A medida que se publican los datos de la participación en las últimas elecciones legislativas para cada estado, se hace cada vez más evidente que seguimos en un período de muy alta participación en las urnas. Las últimas cifras del proyecto informativo sobre elecciones U.S. Elections Project sugieren que la participación en las elecciones de 2022 tuvo apenas unos pocos puntos porcentuales menos que la de 2018, año que se registró la participación más alta del último siglo en una elección legislativa.
De todas formas, cabe recordar que una alta participación electoral no está distribuida equitativamente entre todo el electorado. La participación en las elecciones de votantes no blancos ha sido siempre más baja que la de votantes blancos, y esta brecha racial se ha ensanchado en jurisdicciones que antes estaban amparadas por la Ley de Derecho al Voto, hasta que la Corte Suprema eliminó la condición de aprobación previa en 2013.
Mientras que la mayoría de los estados aún no han enviado sus datos oficiales sobre votantes de 2022 con todo el resto de los datos provistos el día de las elecciones, Georgia sí ya ha publicado los suyos. En particular, cabe analizar los datos sobre la participación en las elecciones de Georgia porque allí la ley del Senado S.B. 202, promulgada hace poco, estableció múltiples obstáculos para votar.
En Georgia, los latinos (incluyendo los portugueses) representan el 5 por ciento de la población ciudadana en edad de votar. Los blancos representan el 58 por ciento, los negros un 32 por ciento y los asiáticos el 3 por ciento.
Un análisis del Brennan Center ya reveló que la brecha en la participación en las elecciones primarias de 2022 en Georgia entre la población blanca y la población negra fue la más alta desde, por lo menos, el año 2014. Si bien hubo una cifra de participación parecida entre las elecciones de este noviembre y las legislativas de 2018, nuestro nuevo análisis demuestra que siguió habiendo una importante brecha racial en esta participación.
En realidad, si bien la participación total no cambió demasiado en comparación con la del 2018, esta alta cifra de participación oculta el hecho de que la participación entre la población blanca aumentó y entre la población no blanca disminuyó, la cual se compensa una con la otra, tal como lo demuestra la siguiente gráfica. (Ver la nota al final del artículo para saber más sobre los datos y los métodos).
La participación en las elecciones legislativas de este año entre la población blanca fue más alta que entre la población no blanca, con una diferencia de 8.6 puntos porcentuales, la diferencia más alta que en cualesquiera elecciones generales de la última década y aproximadamente el 50 por ciento más alta que en las últimas dos elecciones legislativas.
La brecha en la participación en las elecciones de este año se vio afectada por una brecha mucho más amplia entre la población blanca y la población negra. También fue la más alta de la última década y casi el doble de la observada en 2014 y en 2018.
Para darles perspectiva a estos porcentajes, se puede afirmar que, si el electorado no blanco hubiera participado al mismo nivel que lo hizo el electorado blanco en las elecciones legislativas de este año, se habrían contado más de 267,000 boletas más. La mayoría (unas 176,000) habría sido emitida por la población negra. Estas “boletas faltantes” son muchísimas más que las que el senador Raphael Warnock habría necesitado para evitar ir a la segunda vuelta en diciembre (43,690).
Hay varios factores que repercuten en la participación electoral, entre ellos, los recursos de los sitios de votación y el clima; por lo tanto, no podemos decir con certeza si la ley S.B. 202 es la causa de una mayor brecha en la participación electoral. Sin embargo, esta ley ha sido objeto de varios juicios —incluso uno presentado por el Departamento de Justicia de la nación— con el argumento de que esta ley es racialmente discriminatoria. Y es probable que algunas de las disposiciones de esta ley hayan desalentado a no votar a muchos más votantes no blancos o evitado que muchos más votantes no blancos vayan a votar, por ejemplo, por haber restringido el voto por correo y el acceso a buzones para depositar boletas.
Si bien una mayor participación en las urnas es digna de celebrar, esta no es una indicación de que las leyes electorales restrictivas sean inofensivas. Una alta cifra en la participación en las elecciones puede ser especialmente nociva si enmascara niveles de participación que suben para la población blanca y bajan para la población no blanca.
Datos y métodos
Para calcular la participación racial en cada elección, utilizamos los reportes de datos de la plataforma L2 luego de las elecciones generales. Los datos utilizados tienen las siguientes fechas: 5/16/2015, 1/27/2017, 12/22/2018, 2/4/2021 y 11/20/2022.
Los votantes en Georgia indican su raza ellos mismos, datos que L2 incorpora en sus reportes. Para aquellas personas que no indicaron su raza, utilizamos el método bayesiano completo de geocodificación mejorada de apellidos, ofBISG, para todo el bloque. Para las elecciones de 2014, utilizamos el método fBISG con los datos del censo de 2010; para las otras elecciones, utilizamos el método fBISG con los datos del censo de 2020. Sumamos las probabilidades previstas para determinar la cantidad de boletas emitidas por votantes de cada raza/etnicidad. En cada año, el denominador se obtiene de las cifras de la población ciudadana en edad de votar (CVAP), recogidas en la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense (ACS), que abarca cinco años. En 2022, utilizamos las cifras de la CVAP de 2020, ya que son los últimos datos disponibles.
Traducción de Ana Lis Salotti.