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Explicativo

¿Qué es la 19.ª Enmienda que otorgó a las mujeres el derecho al voto?

Llevó más de un siglo de luchas por parte de generaciones de activistas para lograr el sufragio a favor de todas las mujeres estadounidenses.

Publicado: marzo 3, 2025
Graphic collage of the Silent Sentinels protesting outside the White House and images of key suffragists
Library of Congress

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  • Después de décadas de largas luchas, el Congreso aprobó la Decimonovena Enmienda de la Constitución en 1919. La enmienda fue ratificada el 18 de agosto de 1920 y les otorgó a las mujeres el derecho al voto.
  • Las mujeres blancas se beneficiaron de su ratificación de inmediato. Pero millones de mujeres no blancas en gran parte del país tuvieron que esperar varias décadas más para obtener el derecho al voto.
  • Para las mujeres de comunidades latinas y asiático-americanas en particular, ejercer el derecho al voto continuó siendo difícil hasta la ampliación de 1975 de la Ley de Derecho al Voto.
  • Garantizar un ejercicio pleno e igualitario del derecho al voto para las comunidades no blancas sigue siendo una labor que continúa.

¿Qué es la 19.ª Enmienda?

La Decimonovena Enmienda de la Constitución de los EE. UU. dice: “El derecho al voto de las personas ciudadanas de los Estados Unidos no puede ser negado ni coartado por los Estados Unidos ni por cualquier estado por motivos de sexo”.

Esta enmienda, que les otorgó a las mujeres el derecho al voto, fue promulgada a comienzos de los años veinte, tras décadas de una larga lucha turbulenta para conquistar el derecho al voto.

¿Cuándo obtuvieron las mujeres el derecho al voto?

La 19.ª Enmienda convirtió en ley el sufragio femenino a nivel nacional, pero mucho antes de su ratificación, las mujeres solteras que poseían propiedades en Nueva Jersey ya podían votar entre 1776 y 1807, y así lo hicieron.

A partir de 1869, las mujeres en los territorios del oeste del país consiguieron el derecho al voto. Y en la década previa a la aprobación de la 19.ª Enmienda, 23 estados les habían concedido el derecho pleno o parcial de votar a las mujeres, gracias a una serie de campañas exitosas.

Pero la complicada historia del sufragio femenino fue un camino sinuoso, desde las primeras convenciones que catapultaron a la fama nacional a mujeres como Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony, hasta, finalmente, el hecho que significó la expansión del derecho al voto más importante en la historia de los Estados Unidos. Es imposible señalar un punto de inicio claro, aunque muchos identifican la Convención de Seneca Falls de 1848 como el nacimiento del movimiento.

Ya desde finales de los años 1830, la lucha por el sufragio femenino estaba profundamente relacionada con el movimiento por la abolición de la esclavitud. Muchas mujeres que se hicieron expertas en organizar y defender la causa abolicionista —como Sojourner Truth, Lucretia Mott, Ida B. Wells, y Sarah y Angelina Grimké— se abrieron paso hacia al movimiento por el sufragio femenino. Aun así, pasarían muchas décadas desde los primeros albores del movimiento por los derechos de la mujer para que las mujeres pudieran gozar del derecho pleno e igualitario de votar.

Y para muchas mujeres no blancas, la conquista de ese derecho tardaría aún más. Si bien la ratificación de la 19.ª Enmienda les permitió a las mujeres negras del norte y oeste del país votar y ocupar cargos gubernamentales por primera vez en la historia, en el sur millones de mujeres seguían excluidas del proceso, debido a las tácticas de discriminación racial vigentes durante la era Jim Crow.

¿Cuándo se adoptó la 19.ª Enmienda?

Más de 160 años después de que las mujeres emitieran sus primeros votos sobre suelo estadounidense, el Congreso aprobó la 19.ª Enmienda el 4 de junio de 1919. Pero no formó parte de la Constitución hasta que fue ratificada por la 36.ª legislatura estatal —la de Tennessee— el 18 de agosto de 1920.

¿La 19.ª Enmienda les concedió el derecho al voto a todas las mujeres?

Cuando la 19.ª Enmienda se convirtió en ley después de una intensa lucha activista, las mujeres blancas se beneficiaron de su ratificación de inmediato. Pero millones de mujeres no blancas en gran parte del país tuvieron que esperar varias décadas más para obtener el derecho al voto.

La 19.ª Enmienda no erradicó el racismo sistémico que se extendía por todo el sur, donde vivían la mayoría de las mujeres negras, y en otras regiones del país. Cincuenta años antes, se ratificó la 15.ª Enmienda, que prohibió a los estados negar el derecho al voto “por cuestiones de raza, color o condición previa de servidumbre”.

Pero, a pesar de esta garantía y con el permiso de la justicia, varios estados del sur promulgaron políticas de discriminación racial, como la aplicación de impuestos para votar, pruebas de alfabetización, cláusulas de abuelo y leyes de exclusión del derecho al voto por condenas de delitos mayores.

Estas restricciones excluyeron del proceso democrático a un grandísimo número de mujeres negras, hombres negros y otras personas votantes no blancas, hasta que surgió el movimiento por los derechos civiles a mediados del siglo veinte.

En muchas partes del país, la gran mayoría de las mujeres nativas americanas, asiático-americanas y latinas también quedaron excluidas de los comicios al momento de la aprobación de la 19.ª Enmienda, hasta que cada grupo individualmente consiguió su derecho al voto a lo largo de las décadas siguientes.

Las personas nativas, a quienes no se las consideraba ciudadanas de los EE. UU. en 1920, no gozaron de ninguno de los beneficios de la ratificación de la 15.ª Enmienda ni de la 19.ª Enmienda. Fue recién cuando se aprobó la Ley Snyder de 1924, que les concedió la ciudadanía a las personas nativas nacidas en los EE. UU., que los hombres y las mujeres nativas consiguieron un acceso parcial a las urnas.

Pero, al igual que a las personas negras, se les siguió impidiendo ejercer su derecho al voto durante varias décadas más, debido a tácticas de discriminación racial, como la afirmación de que vivir en una reserva indígena significaba que la persona no era residente del estado.

Las mujeres asiáticas también fueron excluidas del sufragio por leyes racistas como la Ley de Exclusión China (Chinese Exclusion Act), que impedía a las personas inmigrantes asiáticas convertirse en ciudadanas estadounidenses. Debieron pasar tres décadas después de la ratificación de la 19.ª Enmienda para que la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1952 les concediera a las personas inmigrantes asiáticas el derecho a naturalizarse y obtener la ciudadanía plena, lo cual les permitió participar en las elecciones.

Para las mujeres latinas, las elecciones “primarias blancas” del sur y las pruebas de alfabetización en inglés intencionalmente discriminatorias a lo largo de toda la región sur del país (conocida como el Cinturón del Sol) les impidió efectivamente tener acceso pleno a los comicios, incluso después de la aprobación de la 19.ª Enmienda.

Recién después de que se aprobara la Ley de Derecho al Voto de 1965 (Voting Rights Act), la promesa de la 19.ª Enmienda se convirtió en realidad para la mayoría de las mujeres no blancas. Esta ley histórica en materia de derechos civiles prohibió la discriminación racial en los comicios y dio paso al acceso igualitario del proceso democrático.

Sin embargo, aún se debían superar varios obstáculos más. Para las mujeres cuyo idioma principal no era el inglés, en especial en las comunidades latinas y asiático-americanas, ejercer el derecho al voto continuó siendo difícil hasta la ampliación de 1975 de la Ley de Derecho al Voto.

Ese año, se incorporó a la ley la Sección 203 que requería que todos los materiales electorales y de votación estuvieran “en el idioma del grupo minoritario correspondiente, además del inglés”.

Incluso hoy en día, se siguen imponiendo nuevas restricciones y obstáculos sobre la votación que perjudican muchísimo más a las comunidades no blancas y restringen, así, su plena participación política.
 

*La cronología del sufragio femenino en inglés aquí


 

Figuras clave del movimiento por el sufragio femenino

Susan B. Anthony fue pionera del movimiento por el sufragio femenino, primero mientras recorría el país con Elizabeth Cady Stanton para reunir apoyo a favor de la causa; luego cuando creó y presidió la Asociación Nacional para el Sufragio Femenino y, por último, cuando se convirtió en una de las principales fuerzas detrás de la organización.

Anthony nació en 1820 en el seno de una familia cuáquera y desde siempre creyó en la igualdad social. A mediados de los años 1840, Anthony abrazó el movimiento abolicionista, donde forjó amistades con otros reformadores como Frederick Douglass, William Lloyd Garrison y Stanton.

Durante la Era de la Reconstrucción, Anthony y Stanton recolectaron cientos de miles de firmas para una petición a favor de la 13.ª Enmienda para abolir la esclavitud. Anthony se concentró en el sufragio femenino luego de la Guerra Civil. En 1872, después de haber votado en las elecciones presidenciales en Nueva York, fue arrestada junto a otras 14 mujeres.

Ella fue la única enjuiciada, condenada y multada por votar ilegalmente. Después de su arresto, Anthony dio un discurso titulado “¿Es un delito votar?”, donde realizó una ferviente petición a favor del sufragio de las mujeres. Anthony dedicó 50 años de su vida al movimiento. Murió 14 años antes de que se ratificara la 19.ª Enmienda, comúnmente conocida como la Enmienda de Susan B. Anthony.

Lucy Burns, ferviente activista junto con su amiga Alice Paul, fue una de las fuerzas impulsoras del movimiento durante los comienzos del siglo XX. Al igual que Paul, Burns proponía tácticas más militantes para lograr el sufragio, y las dos fundaron el Partido Nacional de Mujeres después de abandonar la Asociación Nacional para el Sufragio Femenino.

Fue una de las organizadoras de las protestas diarias frente a la Casa Blanca que se hacían en demanda del sufragio femenino. Burns fue arrestada seis veces y pasó varios meses tras las rejas, incluida una estadía en la cárcel Occoquan Workhouse de Virginia, donde ella y otras mujeres fueron atacadas durante lo que se conoció como la Noche del Terror en noviembre de 1917.

Esa noche, a Burns la dejaron con las manos esposadas sobre la cabeza. Los subsiguientes informes de la prensa sobre este cruel castigo ayudaron a inclinar la opinión pública a favor de la causa de las sufragistas. Después de la ratificación de la 19.ª Enmienda, Burns se retiró de la vida pública hasta su muerte en 1966.

Carrie Chapman Catt fue parte de una segunda generación de sufragistas que continuaron la lucha después de Stanton y Anthony. Su participación en el movimiento comenzó a fines de 1880 en Iowa, antes de que su oratoria fervorosa y su habilidad astuta para movilizar a sufragistas locales de todo el país la propulsaran a la fama a nivel nacional.

En 1900, sucedió a Anthony como presidenta de la Asociación Nacional Estadounidense para el Sufragio Femenino. Durante su mandato, se centró en la coordinación de campañas específicas en los estados, además de la lucha por una enmienda a nivel federal.

Catt fue la arquitecta del “Plan Ganador”, una estrategia que unificó las diferentes partes del movimiento sufragista en un punto de inflexión crucial. Su estrategia tenía todas las características de una campaña del activismo moderno, “con un énfasis en la organización jerárquica, un método de lobby sofisticado y una operación de comunicación destinada a influir en la opinión pública”, puntualizaron Kowal y Codrington en su libro The People’s Constitution.

Discutía con sufragistas más jóvenes como Paul y Burns sobre las mejores estrategias para avanzar la causa y se opuso a sus tácticas más radicales, como la realización de protestas diarias frente a la Casa Blanca por meses durante la Primera Guerra Mundial.

Las maniobras detrás de escena de Catt fueron cruciales para ganar el apoyo del presidente Woodrow Wilson y finalmente aprobar la 19.ª Enmienda en el Congreso. Después de la aprobación de la enmienda por el sufragio femenino, Catt fundó la Liga de Mujeres Votantes para aumentar la participación de las mujeres en la política. Se desempeñó como presidenta honoraria de la organización hasta su muerte en 1947.

Frederick Douglass, considerado el padre del movimiento en defensa de los derechos civiles, también desempeñó un rol clave en el movimiento por el sufragio femenino. Famoso por su destreza como orador, periodista y activista social a favor de la causa abolicionista, Douglass comenzó a contribuir con el movimiento por los derechos de la mujer ya desde la Convención de Seneca Falls en 1848.

Durante esa reunión, Douglass defendió y firmó la Declaración de Sentimientos, el primer manifiesto del movimiento propuesto por Stanton, y dio un fervoroso discurso en favor del sufragio femenino.

Douglass creía que “el derecho no tiene sexo, la verdad no tiene color”, el lema de su periódico North Star. Siguió siendo un luchador activo en el movimiento por el sufragio femenino durante el siglo XIX y se autodeclaraba como “un hombre de derechos de la mujer”.

En 1866, Douglass, Stanton, Anthony y otras sufragistas fundaron la Asociación Estadounidense por la Igualdad de Derechos con el objetivo de darle prominencia al tema del sufragio universal, aunque fue de corta duración.

Luego, Douglass se separó de Stanton y Anthony durante la lucha por la 15.ª Enmienda, porque creía que los hombres negros tenían que obtener el derecho al voto, aun cuando eso significara que iban a conseguirlo antes que las mujeres. Murió en 1895, poco más de veinte años antes de que la 19.ª Enmienda se consagrara en la Constitución.

Wilhelmina Kekelaokalaninui Widemann Dowsett, nativa hawaiana, fue una formidable figura dentro del movimiento sufragista de principios de siglo. En 1912, Dowsett ayudó a organizar la Asociación Nacional para el Sufragio Igualitario de las Mujeres de Hawái, el primer grupo en defensa del sufragio femenino en Hawái, cuando todavía era un territorio estadounidense.

Tomando como modelo a la Asociación Nacional Estadounidense para el Sufragio Femenino, este grupo hawaiano movilizó a activistas y partidarias locales para demandar el derecho al voto.

Dowsett invitó a sufragistas reconocidas como Catt para que vinieran a hablarle al grupo. Gracias, en parte, a los esfuerzos de las sufragistas nativas hawaianas, el presidente Wilson firmó un proyecto de ley mediante el cual se le permitía a Hawái decidir el tema del sufragio por su cuenta.

Dowsett organizó una manifestación de sufragistas nativas hawaianas y blancas frente al edificio del capitolio del territorio para demandarles a sus legisladores que les concedieran el derecho a votar.

En 1919, una medida que aprobaba el sufragio femenino se aprobó en el Senado de Hawái, pero quedó trabado en la Cámara de Representantes. Dowsett murió en 1929, casi diez años después de la ratificación de la 19.ª Enmienda, pero mucho antes de que las mujeres hawaianas gozaran del pleno derecho al voto cuando en 1959 Hawái se convirtió en el 50.° estado de la Unión.

Frances Ellen Watkins Harper, poeta, profesora y activista, fue una importante voz del movimiento por los derechos civiles y el sufragio femenino, lo cual pone de manifiesto la intersección entre la raza y el derecho al voto.

En 1866, después de una distinguida carrera como profesora, dio un discurso titulado “Estamos todos ligados” durante la Convención Nacional de los Derechos de la Mujer en Nueva York. Su discurso exhortó a las sufragistas a ampliar sus campañas por la igualdad de derechos para incluir también a las mujeres negras y reconocer la doble carga que ellas enfrentan por al racismo y el machismo.

La convención se tradujo en la creación de la Asociación Estadounidense por la Igualdad de Derechos que unificó la lucha por el sufragio de las mujeres blancas y negras. El grupo luego se fracturó con la ratificación de la 15.ª Enmienda, y Harper, junto a Douglass y otros, se convirtieron en los miembros fundadores de la Asociación Estadounidense por el Sufragio Femenino.

En la convención de 1873 en Nueva York, que realizó esta organización, Harper demandó la igualdad de derechos para las mujeres negras y en su discurso de cierre afirmó: “Como las mujeres blancas necesitan el sufragio, las mujeres de color lo necesitan más”.

En 1896, ayudó a organizar la Asociación Nacional de Mujeres de Color, donde se desempeñó como su vicepresidenta. Harper murió a los 85 años de edad, nueve años antes de que la 19.ª Enmienda se convirtiera en ley.

Mabel Ping-Hua Lee, inmigrante china y activista por los derechos de la mujer, llegó a la fama a los 16 años cuando ayudó a liderar, a caballo, un desfile masivo por el sufragio femenino en la ciudad de Nueva York. Ocho años más tarde, la aprobación de la 19.ª Enmienda les otorgaba el derecho al voto a las mujeres de todo el país, pero muchas mujeres no blancas, como Lee, aún no podían votar debido a numerosas leyes de discriminación racial.

A las personas inmigrantes chinas se les prohibía obtener la ciudadanía según la Ley de Exclusión China y, por lo tanto, tampoco podían votar.

Aunque a ella se le negaba el derecho a votar, Lee dedicó toda su vida a la lucha por la igualdad de derechos para las mujeres, movilizó a la comunidad china y ayudó a muchas otras mujeres a conquistar el acceso al voto. Llevó más de dos décadas después de la ratificación de la 19.ª Enmienda para que se anulara la Ley de Exclusión China en 1943 y para que Lee pudiera solicitar la ciudadanía y ejercer su derecho al voto.

Pero no se sabe si alguna vez obtuvo la ciudadanía estadounidense y ejerció el sufragio. Murió un año después de la aprobación de la Ley de Derecho al Voto de 1965.

Alice Paul es una figura crucial en el movimiento por los derechos de las mujeres durante el período previo a la aprobación de la 19.ª Enmienda. Cuando surgieron varios conflictos personales y distintas versiones del movimiento tras la Procesión por el Sufragio Femenino de 1913, Paul dejó la Asociación Nacional Estadounidense para el Sufragio Femenino y fundó el Partido Nacional de Mujeres junto a Lucy Burns.

Paul se dio a conocer por haber organizado las Centinelas Silenciosas, miles de manifestantes no violentas que piquetearon frente a las puertas de la Casa Blanca durante 18 meses entre 1917 y 1919 para demandar el sufragio femenino, a pesar de recibir intensas críticas y resistencia.

Paul fue arrestada durante las protestas en 1917 y sentenciada a siete meses en prisión, donde hizo una huelga de hambre. El cruel tratamiento que recibieron Paul y otras mujeres dentro de la cárcel generó mucha solidaridad con la causa en todo el país.

Debido, en parte, a la presión pública que produjo la campaña de Paul, el presidente Wilson anunció públicamente su apoyo a la enmienda constitucional por el sufragio femenino durante su discurso del estado de la Unión de 1918.

Después de la ratificación de la 19.ª Enmienda, Paul se centró en la elaboración y defensa de la Enmienda para la Igualdad de Derechos a fin de consagrar en la Constitución diferentes protecciones legales contra la discriminación sexista. Esta enmienda fue presentada por primera vez en el Congreso en 1923. Paul murió en 1977.

Jeannette Rankin, granjera de Montana convertida en sufragista, fue la primera mujer electa en el Congreso. Participó en el movimiento sufragista mientras asistía a la Universidad de Washington. Luego, ayudó a organizar el Partido para el Sufragio Femenino de Nueva York y comenzó a hacer lobby con la Asociación Nacional Estadounidense para el Sufragio Femenino.

En 1914, su estado de origen, Montana, les concedió a las mujeres el derecho al voto, mucho antes de que lo hiciera la mayor parte del país. Cuatro años antes de la ratificación de la 19.ª Enmienda, Rankin se convirtió en la primera mujer en la historia de nuestro país en ganar un escaño en la Cámara de Representantes de los EE. UU.

Ocupó el cargo durante un solo mandato, porque su voto contra la participación de los EE. UU. en la Primera Guerra Mundial le costó la reelección. En 1940, regresó a la Cámara de Representantes y ocupó el cargo junto a otras seis representantes mujeres. Siempre se mantuvo fiel a sus firmes creencias pacifistas y fue la única congresista en votar contra la declaración de guerra sobre Japón después del ataque de Pearl Harbor.

En el recinto de la Cámara de Representantes, afirmó: “Como mujer, no puedo ir a la guerra y me niego a enviar a cualquier otra persona”. Su controvertido voto acabó efectivamente con su carrera política. Murió en 1973.

Elizabeth Cady Stanton comenzó a participar en la lucha por el derecho al voto femenino después de que ella y Lucretia Mott fueron excluidas de la Convención Mundial Antiesclavitud de Londres en 1840.

Las dos, luego, organizaron la histórica convención sobre los derechos de las mujeres en Seneca Falls en 1848, donde Stanton presentó la Declaración de Sentimientos para la firma de las personas asistentes, un documento radical que demandaba importantes cambios para empoderar a la mujer tanto en la sociedad como frente a la ley.

Hacia 1851, Stanton conoció a Anthony, y las dos colaboraron para la redacción de sus discursos mientras recorrían el país juntas en defensa del sufragio. Para cuando irrumpió la Guerra Civil, Stanton era considerada una de las principales defensoras de los derechos de las mujeres. Pero, al igual que muchas otras sufragistas, Stanton priorizaba la aprobación de la 13.ª Enmienda para abolir la esclavitud en ese momento y ponía de lado los derechos de las mujeres.

Cuando surgió el debate sobre la 15.ª Enmienda, que ampliaba el derecho de voto a los hombres negros libres, una división fracturó el movimiento del sufragio femenino.

Stanton, junto a otras sufragistas, creían que la enmienda debía incluir el derecho al voto de las mujeres, no solo de los hombres negros. El movimiento siguió fracturado hasta que se reunificó en 1890 bajo el nombre de la Asociación Nacional Estadounidense para el Sufragio Femenino. Stanton murió casi veinte años antes de que las mujeres finalmente consigan el derecho al voto en todo el país.

Lucy Stone ascendió a la fama dentro del movimiento por los derechos de las mujeres al mismo tiempo que Stanton y Anthony. La lucha por la igualdad librada por Stone, como abolicionista y sufragista, se extendía hasta al seno de su matrimonio: escribió sus votos matrimoniales basándose en sus ideales igualitarios y estableció un precedente al no cambiar su apellido al de su esposo y mantener el de ella.

Stone fue la primera mujer de Massachusetts en obtener un título universitario, cuando se graduó del Oberlin College en 1847. También organizó la primera Convención Nacional sobre los Derechos de las Mujeres en Worcester, Massachusetts, en 1850, dos años después de la Convención de Seneca Falls.

Hacia fines de los años 1860, surgieron fisuras en el movimiento de los derechos de la mujer con respecto a la aprobación de la 15.ª Enmienda. Stone defendía la idea de ampliar el derecho al voto para incluir a los hombres negros antes que a las mujeres, y eso la distanció de Stanton y Anthony.

Luego, creó la Asociación Estadounidense para el Sufragio Femenino junto a Julia Ward Howe, Frances Ellen Watkins Harper y otras mujeres. Si bien Stone pudo ver reunificadas las dos asociaciones en defensa del sufragio femenino hacia 1890, murió menos de 3 años después.

Mary Church Terrell fue una de las reformistas líderes que trabajaron en la intersección entre los derechos civiles y los derechos de la mujer. Después de graduarse del Oberlin College, Terrell dedicó gran parte de su vida a combatir la discriminación racial como una de las personas fundadoras de la Asociación Nacional de Mujeres de Color, que presidió durante sus primeros años, y luego se convirtió en uno de los miembros fundadores y originales de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés).

Defendió los derechos de las mujeres negras con la esperanza de mejorar las vidas de todas las personas negras estadounidenses y participó en las protestas realizadas frente a la Casa Blanca en 1917 en defensa del sufragio femenino. Después de la aprobación de la 19.ª Enmienda, Turnell se centró en el movimiento más amplio de defensa de los derechos civiles hasta su muerte en 1954.

Sojourner Truth, conocida por su famoso discurso “¿No soy yo una mujer?” durante la Convención sobre los Derechos de la Mujer de Ohio en 1851, es una de las figuras más influyentes del movimiento por los derechos civiles y los derechos de las mujeres del siglo diecinueve.

Nacida en la esclavitud con el nombre de Isabella Bomfree en Nueva York, consiguió su libertad ya pasados sus veinte años. Se cambió el nombre a Sojourner Truth después de convertirse al cristianismo cuando tenía unos cuarenta años.

Truth, abolicionista y predicadora, se pasó la vida viajando por el país y dando discursos fervorosos e influyentes en los que condenaba los males de la esclavitud y luchaba por la igualdad racial y de género. Como nunca en su vida aprendió a leer ni a escribir, dictó su autobiografía, conocida con el título de The Narrative of Sojourner Truth, a su colega abolicionista Olive Gilbert.

En 1864, Truth fue invitada a la Casa Blanca para reunirse con el presidente Abraham Lincoln y se convirtió, de esta manera, en una de las pocas mujeres negras con ese privilegio por ese entonces.

También fue la primera mujer negra en ganar un juicio en los Estados Unidos, tras disputar la venta de su hijo de cinco años por parte de un dueño de esclavos de Nueva York a otro esclavista de Alabama ante el tribunal del condado de Ulster.

Truth argumentó que la venta violaba la ley de emancipación de Nueva York y logró recuperar a su hijo en 1828. Murió casi 40 años antes de la ratificación de la 19.ª Enmienda.

Ida B. Wells, ícono de los derechos civiles, fue una prominente periodista que escribió en varios periódicos negros y se convirtió en una de las líderes más valientes del movimiento por el sufragio femenino, defendiendo los derechos de las mujeres negras, aun cuando no era muy bien visto por las sufragistas blancas.

Fue una de las fundadoras de la Asociación Nacional de Mujeres de Color en 1896 y de la NAACP en 1909. Dentro del movimiento del sufragio femenino, Wells se hizo famosa por desafiar las demandas de mantener segregada la Procesión por el Sufragio Femenino de 1913 en Washington, DC.

En lugar de marchar al final de la procesión, como se le había ordenado, se sumó a sus colegas sufragistas de la delegación de Illinois, que eran todas blancas, mientras marchaban por Pennsylvania Avenue.

Ese mismo año, también fundó el Club Sufragista Alpha, el primer grupo activista para sufragistas negras en Illinois. Wells murió en 1931, poco más de diez años después de la ratificación de la 19.ª Enmienda. 

Leyes contra la discriminación sexista

Después de obtener el derecho al voto, las activistas que defendían los derechos de la mujer se dedicaron a otras conquistas cruciales. Algunas sufragistas como Alice Paul enseguida comenzaron a luchar por la Enmienda para la Igualdad de Derechos (ERA), que iba a consagrar en la Constitución una serie de amplias protecciones contra la discriminación sexista.

Si bien esta enmienda fue aprobada por el Congreso en 1972, no logró conseguir el apoyo necesario de las 38 legislaturas estatales para ratificar la medida antes del plazo de 1982.

Otras activistas intentaron métodos más graduales y lucharon por la aprobación de leyes específicas para proteger y ampliar los derechos de las mujeres en los distintos ámbitos de la vida, como el acceso a la educación, la igualdad de salarios y vivienda, y la independencia económica, cambios que ayudaron a marcar el inicio de una era nueva y más igualitaria para las mujeres.

  • Ley de Igualdad Salarial de 1963 (Equal Pay Act): Prohíbe la discriminación por cuestiones de sexo en el pago de salarios por el mismo trabajo. La Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo es la encargada de hacer cumplir la Ley de Igualdad Salarial, entre otras leyes que prohíben la discriminación por cuestiones de sexo en el trabajo.

En 2023, el banco de inversiones Goldman Sachs acordó pagar la histórica suma de $215 millones para resolver un juicio en torno a la Ley de Igualdad Salarial que había durado décadas y que alegaba una discriminación sistemática por cuestiones de sexo en el pago de salarios y promociones contra casi 3,000 empleadas.

  • Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964: Prohíbe la discriminación laboral contra empleados y solicitantes de empleo por motivos de raza, color, religión, sexo y nacionalidad. Estas protecciones se aplican a las distintas etapas laborales, como la contratación, el despido, la compensación y las promociones.

El Título VII creó la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo de los EE. UU., que hace cumplir las leyes federales contra la discriminación laboral. Uno de los primeros casos históricos presentados bajo el Título VII disputó con éxito una política que tenían las aerolíneas de despedir a las azafatas después de casarse, ya que el tribunal a cargo declaró que esta era una forma de discriminación sexista ilegítima. Casos como este ayudaron a establecer las bases para una mayor participación de las mujeres en la fuerza laboral.

  • Ley de Vivienda Justa de 1968 (Fair Housing Act): Prohíbe la discriminación por motivos de raza, color, religión, sexo, nacionalidad, condición familiar y discapacidad durante la venta, alquiler o financiamiento de viviendas.

La Ley de Vivienda Justa se aprobó después de varios intentos fallidos en el Congreso. Recién tras el asesinato de Martin Luther King Jr. en abril de 1968, que generó una renovada urgencia para reforzar la Ley de Derechos Civiles de 1964, se promulgó esta medida como parte de la ampliada Ley de Derechos Civiles de 1968.

Luego, ese mismo año, la Corte Suprema declaró que la 13.ª Enmienda que abolió la esclavitud le otorgaba al Congreso la facultad de prohibir la discriminación racial privada en el ámbito de la vivienda. La decisión preparó el terreno para la implementación de varias protecciones federales contra la discriminación en la vivienda, tal como la Ley de Vivienda Justa.

  • Título IX de las Enmiendas de Educación de 1972: Prohíbe la discriminación sexista en programas o actividades educativas de cualquier institución pública o privada que recibe asistencia financiera federal, como universidades e instituciones terciarias. La ley, quizá más famosa por regular los deportes universitarios, exige que los programas atléticos ofrezcan igualdad de condiciones en cuanto a la participación y otorgamiento de becas y otros beneficios para mujeres y hombres.

También protege al cuerpo de estudiantes contra actos de violencia o conductas sexuales inapropiadas y orienta a las instituciones para que puedan responder a estos incidentes y alegaciones.

Uno de los juicios más conocidos presentados bajo el Título IX disputó la decisión de la Universidad Brown de eliminar el financiamiento que otorgaba a sus equipos universitarios de gimnasia y vóleibol femeninos.

Los programas femeninos fueron restablecidos, y esta decisión judicial de 1995 estableció las bases para determinar cómo las universidades pueden crear y mantener la igualdad de oportunidades en la participación del atletismo interuniversitario.

  • Ley de Igualdad de Oportunidades de Crédito de 1974 (Equal Credit Opportunity Act): Prohíbe a las entidades de crédito discriminar contra solicitantes de préstamos, tarjetas de crédito u otras formas de crédito por cuestiones de raza, color, religión, nacionalidad, sexo, estado civil, edad y si reciben o no asistencia del gobierno, entre otras características protegidas.

Presionado por activistas a favor de los derechos de las mujeres, el Congreso aprobó esta ley para darles a las mujeres una mayor independencia económica. Sin embargo, algunos grupos creyeron que esta ley no combatía adecuadamente la discriminación crediticia cuando fue aprobada y criticaron la falta de mecanismos de aplicación.

  • Ley de Discriminación por Embarazo de 1978 (Pregnancy Discrimination Act): Prohíbe la discriminación por embarazo o nacimiento en las decisiones laborales relacionadas con la contratación, despido, suspensión, salarios, asignaciones, promociones, capacitaciones y otros beneficios.

La decisión del Tribunal de Apelaciones del Quinto Circuito de 2013 amplió las protecciones de la Ley de Discriminación por Embarazo e incluyó la lactancia.

  • Sección 1557 de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio de 2010 (Affordable Care Act, ACA): Prohíbe que los programas de salud que reciben asistencia económica federal discrimen por motivos de raza, color, nacionalidad, sexo, edad o discapacidad.

Entre las protecciones de no discriminación para estos grupos, la Sección 1557 obliga a los proveedores cubiertos a tomar medidas razonables para darles a las personas con poco dominio del inglés el acceso a la asistencia en otros idiomas y realizar ajustes para personas con discapacidad.

Sin embargo, la implementación de esta ley ha variado muchísimo según la administración presidencial de turno, y continúan los debates y litigios sobre su alcance, por ejemplo, si brinda protecciones de no discriminación para la identidad de género, embarazo u orientación sexual.

Legislación a favor del voto

A pesar de la promesa del sufragio femenino conquistado en 1920, muchos estados continuaron restringiendo la capacidad de muchas minorías votantes de ejercer su derecho. Fue recién cuando el Congreso aprobó la Ley de Derecho al Voto de 1965 que aumentó la participación de las mujeres no blancas y de las personas votantes no blancas en general.

Esta legislación, que prohibió la supresión del voto motivada por cuestiones raciales, marcó un importante hito hacia una mayor igualdad en la participación en las elecciones. En la década de los 70, se efectuaron otras mejoras a la ley que exigieron proporcionar materiales electorales en otros idiomas además del inglés.

Pero esta expansión de la democracia siguió enfrentándose a una importante resistencia. En 2013, la Corte Suprema desmanteló ciertas disposiciones clave de la Ley de Derecho al Voto y, así, abrió la puerta a una nueva oleada de leyes electorales restrictivas en los estados.

El resultado debilitó gravemente las protecciones federales del derecho al voto y causó efectos perjudiciales sobre grupos históricamente excluidos de la participación democrática. Garantizar un ejercicio pleno e igualitario del derecho al voto para las comunidades no blancas sigue siendo una labor que continúa.

  • La Ley de Derecho al Voto de 1965: Es una de las leyes de derechos civiles más exitosas en la historia de nuestra nación. Prohíbe la discriminación racial en las elecciones.

El impacto de la Ley de Derecho al Voto se sintió de inmediato: hacia finales de 1965, se habían registrado un cuarto de millón de votantes negros nuevos.

Entre sus disposiciones más importantes se destacaba la Sección 5, el requisito de que las jurisdicciones con una historia de discriminación racial en las urnas debían obtener la aprobación previa del gobierno federal antes de realizar cualquier cambio en sus prácticas o procedimientos de votación.

Esta legislación fue reautorizada y fortalecida en 1970, 1975 y 1982. Fue aprobada por otros 25 años más en 2006. La decisión de la Corte Suprema en la causa Shelby County v. Holder de 2013 debilitó la Ley de Derecho al Voto al eliminar efectivamente el requisito de la aprobación previa de la Sección 5.

  • Ley de Libertad para Votar: Es una legislación federal que establecería los estándares nacionales para ampliar y proteger el acceso al voto, prevendría la interferencia partidista en la administración de las elecciones, prohibiría la manipulación partidista extrema de los distritos electorales y fortalecería las salvaguardas de la financiación de campañas políticas.

La Ley de Libertad para Votar casi fue aprobada por el Congreso en 2022, pero no logró cumplir con el requisito de obtener el apoyo de la supermayoría por tan solo dos votos.

  • Ley para Promover el Derecho al Voto de John R. Lewis: Es una legislación nacional, titulada en honor a un ícono de los derechos civiles, que modernizaría y fortalecería las protecciones de la Ley de Derecho al Voto contra la discriminación racial en las urnas.

Este proyecto de ley reestablecería la fórmula de sujeción para el requisito de la aprobación previa, después de que la Corte Suprema anuló la fórmula anterior con su decisión en el caso Shelby County de 2013.

Este proyecto de ley —al igual que su legislación complementaria, la Ley de Libertad para Votar— fue presentada en el Congreso en 2021, pero no llegó a los 60 votos requeridos de la supermayoría para ser aprobado en el Senado a comienzos de 2022.

Traducción de Ana Lis Salotti.