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Análisis

Restringir la libertad de votar
 

La Ley SAVE sería una de las peores leyes electorales en la historia del Congreso.

Enero 28, 2025
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Matt Chase

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  • El Congreso se prepara para tratar una legislación que podría restringir el voto a millones de personas ciudadanas estadounidenses elegibles.
  • Obligaría a toda persona ciudadana a presentar un documento como un pasaporte o un certificado de nacimiento cada vez que se registre para votar.
  • Más de 21 millones de votantes elegibles no tienen fácil acceso a estos documentos.

Entre el drama y las declaraciones grandilocuentes que consumen al poder ejecutivo, el Congreso se prepara para tratar una legislación que podría restringir el voto a millones de personas ciudadanas estadounidenses elegibles.

Este proyecto de ley sería la peor ley electoral que haya aprobado el Congreso desde que tengamos memoria, probablemente desde toda su historia. Les impediría registrarse para votar a millones de personas ciudadanas elegibles.

Y en el clamor del momento, podría pasar desapercibida. Quienes defiendan la democracia debemos levantarnos, ponernos firmes y llamar la atención enérgicamente sobre sus peligros.

Se llama la Ley SAVE. Obligaría a toda persona ciudadana a presentar un documento como un pasaporte o un certificado de nacimiento cada vez que se registre para votar, aún en los casos en que la persona se vuelva a registrar porque se mudó. Este nuevo requisito nacional sin precedentes tiene el potencial de impedirles votar a millones de estadounidenses elegibles.

Más de 21 millones de votantes elegibles no tienen fácil acceso a estos documentos. La mayoría de la población estadounidense simplemente no tiene pasaporte. (¿Cómo se van a Francia de vacaciones de verano sin un pasaporte?). Millones más tienen un certificado de nacimiento, pero no saben dónde está o no lo tienen a mano. (¿Estará en una caja en el armario de mi madre? Sé que lo vi en algún lado).

Algunas personas son más propensas a no tener estos documentos que otras, como las personas mayores o las más jóvenes, las personas votantes no blancas y los millones de mujeres casadas que han cambiado el apellido (y, por lo tanto, sus documentos no coinciden).

La ley propuesta perjudicaría los métodos más usados de registro de votantes, como el registro por correo conforme a una ley federal anterior (la Ley de Registro Nacional de Votantes de 1993) o el registro por internet en los sitios web de los gobiernos estatales. Sería un arrebato de poder del gobierno federal, todo para restringir el voto.

Dos estados intentaron implementar una versión de la Ley SAVE en los últimos diez años: en Kansas y Arizona, estas reglas impidieron que decenas de miles de ciudadanos elegibles pudieran registrarse para votar. Al final, en Kansas la regla fue anulada por completo, mientras que en Arizona se prohibió aplicar la restricción en las elecciones federales.

Prevemos que la Cámara de Representantes someta esta medida a votación tan pronto como la semana próxima. Los políticos proclamarán que están protegiendo la integridad de las elecciones. Pero las leyes federales y estatales ya establecen que solo las personas ciudadanas pueden votar en las elecciones federales y estatales en Estados Unidos.

Los estados implementan múltiples sistemas para garantizar que solo la ciudadanía estadounidense pueda votar. Y, por lo tanto, las excepciones son ínfimamente raras. Para los políticos, se considera una metedura de pata cuando dicen la verdad sin querer. El año pasado, el presidente de la Cámara de Representantes Mike Johnson reconoció que no tenía pruebas de ningún comportamiento ilícito. “Todos sabemos intuitivamente que muchos ilegales votan en las elecciones federales”, afirmó, pero luego admitió: “Pero no es algo que se pueda probar fácilmente”. De hecho, es algo que se puede desmentir fácilmente.

Si la Ley SAVE se aprueba en la Cámara de Representantes, pasaría al Senado. Dado que no es un tema presupuestario, quienes se oponen tendrán la oportunidad de exigir el debate. Se necesitarían 60 votos para pasar a una votación final.

¿Por qué el Congreso consideraría una medida tan retrógrada? Por pura política. Es parte de un esfuerzo más amplio de restringir la libertad de votar, particularmente en contra de determinadas poblaciones de estadounidenses. Un partido republicano que ha abrazado las teorías conspiratorias de Donald Trump las convertiría en ley. Sin decirlo, parecen querer que la medida les impida votar al tipo “incorrecto” de votantes. En los últimos años, los demócratas trataron de impulsar fuertes proyectos de ley a favor del derecho al voto, pero se quedaron cortos. Luchar contra estas medidas severamente restrictivas como la Ley SAVE pondrá a prueba su compromiso con la causa de la democracia.

Nuevamente, es imposible exagerar la magnitud del impacto que este proyecto de ley tendría sobre millones de estadounidenses. A diferencia de una orden ejecutiva o un tuit del presidente, esta medida quedaría plasmada en el código de leyes y se aplicaría a los votantes de todos los estados. En 2016, escribí el libro The Fight to Vote (La lucha por el voto), que analiza los 250 años de historia de la expansión del derecho al voto en nuestro país. Cuando el gobierno federal intervino, casi siempre lo hizo para garantizar el derecho al voto para más ciudadanos. Esta sería la primera vez, que yo sepa, en la que Washington intervendría para quitarles ese derecho a millones de personas.

Trump sigue empujando la mentira de que, en realidad, ganó las elecciones de 2020. Perdonó a casi 1,600 insurrectos —muchos de ellos, violentos—, que invadieron el Capitolio con la intención de anular las elecciones. Esta vez, Trump ganó de verdad.

Pero también lo hicieron los miembros de este Congreso. El público le otorgó al partido republicano mayorías muy ajustadas en las dos cámaras, pero los demócratas aún conservan una importante porción de poder como para bloquear cualquier ley peligrosa que llegue al Senado. La votación a favor de esta medida equivocada podría impedirles a millones de votantes registrarse y votar.

La ciudadanía, en general, no le presta mucha atención a la política, pero, cuando le quitan un derecho sagrado, se da cuenta y se enoja. Como nunca, el derecho al voto exige una lucha por el voto.

Traducción de Ana Lis Salotti.