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Análisis

Las prisiones en el norte de Europa demuestran cómo priorizar la dignidad

Lo que aprendimos sobre modelos más humanos de justicia penal al acompañar a líderes correccionales, responsables de elaborar políticas públicas, y grupos de defensa en sus viajes a Alemania y Noruega.

abril 16, 2025
Aerial photo of prison in Germany
Holger Weitzel/Getty
  • Las poblaciones penitenciarias de Alemania y Noruega son de aproximadamente 58,000 y 3,000 personas, respectivamente, mientras que Estados Unidos tiene casi 2 millones de personas encarceladas.
  • Si bien ciertas políticas del norte de Europa no funcionarían en los Estados Unidos, hay otras que, por lo menos, deberían intentarse.

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El enfoque del norte de Europa que prioriza la dignidad durante el encarcelamiento ofrece una fuente de inspiración y una base práctica para implementar iniciativas en los Estados Unidos que incorporen estos nuevos métodos correccionales. También es revelador, porque estas prácticas pueden ayudar a reducir la reincidencia y la población penitenciaria en nuestras prisiones y cárceles superpobladas sin poner en peligro la seguridad.

Si bien estos enfoques y prácticas no son la panacea que resolverá la crisis correccional estadounidense, algunos principios centrales basados en la reducción del daño están comenzando a aplicarse en los Estados Unidos.

A fines del año pasado, el Brennan Center se unió a personal y líderes correccionales, otras organizaciones de defensa, académicos, profesionales y responsables de elaborar políticas en dos viajes a Noruega y Alemania para conocer más sobre las leyes y filosofías de estos dos países en torno a sus políticas de justicia penal y el encarcelamiento.

Amend, una organización de la Universidad de California en San Francisco, organizó el viaje de inmersión de septiembre a Noruega, a fin de inspirar un cambio en las prácticas de las prisiones estadounidenses. Al mes siguiente, una delegación estadounidense viajó a Berlín para conocer mejor el sistema alemán y facilitar una ambiciosa reforma de justicia penal en los Estados Unidos. El Vera Institute of Justice organizó ese viaje.

Las dos experiencias arrojaron luz sobre el compromiso de ambos países con los derechos humanos y la dignidad de las personas acusadas o condenadas por cometer un delito.

El foco de las prácticas penitenciarias del norte de Europa no es nada nuevo. Durante los últimos veinte años, el personal y líderes correccionales, grupos de defensa, funcionarios gubernamentales, investigadores y quienes elaboran políticas en los Estados Unidos han viajado al norte de Europa para conocer más sobre las distintas filosofías correccionales y cómo podrían traducirse en cambios positivos para el sistema de justicia estadounidense.

Esas visitas impulsaron reformas penitenciarias en estados tan dispares como California, Míchigan, Dakota del Norte, Oregón, Pensilvania, Carolina del Sur y Washington.

Algunos de los proyectos en Estados Unidos inspirados en esos viajes son, entre otros, la iniciativa Restoring Promise del Instituto Vera, que crea unidades de vivienda basadas en la dignidad para jóvenes encarcelados; Little Scandinavia, un programa piloto en una prisión de Pensilvania que aplica determinadas prácticas correccionales escandinavas; y Washington Way, una alianza estatal con la organización Amend que busca reformar las políticas y prácticas penitenciarias centradas en la dignidad y la salud del personal correccional y de las personas encarceladas.

Lo aprendido durante esos viajes también sentaron la base para el trabajo de Amend en muchos estados como California, Dakota del Norte y Oregón con el objetivo de ayudar a transformar las prisiones estadounidenses y hacerlas más seguras.

Esos viajes también inspiraron a otros grupos como One Voice, una organización que reúne a personal de primera línea y líderes de sindicatos correccionales y aboga por reducir el daño que causan las prisiones sobre el personal y las personas encarceladas. Arnold Ventures está ayudando a financiar investigaciones que estudian los efectos de algunos de estos programas sobre la violencia en las prisiones y la reincidencia.

Alemania y Noruega llegaron a sus filosofías correccionales de diferentes maneras.

La Segunda Guerra Mundial influyó en la forma en que el sistema alemán de justicia trata a sus ciudadanos. El primer artículo de la constitución de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial estipula que la “dignidad humana es inviolable” y que el estado está obligado a proteger la dignidad de todas las personas, incluso en prisión.

Los oficiales correccionales alemanes visitan campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial para conocer más sobre las atrocidades del nazismo y comprender mejor el mayor riesgo que se corre cuando se abusa del poder.

La implementación de Noruega de un sistema de encarcelamiento más humano fue una decisión proactiva tomada durante los años 90, luego que una comisión gubernamental estudiara los orígenes de la violencia crónica en las prisiones y los malos resultados tras la puesta en libertad de las personas encarceladas.

Aspectos clave de los sistemas correccionales en Alemania y Noruega

Normalización

Los dos países tienen la misma filosofía que considera que las prisiones deben minimizar los efectos perjudiciales inherentes de la institucionalización. Esta filosofía se traduce en iniciativas que procuran hacer que la vida en prisión se parezca a la vida en libertad en la mayor medida posible y de la forma más segura posible.

En los dos países, vimos que casi todas las personas encarceladas tenían sus propias celdas y baños, y algunas hasta tenían duchas privadas, incluso en prisiones de máxima seguridad. En Noruega, recorrimos una prisión al aire libre en una isla, donde los hombres viven en casas sin personal correccional.

Durante el conteo nocturno, los oficiales correccionales caminan hasta las casas, socializan con sus residentes encarcelados, comparten un café y luego se van. Muchos de estos hombres andan en bicicleta por la isla o toman un ferry público hasta una ciudad enfrente para ir a trabajar o tomar clases.

Profesionalización del personal correccional

Tanto Alemania como Noruega invierten enormes cantidades de recursos en la capacitación del personal correccional. En Noruega, todos los oficiales correccionales reciben al menos dos años de capacitación pagada, tanto en la Academia Correccional Noruega como durante entrenamientos prácticos en las prisiones. También reciben un título universitario cuando completan la capacitación.

Visitamos la academia y pasamos tiempo con algunos de sus estudiantes, que estudian derecho, psicología, ética, criminología y técnicas de reducción de la escalada de violencia.

En Alemania, todo aspirante a oficial correccional debe pasar de 18 a 24 meses aprendiendo sus funciones y, mientras lo hace, se le paga un salario. Los oficiales estudian las leyes correspondientes y toman clases de ética y ciencias sociales. En cambio, los oficiales correccionales de Estados Unidos reciben muy poco entrenamiento y, en algunos estados, tienen tan solo seis semanas de capacitación.

Seguridad dinámica

Uno de los aspectos más importantes de los sistemas penitenciarios que visitamos —y el más sutil— fue su firme compromiso con una filosofía conocida con el nombre de “seguridad dinámica”, que se centra en invertir en las relaciones humanas como la clave para aumentar la seguridad.

Este filosofía se pone en práctica cuando, por ejemplo, un oficial correccional le pregunta a una persona encarcelada cómo está, cuando comparten una comida o simplemente se saludan con un apretón de manos.

Si bien muchos oficiales correccionales en Estados Unidos saben cómo practicar la seguridad dinámica, hace muy poco que se ha vuelto más común en las capacitaciones de oficiales correccionales, y su práctica sigue siendo muy limitada. Por lo general, las políticas de antifraternización han impedido que la seguridad dinámica se convierta en una norma practicada en los Estados Unidos.

Modelo de importación

Noruega practica el “modelo de importación”, un enfoque que muchos oficiales correccionales noruegos admiten, con orgullo, habérselo “robado” a Suecia. Según este modelo, las entidades gubernamentales responsables de brindar servicios públicos esenciales como los servicios de salud y educación, y el acceso a bibliotecas públicas, son también los responsables de brindar esos mismos servicios dentro de las prisiones, lo cual garantiza una mejor continuidad tras la puesta en libertad. Por ejemplo, las bibliotecas penitenciarias tienen los mismos libros y videos que las bibliotecas comunitarias.

Con este modelo, se aseguran de que, por ejemplo, los servicios de educación y atención de salud sean prestados dentro de las instituciones penitenciarias por los mismos proveedores locales y municipales y de la misma forma en que lo hacen en la comunidad.

Por lo tanto, en Noruega, por ejemplo, el Ministerio de Educación es la entidad responsable de brindar educación en las prisiones, no el servicio correccional. El acceso a la educación no depende de la presencia de voluntarios que, de repente, inician un programa en una prisión determinada.

Posibles vías para mejorar las prisiones estadounidenses

Los medios de comunicación suelen mostrar a Noruega y Alemania como el mejor ejemplo de la práctica correccional, pero varios oficiales de los dos países mencionaron sus propias dificultades y su constante esfuerzo por mejorar. Por ejemplo, quieren aumentar las visitas que reciben las personas encarceladas, que pueden ser mucho menos frecuentes que en los Estados Unidos.

Las personas encarceladas que conocimos en nuestro viaje no tenían acceso a tablets para enviar y recibir correos electrónicos o entretenerse, como ocurre en muchas prisiones de los Estados Unidos. Y algunas personas encarceladas en Noruega y Alemania señalaron la falta de acceso a espacios al aire libre y la gran parte de tiempo que pasan en sus celdas.

Los viajes a otros países para estudiar sus sistemas de justicia son reveladores, pero deben considerarse con un claro entendimiento de las diferencias que existen con los Estados Unidos.

Las poblaciones penitenciarias de Alemania y Noruega son de aproximadamente 58,000 y 3,000 personas, respectivamente, mientras que Estados Unidos tiene casi 2 millones de personas encarceladas.

Además, Alemania y Noruega son estados de bienestar social con una amplia cobertura en sus sistemas de salud, garantías de ingresos mínimos y beneficios en materia de vivienda, entre otros servicios gubernamentales, lo cual hace que el modelo de importación sea difícil de implementar en los Estados Unidos, incluso aunque sea parcialmente.

Además, las prisiones noruegas están sufriendo una escasez significativa de personal correccional —el número de oficiales penitenciarios bajó un 15 por ciento entre 2022 y 2024—, y las prisiones estadounidenses también están enfrentando una importante crisis de personal correccional.

En los Estados Unidos, el número de oficiales correccionales ha estado disminuyendo durante más de diez años. En 2022, la población penitenciaria estatal aumentó un 2.2 por ciento, mientras que el número de oficiales correccionales se redujo en un 12 por ciento.

Si bien ciertas políticas del norte de Europa no funcionarían en los Estados Unidos, hay otras que, por lo menos, deberían intentarse. Por otro lado, más allá de las políticas individuales, comprender las distintas prácticas correccionales y su filosofía global puede tener un efecto valioso a la hora de motivar al personal y líderes correccionales a innovar y experimentar.

En Noruega, el fundador de Amend, Dr. Brie Williams, habló de la importancia de demostrarles al personal y líderes correccionales y a quienes elaboran políticas que “hay una forma completamente diferente de hacer el trabajo que hacen, una forma que se centra en la salud, el bienestar, la rehabilitación y la dignidad humana”.

Y el presidente del Instituto Vera, Nick Turner, nos recordó, durante nuestro viaje a Alemania, que debemos insistir y preguntarnos por qué no podemos cambiar prácticas que no funcionan para el personal correccional, ni para las personas encarceladas, ni para las comunidades en su sentido más amplio.

Esa pregunta motiva al Brennan Center a comprender cómo brindar apoyo para implementar prácticas más humanas en las prisiones estadounidenses. Este año, publicaremos un informe que detalla el trabajo crucial que se está llevando a cabo en los Estados Unidos para reducir drásticamente la violencia y el daño en las prisiones.

Varias de estas iniciativas también han aumentado la retención del personal y mejorado los resultados durante la reinserción social de las personas encarceladas. Queremos presentar una visión clara de cómo sería tener un sistema de justicia más justo, humano y efectivo. Mejorar las condiciones y los resultados de las personas encarceladas es un objetivo común para todo el espectro político.

Traducción de Ana Lis Salotti.