Skip Navigation
Análisis

Los inmigrantes latinos no son enemigos extranjeros

Algunos políticos quieren abusar de un poder presidencial peligroso que permite deportar a personas no ciudadanas sin ninguna salvaguarda ni el debido proceso.  

Octubre 10, 2024
Collage of images of World War II internment and modern-day migrant detentions
Mel Haasch

Suscríbete aquí al boletín informativo del Brennan Center en español

Cuando los grupos antiinmigrantes utilizan la palabra “invasión” para describir el arribo de inmigrantes en la frontera de Estados Unidos, no solo se están aprovechando de una historia xenofóbica de hostilidad hacia las personas inmigrantes o de las teorías conspirativas del nacionalismo blanco sobre el reemplazo demográfico.

No solo están tratando de rememorar una zona de guerra anárquica de violencia y criminalidad, no importa que, en realidad, las personas inmigrantes son menos propensas a cometer delitos que las personas ciudadanas.

Estos grupos están utilizando la palabra “invasión” para insinuar que se deben tomar drásticas medidas de emergencia para proteger al territorio estadounidense.

Este año, a lo largo de toda su campaña electoral, el expresidente Donald Trump ha sugerido la idea de realizar deportaciones masivas, principalmente de personas inmigrantes latinas. Y ha prometido invocar una peligrosa y anticuada ley que podría darle al poder ejecutivo toda la autoridad que necesita para deportar a personas no ciudadanas —incluso a residentes permanentes y refugiados— sin el debido proceso, sin controles de las otras ramas del gobierno y sin ninguna salvaguarda para proteger las libertades y derechos civiles de las personas.

Esta ley es la Ley de Enemigos Extranjeros (Alien Enemies Act), una facultad que se puede aplicar únicamente en tiempos de guerra, invasión o incursión depredadora. Tal como lo deja en claro un nuevo informe del Brennan Center, este poder ya es peligrosamente demasiado amplio y abiertamente discriminatorio. Y usarlo durante tiempos de paz sería un abuso espantoso. Esta ley debe eliminarse.

Según algunas interpretaciones actuales, la Ley de Enemigos Extranjeros permite al presidente detener y deportar a “toda” persona inmigrante no naturalizada proveniente de una nación hostil, sin importar su condición legal ni su conducta, ni cuánto tiempo hace que vive en los Estados Unidos. Incluso se ha utilizado en contra de personas que nacieron en un país neutral, pero cuyos padres provenían de un país hostil.

La ley no solo es peligrosa en las manos incorrectas, sino también completamente innecesaria. Hoy en día, los Estados Unidos tiene otros medios para protegerse del sabotaje o espionaje extranjero en tiempos de guerra, medios que no implican la persecución injusta de una persona por su lugar de procedencia o su identidad étnica.

La Ley de Enemigos Extranjeros ha sido aplicada tan solo tres veces durante los doscientos años desde su aprobación, de las cuales la más notoria fue utilizada como justificación de los campos de internamiento para japoneses que se crearon durante la Segunda Guerra Mundial. A raíz de este uso pasado, congresistas y legisladores han publicado disculpas, se ha reparado a las víctimas y se ha exigido la total eliminación de una ley que representa algunos de los episodios más vergonzosos de la historia estadounidense.

Ahora, algunos políticos antiinmigrantes quieren usar este poder de los tiempos de guerra como una facultad de deportación superamplia en tiempos de paz con el pretexto de que están protegiendo a los Estados Unidos de una “invasión” perpetrada por carteles mexicanos que trafican drogas y personas.

No queda claro si los tribunales vayan a impedir este uso y la politización de la ley en tiempos de paz, porque la justicia suele delegarle la autoridad al presidente o al Congreso en “cuestiones políticas” sobre la seguridad nacional. Además, la Ley de Enemigos Extranjeros no ha sido puesta a prueba en la justicia desde que se la aplicó por última vez durante la Segunda Guerra Mundial.

El informe del Brennan Center ofrece los argumentos jurídicos en contra de la ley, así como en contra de cualquier abuso de la ley para promulgar deportaciones masivas en ausencia de una guerra. Pero el Congreso también podría tomar cartas en el asunto y revocar la ley mucho antes de que cualquier presidente intente usarla o abusar de ella.

La Ley de Enemigos Extranjeros es injusta, racista e ineficiente. Y, dada la forma en que algunos grupos buscan emplearla en contra de las personas inmigrantes, es lo suficientemente amplia como para invitar al abuso durante tiempos de paz.

Esta ley era vergonzosa y peligrosa cuando se creó hace 200 años. Ahora lo es más todavía. Debe ser revocada o anulada.

Traducción de Ana Lis Salotti.