Es un momento crucial para el estado de derecho en Estados Unidos. Donald Trump enfrenta al menos cuatro investigaciones criminales, dos de ellas ante un gran jurado federal. Otra está transcurriendo en el condado de Fulton en Georgia, donde Trump fue pillado y grabado pidiéndole al secretario de Estado Brad Raffensperger que lo ayudara a “encontrar” suficientes votos adicionales para anular las elecciones presidenciales de 2020.
Además, la semana pasada Trump anunció que pronto lo arrestarían en Nueva York. ¿Tal vez lo escuchaste?
Desde entonces, nos han sometido a un torbellino de especulación y comentarios en que los hechos brillan por su ausencia. Mi consejo: conservar la calma. Esperemos a que el jurado de acusación examine las pruebas y vote sobre posibles cargos antes de ofrecer opiniones sobre su justificación. El exabogado de Trump Michael Cohen ya fue a la cárcel por su papel en la intriga para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels. Además, es probable que haya detalles y hechos que todavía no son de conocimiento público. O sea que me abstendré de hacer comentarios sobre este caso. Muy pronto nos enteraremos.
Sin embargo, hay varias cosas que ya sabemos.
En primer lugar, como bien lo expresó John Adams, el nuestro debe ser “un gobierno de leyes, no de hombres”. Ningún otro expresidente de Estados Unidos ha enfrentado cargos penales, lo que refleja una sólida costumbre democrática. Pero Trump se burla de las leyes como pocas otras figuras públicas jamás lo han hecho. Además, expresidentes de otras democracias estables (entre ellas, Francia e Israel) han enfrentado culpabilidad legal. Llevamos a funcionarios públicos corruptos ante los tribunales todo el tiempo. Nos esforzamos por tener un sistema legal que haga que todos aquellos que trasgreden la ley rindan cuentas por sus actos. Nadie debe estar por encima de la ley, ni los expresidentes.
En segundo lugar, no podemos abstenernos de mencionar el escandaloso atentado contra el imperio de la ley perpetrado por Trump y sus partidarios. Tiene todo el derecho de pegar de alaridos ante la posibilidad de ir a la cárcel. Pero Trump llegó mucho más lejos, con amenazas de “muerte y destrucción” si se presentan cargos en su contra, dijo que el fiscal del distrito de Manhattan Alvin Bragg es un “animal” y publicó una imagen en la que amenaza a Bragg con un bate de béisbol, entre otras cosas.
Trump intenta incitar la maquinaria de violencia que vimos el 6 de enero de 2021. Debemos recordar que la institución que protege al país de los juicios maliciosos son los tribunales, no las multitudes.
Los congresistas que permiten que Trump se salga con la suya también han estado ocupados. El senador Rand Paul (R-KY) hizo un llamado al arresto de Bragg. Republicanos que presiden comités en la Cámara de Representantes exigieron que brinde testimonio sobre la investigación en curso. El Congreso tiene la facultad de examinar la política estatal y federal, pero la tentativa del Partido Republicano de interferir con una acusación por un condado, como lo puso Bragg, “es una investigación sin precedente por funcionarios públicos del gobierno federal sobre un caso pendiente”.
A estos legisladores no les interesa el estado de derecho en Nueva York; les preocupa un acusado en Nueva York. Ciertos legisladores en Georgia también respondieron al posible juicio en el condado de Fulton con propuestas legislativas para crear una junta supervisora que podría castigar o incluso destituir a fiscales de distrito.
Un comentario final: No hay otra persona más calificada que Alvin Bragg para tomar las difíciles decisiones de este caso. Es competente, inteligente y de principios; es fiscal y funcionario público desde hace más de dos décadas, y una potente voz a favor del concepto de que la seguridad pública y la imparcialidad van de la mano. (Mi colega Lauren-Brooke Eisen, que dirige el Programa de Justicia del Brennan Center, estuvo entre los presidentes de su equipo de transición cuando pasó a ser fiscal de distrito en 2022).
A quienes les importa el imperio de la ley y la administración imparcial de justicia deben reconocer que el llamado de Trump a la violencia contra Bragg y su equipo representa una escandalosa interferencia con el proceso judicial que está motivada por la política. Si llevan a juicio a Trump en Manhattan, será porque un jurado de acusación encontró motivos razonables, en base a evidencia legalmente suficiente, para creer que cometió un delito.
Bragg dice que “continuará siguiendo los hechos y guiándose por el estado de derecho en todo lo que hacemos”. Ni John Adams lo podría haber dicho mejor.
Traducción de Keynotes Translations and Editorial Services