en la participación entre los votantes blancos y los latinos siempre ha sido muy grande y lo siguió siendo en 2020. Con 17.2 puntos porcentuales, la brecha entre los votantes blancos y los latinos fue más grande que cualquier otra brecha racial y ha permanecido casi inmóvil desde 2016.
Como se mencionó más arriba, los datos de la Oficina del Censo que utilizamos para este análisis no nos permitieron evaluar la participación electoral relativa de otro grupo que suele salir perjudicado por las leyes electorales discriminatorias: las comunidades indígenas de los Estados Unidos. Sin embargo, sí sabemos por el Congreso Nacional de Indios Americanos que los votantes registrados de este grupo participan menos en las elecciones que los de cualquier otro grupo racial y que enfrentan dificultades muy específicas a la hora de tener acceso a las urnas, además de las que enfrentan las otras comunidades no blancas.
El contragolpe del 2008 versus el de hoy
Al igual que el contragolpe que le siguió a la alta participación electoral de 2008, hoy en día estamos observando la introducción de otra ola de leyes electorales restrictivas, además del fallo en la causa Brnovich vs. Comité Nacional Democrático, otra decisión de la Corte Suprema que debilita la Ley de Derecho al Voto y hará aún más difícil impugnar las leyes electorales racialmente discriminatorias. Sin embargo, este contragolpe no viene después de la mayor reducción en la brecha racial que se haya registrado en toda una generación. Esta vez, viene tras una brecha racial en la participación electoral que se mantuvo inmóvil, e incluso creció entre los votantes negros. A lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos, las organizaciones políticas movilizaron con éxito a las comunidades no blancas durante las elecciones de 2020. Pero la participación electoral general récord que se logró no fue suficiente para cerrar la brecha racial. Encima, con la decisión de la Corte Suprema en la causa Brnovich, las protecciones de Ley de Derecho al Voto para las minorías raciales son más débiles que nunca. Es fundamental poner freno a las nuevas leyes electorales restrictivas y brindar herramientas para luchar contra la discriminación racial en las urnas.
Nota: Durante este análisis, dividimos la cantidad estimada de votos emitidos por votantes elegibles (población ciudadana estimada mayor de 18 años de edad) según cada grupo racial de la Tabla 4(B) para 2006–2020, Tabla 4(A) para 2000–2004 y 1996, y Tabla 4 para 1998.
Traducción de Ana Lis Salotti.