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Explicativo

Sonia Sotomayor y otros “primeros” que hicieron historia en la Corte Suprema

Desde la primera magistrada latina hasta los primeros magistrados con servicio militar, los presidentes históricamente le han otorgado diversidad a la Corte.

  • Dave Roos
Publicado: Julio 28, 2023
Graphic of Supreme Court justices, scales of justice
credit: Library of Congress/pixhook/Getty

Los primeros seis magistrados de la Corte Suprema

La Constitución organizó el poder judicial federal y lo dividió en una “corte suprema” y la cantidad de “cortes inferiores” que el Congreso decida crear, pero, en términos generales, es increíblemente escueto en detalles. Los fundadores de la Constitución brindaron muy pocos detalles sobre las facultades y las responsabilidades de la Corte Suprema.

La Ley del Poder Judicial de 1789 (JudiciaryAct)llenó algunos de los vacíos y creó las bases para lo que se convertiría luego en el sistema judicial moderno de los Estados Unidos. Firmada por George Washington, esta ley estableció una Corte Suprema de seis miembros —compuesta por un presidente y cinco magistrados asociados— y, además,instauró el cargo de fiscal general de la nación.

Como el primer presidente del país, Washington nombró a más magistrados de la Corte Suprema que cualquier otro presidente de los Estados Unidos, ya que, durante su presidencia, seleccionó a un total de ocho magistrados asociados y tres presidentes de la Corte (uno de los cuales no fue confirmado por el Senado). Algunos de sus primeros seis magistrados fueron aliados políticos y otros, figuras públicas destacadas cuya reputación ayudaría a consolidar la naciente legitimidad de la Corte.

  • John Jay(presidente de la Corte). Aliado cercano a Washington y federalista vehemente, Jay ayudó a negociar el Tratado de París que puso fin a la Guerra Revolucionaria con Gran Bretaña; luego, se desempeñó como secretario de relaciones exteriores según los Artículos de la Confederación. Mientras ejercía su cargo de presidente de la Corte Suprema, Jay también se presentó como candidato a gobernador del estado de Nueva York (dos veces) y negoció el criticado “Tratado de Jay” con Gran Bretaña. Cuando fue elegido gobernador en 1795, Jay renunció a su cargo en la Corte.
  • John Blair Jr.  Blair se destacó por su fama de jurista imparcial y talentoso mientras trabajaba en el Tribunal de Apelaciones de Virginia, donde creó el principio de la “revisión judicial”, que se refiere a la autoridad que tienen los tribunales de invalidar cualquier acción del poder legislativo o del poder ejecutivo que viole la Constitución. En los casi seis años que ocupó el estrado de la Corte Suprema, Blair atendió tan solo 13 casos y renunció en 1796 por motivos de salud. 
  • William Cushing. Cushing fue, por mucho, el jurista más experimentado de los primeros seis magistrados que nombró Washington: comenzó su cargo a los 57 años y había ejercido como juez en Massachusetts desde los 28. Era hombre de pocas palabras —su opinión más breve durante su mandato en la Corte Suprema fue de apenas dos oraciones—, pero fue también el magistrado que más tiempo se desempeñó en la Corte de los primeros seis. Washington incluso lo nombró presidente de la Corte para que sucediera a Jay, pero Cushing renunció al cargo tan solo una semana después, por motivos de salud. Permaneció en la Corte como magistrado asociado hasta su muerte en 1810.
  • Robert Hanson Harrison. Otro aliado cercano a Washington al haber sido su ayudante de campo y secretario militar durante la Revolución, Harrison, en realidad, nunca se desempeñó como magistrado de la Corte Suprema. Estaba demasiado enfermo como para aceptar su nombramiento y murió a los pocos meses de la primera sesión de la Corte en 1790. Al final, Washington nombró a James Iredell, jurista de Carolina del Norte y líder federalista, para reemplazar a Harrison.
  • John Rutledge. Figura respetada de Carolina del Sur, Rutledge no pudo asistir a las primeras sesiones de la Corte Suprema debido a sus problemas de salud y solo examinó unos pocos casos en el circuito sur antes de renunciar en 1791. Cuando John Jay se retiró, Washington le concedió a Rutledge su solicitud de asumir la presidencia interina de la Corte. Pero, al retomar las sesiones luego del período de receso del Congreso, el Senado rechazó su nombramiento permanente casi seis meses después, citando un discurso trastornado que había dado Rutledge en contra del Tratado de Jay, en el que había hecho la infame declaración de que preferiría que Washington muriera a que firmara el tratado. Rutledge se alteró tanto por la noticia que intentó suicidarse tirándose a las aguas de la bahía de Charleston, pero dos hombres esclavos lo salvaron. Sin embargo, su carrera política no sobrevivió al incidente.
  • James Wilson. Wilson recibe la doble distinción de ser el único magistrado de la Corte Suprema que firmó tanto la Declaración de la Independencia como la Constitución de los Estados Unidos. Miembro influyente en la Convención Constitucional —ayudó a crear el Colegio Electoral y el Acuerdo de las Tres Quintas Partes—, Wilson terminó arruinado debido a problemas financieros. Fue encarcelado dos veces mientras ocupaba su cargo en la magistratura por no pagar deudas de bienes raíces.

Los primeros seis miembros de la Corte fueron confirmados por el Senado a los dos días de su nominación: un logro que sería casi imposible hoy en día, dadas la polarización y la carga política del proceso de confirmación de magistrados, que se han convertido en la norma durante las últimas décadas. 

La Corte Suprema iba a celebrar su primera sesión el día 1 de febrero de 1790 en el edificio Royal Exchange de la ciudad de Nueva York, que era la capital de la nación en ese entonces. La sesión se postergó debido a demoras de viajes y, al final, solo cuatro de los seis magistrados pudieron asistir. Fue un comienzo poco propicio para el tribunal supremo de los Estados Unidos.

El primer presidente de la Corte Suprema

George Washington tenía muchas buenas razones para nombrar a John Jay como el primer presidente de la Corte Suprema. Con tan solo 33 años de edad, Jay se desempeñó como presidente del Congreso Continental, el puesto civil más alto durante la Guerra Revolucionaria, y luego negoció el Tratado de París de 1783 junto con Benjamin Franklin y John Adams. Jay redactó cinco de los ensayos federalistas conocidos como los FederalistPapers, en colaboración con Alexander Hamilton y James Madison. Por si esto fuera poco, Jay era también un antiguo aliado político y amigo de Washington. 

Cuando Jay fue juramentado como el primer presidente dela Corte Suprema en 1789, se tomó el cargo seriamente y tenía la esperanza de que el sistema judicial estadounidense pudiera demostrar la legitimidad de la joven nación. Pero, en la práctica, Jay se aburría con su cargo en la Corte y se entretenía con sus campañas políticas y sus deberes diplomáticos.

Washington seleccionó a Jay para apaciguar la relación mordaz que se tenía con Gran Bretaña, pero el acuerdo que propuso, conocido como el “Tratado de Jay”, terminó siendo tan criticado que Jay bromeó diciendo que podría encontrar el camino a lo largo del país siguiendo la luz de su efigie en llamas.

Jay renunció a su cargo en la Corte Suprema en 1795 para asumir como gobernador de Nueva York. Luego, rechazó la invitación de John Adams de volver a ocupar la presidencia de la Corte en 1800 diciendo que la Corte no tenía suficiente “energía, peso ni dignidad”. 

Las primeras magistradas mujeres de la Corte Suprema

El Senado confirmó por unanimidad a Sandra Day O’Connorcomo la primera magistrada mujer de la Corte Suprema en 1981, a casi dos siglos de la creación de la Corte. Su nombramiento cumplió con la promesa de campaña que había hecho Ronald Reagan de nominar a la primera magistrada mujer. 

Oriunda de Texas, O’Connor se graduó de la secundaria a los 16 años y asistió tanto a la universidad como a la facultad de derecho en la Universidad de Stanford. Se graduó (un año antes) con la tercera calificación más alta de su clase, dos puestos por debajo de su futuro colega de la Corte Suprema William Rehnquist.

Debido a las prácticas de contratación laboral machistasque existían en la década de 1950, a O’Connor le ofrecieron un solo puesto de trabajo en una firma de abogados en California, como secretaria. Sin desanimarse, finalmente convenció al fiscal del condado de San Mateo de que la contratara como vicefiscal e incluso se ofreció a trabajar gratis después de que la fiscalía le dijera que no tenía el presupuesto para contratar a más vicefiscales.

Luego de instalarse en Arizona, O’Connor comenzó a trabajar como fiscal adjunta dela fiscalía general, más tarde cumplió dos mandatos como senadora estatal de Arizona, hasta que llegó a ser la líder de la mayoría republicana y, así, se convirtió en la primera mujer en liderar una mayoría en cualquiera de las legislaturas estatales del país. Luego, volvióa sus raíces judiciales y fue elegida jueza de la Corte Superior del condado de Maricopa. Más tarde, fue nombrada jueza en el Tribunal de Apelaciones de Arizona. Después de recibir la nominaciónde Reagan, las audiencias del Senado sobre su confirmación para el cargo en la Corte Suprema, fueron las primeras de la historia en ser televisadas.

Durante sus 25 años en el estrado de la Corte Suprema,O’Connor se ganó la reputación de tener un “voto pendular” moderado en una Corte políticamente dividida. Redactó más de 600 opiniones judiciales —casi la mitad,opiniones de la mayoría— que abordaron todo tipo de temas, desde la discriminación de género hasta la libertad de expresión y el derecho al voto. O’Connor se jubiló en 2006 para cuidar de su marido, que tenía Alzheimer. 

Durante 12 años, O’Connor compartió el estrado con la segunda magistrada mujer de la Corte Suprema, Ruth Bader Ginsburg, que fue nombrada por el presidente Bill Clinton en 1993.

Una de las tan solo nueve mujeres de su clase en la Facultad de Derecho de Harvard, Ginsburg se desempeñó como editora de la revista Harvard Law Review, ayudó a su esposo mientras se recuperaba de cáncer y se graduó con la mejor calificación de su clase después de transferirse a la Facultad de Derecho de Columbia.

Al igual que a O’Connor, a Ginsburg también le negaron puestos de trabajo en las firmas de abogados más destacadas, y ella sospechaba que los motivos de esos rechazos tenían que ver con que era mujer, judía y madre de una niña pequeña.Hasta el magistrado de la Corte Suprema Felix Frankfurter le negó un puesto de secretaria judicial, diciendo que no iba a contratar a una mujer.

Entonces, Ginsburg comenzó a enseñar derecho en las universidades de Rutgers y Columbia y, luego, fundó el Proyecto de los Derechos de la Mujer de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) en 1972. Allí presentó una serie de causas judiciales históricas sobre discriminación de género ante la Corte Suprema. Su primer cargo en un estrado judicial fue en 1980, cuando Jimmy Carter la nombró jueza del Tribunal Federal de Apelaciones para el circuito del distrito de Columbia.

Durante 27 años y hasta su muerte en 2020, Ginsburg fue una voz liberal fuerte en la Corte Suprema y no faltó ni siquiera un día aun alegato oral de la Corte, incluso mientras recibía quimioterapia para tratar un cáncer de páncreas. Después de su muerte, fue elogiada por unanimidad por todos sus colegas de la Corte —más allá de sus profundas diferencias ideológicas—como una incansable protectora de los derechos de la mujer y una tenaz defensora de la justicia. 

Los primeros magistrados de raza negra de la Corte Suprema

Thurgood Marshall, prominente abogado de derechos civiles, fue nombrado por el presidente Lyndon Johnson en 1967 y se convirtió así en el primer magistrado de raza negra de la Corte Suprema de la nación.

Marshall, nacido en 1908, creció en Baltimore, ciudad con una fuerte segregación racial. Por ser un estudiante bullicioso, en la secundaria, lo hacían sentarse de castigo a leer la Constitución de los Estados Unidos, que terminó memorizando para cuando se graduó. Marshall asistió a la Universidad de Lincoln, una institución universitaria históricamente negra de Pensilvania y luego le negaron la admisión en la Facultad de Derecho de la Universidad de Maryland por cuestiones de raza.

En la Facultad de Derecho de la Universidad de Howard, donde Marshall se graduó con la calificación más alta de su clase, recibió la mentoría del decano de la universidad, Charles Houston, que le enseñó que la mejor forma de acabar con la discriminación racial era mediante la Constitución. Juntos, Marshall y Houston se incorporaron al equipo jurídico de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP). En una de las primeras causas judiciales de Marshall, alegaron que la política de admisión racista de la Facultad de Derecho de la Universidad de Maryland era inconstitucional y ganaron el caso.

En 1940, después de que Houston volvió a ejercer la abogacía en firmas privadas, Marshall creó el Fondo de Defensa Jurídica (Legal Defense Fund) de la NAACP y comenzó a desarmar metódicamente la base jurídica de la doctrina “separados pero iguales”, que promovía la segregación racial en el sur del país. Marshall presentó y ganó una serie de causas históricas ante la Corte Suprema, pero ninguna tan transcendental como la causa Brown v. Board of Education en 1954, que logró acabar con la segregación legalizada en las escuelas públicas.

Marshall llevó su compromiso con los derechos civiles y la justicia social cuando asumió su cargo en la Corte Suprema y abogó en repetidas ocasiones para ponerle fin a la pena capital y ampliar programas como los de acción afirmativa. Se retiró en 1991 y fue sucedido por el segundo magistrado de raza negra de la Corte, Clarence Thomas.

Thomas, al igual que Marshall, creció en el sur de la nación, caracterizado por su segregación racial. Originalmente, tenía el plan de convertirse en cura católico, pero abandonó el seminario para comenzar sus estudios de derecho. Fue aceptado en la Facultad de Derecho de Yale en 1971 como uno de los primeros estudiantes de raza negra en beneficiarse de los programas de acción afirmativa. El maltrato que recibió de sus compañeros blancos, que insinuaban que lo habían aceptado en la facultad solo por su raza, impulsó la fuerte oposición a la acción afirmativa que Thomas iba a sentir toda la vida.

Durante la presidencia de Reagan, Thomas fue nombrado secretario asistente de derechos civiles en el Departamento de Educación y luego director de la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo del país. En 1990, el presidente George H.W. Bush lo nombró juez del Tribunal Federal de Apelaciones para el circuito del distrito de Columbia.

Cuando Marshall anunció su retiro, Thomas tenía 43 años de edad y había ejercido como juez durante apenas un año. Las audiencias de la confirmación de Thomas fueron unas de las más controvertidas de la historia, debido a las acusaciones de acoso sexual que le había hecho una exempleada, Anita Hill. Al final, fue confirmado con 52votos a favor y 48 en contra.

Como magistrado en la Corte Suprema, Thomas se hizo famoso por su costumbre de casi nunca hacer preguntas durante los alegatos orales —pasó 10 años enteros sin emitir palabra desde el estrado, aunque ahora desempeña un papel más activo durante los alegatos orales—, y su interpretación firmemente conservadora de la Constitución lo convierten en un miembro clave en el bloque de voto conservador de la Corte.

En los últimos años, Thomas ha quedado bajo el escrutinio público debido a varios escándalos éticos, por ejemplo, por las alegaciones de haber aceptado regalos y viajes de lujo de megadonantes republicanos y de que su esposa, Ginni Thomas, hubiera participado en el intento de anular los resultados de las elecciones presidenciales de 2020.

La primera magistrada de raza negra de la Corte Suprema

En 2022, la Corte Suprema logró cumplir otro hito cuando Ketanji Brown Jackson se convirtió en la primera mujer de raza negra en ocupar un cargo en el tribunal supremo de la nación. Fue nombrada por el presidente Joe Biden luego del retiro del magistrado Stephen Breyer.

Hija de maestros y administradores de escuelas públicas en Miami, Florida, Jackson se enamoró del derecho sentada al lado de su padre, mientras él estudiaba para los exámenes de la facultad de derecho. Después de graduarse de la Universidad de Harvard-Radcliffe y luego de la Facultad de Derecho de Harvard, Jackson fue contratada para ejercer una serie de puestos de secretaría de alto perfil, por ejemplo, para el magistrado Breyer en la Corte Suprema en 1999.

Entre algunos puestos en firmas jurídicas privadas y dos cargos en la Comisión Federal de Sentencias —un organismo independiente que proporción a las directrices de sentencia para los tribunales federales—, Jackson trabajó como defensora pública federal en Washington, DC, donde representó a clientes que no podían costear los honorarios de un abogado. Es la primera exdefensora pública federal en ocupar un cargo en la Corte Suprema.

En 2012, el presidente Obama la nombró jueza del Tribunal Federal para el distrito de Columbia. Luego, en 2021, el presidente Biden la nombró jueza del Tribunal Federal de Apelaciones para el circuito del distrito de Columbia.

El primer magistrado hispano de la Corte Suprema

Se trata de una mujer, la magistrada Sonia Sotomayor, que se convirtió en la primera persona hispana en llegar al estrado de la Corte Suprema en 2009, cuando fue nombrada por el presidente Barack Obama. Es también la tercera mujer magistrada de la historia de la Corte Suprema.

Nacida en el Bronx, Nueva York, de padres puertorriqueños, Sotomayor le adjudica su interés por el derecho a un episodio de la serie televisiva Perry Mason. Después de graduarse de la Universidad de Princeton y luego de la Facultad de Derecho de Yale, Sotomayor, con apenas 25 años, comenzó a trabajar como fiscal adjunta del distrito en Manhattan, enjuiciando todo tipo de casos, desde un robo menor hasta el delito organizado. Después de ocupar brevemente un puesto en una firma de abogados, fue nombrada jueza en el Tribunal Federal para el distrito sur de Nueva York en 1991 y terminó “salvando al béisbol” cuando puso fin a la huelga más larga de la historia deportiva. 

Su próxima parada fue el Tribunal Federal de Apelaciones para el Segundo Circuito, donde ocupó su cargo durante diez años, examinó más de 3,000 casos y se hizo famosa por los interrogatorios rigurosos e intensos que le hacía a la fiscalía. Cuando el magistrado David Souter anunció su retiro en 2009, Sotomayor fue nominada como su sucesora.

En la magistratura, Sotomayor ha votado con la mayoría en causas judiciales históricas que defendieron la Ley de Cuidado de Salud Asequible (Affordable Care Act) y legalizaron el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país. Ha expresado su desacuerdo, en ocasiones, con vehemencia, en decisiones que han restringido la acción afirmativa y anulado el derecho al aborto. 

Los primeros magistrados judíos de la Corte Suprema

En 1916, el presidente Woodrow Wilson nominó a Louis Brandeis, abogado de Boston conocido como el “abogado del pueblo”, como el primer magistrado judío de la Corte Suprema. Algunos congresistas lo tildaron de radical por su postura antiempresarial, y la oposición a su nominación —que tenía raíces antisemitas— dio origen a las primeras audiencias públicas del Comité Judicial del Senado para confirmar la nominación de un magistrado dela Corte Suprema.

Hijo de inmigrantes judíos oriundos de Praga, Brandeis nació y creció en Louisville, Kentucky. Desde que ingresó a la Facultad de Derecho de Harvard con tan solo 18 años, recibió las calificaciones más altas de la historia de la facultad. Como abogado en Boston, Brandeis defendió los derechos de los trabajadores, combatió la corrupción y abogó por los derechos y las libertades de todas las personas. 

Creó un nuevo tipo de argumento judicial conocido como el “escrito de Brandeis, o Brandeis Brief”, que se basa en las ciencias sociales y otro tipo de pruebas especializadas. En un artículo muy citado de 1890 publicado en la revista Harvard LawReview, Brandeis argumentó que hay un “derecho a la privacidad” no escrito pero implícito en el derecho estadounidense.

Durante sus 23 años en la Corte Suprema, Brandeis usó la Constitución para proteger los derechos individuales, incluida la libertad de expresión. “Las personas que ganaron nuestra independencia”, escribió en una opinión judicial de 1927, “creían que la libertad de pensar lo que se quiera y de decir lo que se piensa son los medios indispensables para el descubrimiento y la divulgación de la verdad política”. 

Brandeis compartió el estrado con el segundo magistrado judío de la Corte Suprema, Benjamin Cardozo, que ocupó su cargo durante seis años hasta su muerte en 1938 a los 68 años de edad. 

Cardozo provenía de una familia prominente de Nueva York, y su padre también era juez. Trágicamente, había perdido a su madre, padre y una de sus hermanas para la época en que ingresó a la Universidad de Columbia con tan solo 15 años. Si bien asistió a la Facultad de Derecho de Columbia, nunca terminó sus estudios y los abandonó un año antes de graduarse para empezar a trabajar en la firma jurídica de su hermano mayor. Ganó la reputación de ser el “abogado de los abogados”, famoso por su conocimiento enciclopédico del derecho, y rápidamente llegó a convertirse en juez del Tribunal de Apelaciones del estado de Nueva York. 

Gracias a su renombre como un respetado estudioso jurídico y juez, el presidente republicano Herbert Hoover nominó a Cardozo, de tendencia liberal, para la Corte Suprema. Durante su breve mandato en la Corte, desempeñó un papel fundamental a la hora de defender la legislación del New Deal de Franklin D. Roosevelt.

El primer magistrado católico de la Corte Suprema

El primer magistrado católico de la Corte Suprema, Roger Taney, se desempeñó como presidente de la Corte de 1836 a 1864 y presidió la decisión más notoria de la Corte Suprema en toda la historia de los Estados Unidos, el caso Dred Scott v. Sanford, que le negó la ciudadanía a toda persona estadounidense de raza negra y amenazó con propagar la esclavitud en los estados libres no esclavistas.

Taney provenía de una familia de propietarios de plantaciones de tabaco de Maryland que tenía esclavos, pero, cuando Taney era un joven abogado, emancipó a las personas esclavas que había heredado e incluso describió a la esclavitud como “una mancha en nuestro carácter nacional”. Pero sus opiniones cambiaron con el paso de las décadas, a medida que ganaba prominencia en la legislatura de Maryland y se acercaba políticamente al candidato presidencial populista Andrew Jackson.

Luego de las elecciones de Jackson, Taney se desempeñó como su fiscal general y secretario del tesoro, y lideró los ataques de Jackson contra el banco nacional. En 1835, Jackson nominó a Taney para la Corte Suprema, pero el Senado no lo confirmó (el primer rechazo de la historia) debido a la persistente oposición a sus políticas financieras. Al cabo de menos de un año, falleció el presidente de la Corte Suprema, el magistrado John Marshall, y Jackson nominó a Taney de nuevo, esta vez con la aprobación del Senado. 

Taney se incorporó a una Corte dominada por magistrados a favor de la esclavitud —cinco de los nueve magistrados provenían de familias que tenían esclavos—, y su decisión en el caso Dred Scott le dio un golpe devastador a toda la población estadounidense de raza negra, tanto libre como esclava. 

Taney escribió que las personas negras, en realidad, no fueron “creadas iguales” y que, por lo tanto, no eran ciudadanos que podían acudir a la justicia para proteger sus derechos. Además, este dictamen anuló el Acuerdo de Missouri y sostuvo que el Congreso no tenía autoridad para abolir la esclavitud en los territorios federales, incluso en los estados libres. Esta fue la segunda vez en la historia de los Estados Unidos en que la Corte Suprema dictó que una ley federal era inconstitucional. 

El tumulto que generó la decisión de Dred Scott ayudó a propulsar a Abraham Lincoln a la Casa Blanca. Taney murió en 1864, mientras el país peleaba una Guerra Civil que él mismo había incitado.

El primer magistrado de origen extranjero de la Corte Suprema

El primer magistrado de la Corte Suprema que nació fuera de los Estados Unidos fue James Wilson, uno de los primeros seis nombrados por George Washington. Nació en Escocia, asistió a tres universidades en ese país, pero nunca obtuvo un título universitario. A los 24 años, abandonó el plan de hacerse ministro de la iglesia presbiteriana y emigró a los Estados Unidos para hacer su fortuna, trayendo consigo varias cartas de presentación que le permitieron conseguir un puesto como tutor y, luego, como profesor en la Universidad de Filadelfia (ahora conocida como la Universidad de Pensilvania). A los pocos meses, solicitó a la universidad un título honorario de maestría en las artes.

Wilson echó raíces que lo arraigarían a Pensilvania para toda la vida: allí ejerció la abogacía y llegó a tener una práctica privada lucrativa como abogado. Cuando fue elegido representante de Pensilvania en el Congreso Continental, esperó a contar con el apoyo de su electorado antes de votar a favor de la independencia de su antiguo país de origen.

Sin embargo, es extremadamente infrecuente encontrar magistrados que provengan de un país extranjero: hasta la fecha, solo seis integrantes en la historia de la Corte Suprema nacieron fuera de los Estados Unidos. El último fue Felix Frankfurter, oriundo de Viena, Austria, quien también fue el tercer magistrado judío de la Corte. Frankfurtery sus cinco hermanos crecieron en una vivienda pública atiborrada de gente en el Lower East Side de la ciudad de Nueva York. Luego, se graduó de la Facultad de Derecho de Harvard con la mejor calificación de su clase. 

A Frankfurter se lo conoce por su trabajo como profesor de derecho en Harvard y por sus discursos y escritos sobre causas progresistas. En 1920, ayudó a crear la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y fue uno de los editores fundadores de la revista New Republic. Cuando los magistrados de la Corte Suprema necesitaban un secretario judicial nuevo, acudían a Frankfurter para que les recomendara a alguien. 

Pero fue la relación que tenía Frankfurter con el presidente Franklin D. Roosevelt lo que le dio un giro al resto de su carrera profesional. Férreo defensor del cambio social a través de la legislación, Frankfurter fue un estrecho colaborador de Roosevelt en sus programas del New Deal. Cuando Benjamin Cardozo murió en 1938, Roosevelt nominó a Frankfurter para la Corte Suprema, donde se hizo famoso por su tenaz defensa a favor de la moderación judicial.

Los primeros magistrados de la Corte Suprema con servicio militar

Los veteranos militares están bien representados en la magistratura de la Corte Suprema, ya que aproximadamente un tercio de los 116 magistrados y magistradas de la historia de la Corte Suprema han servido en las fuerzas armadas. John Jay, el primer presidente de la Corte, formó parte de la Milicia de Nueva York durante la Guerra Revolucionaria, aunque no como combatiente, y otro presidente de la Corte, John Marshall, fue capitán del Ejército Continental. Pero quizá el veterano más famoso de la Corte Suprema fue Oliver Wendell Holmes.

Holmes se encontraba en su último año de la Universidad de Harvard cuando estalló la Guerra Civil. Este joven de 20 años procedente de Massachusetts estaba tan ansioso por participar en la guerra que se alistó al Ejército de la Unión antes de rendir sus exámenes finales. En la Batalla de Ball’s Bluff, Holmes recibió un disparo en el pecho, pero se recuperó y, en menos de un año, se reincorporó al 20.° Regimiento de Infantería de Massachusetts. En Antietam, la batalla más sangrienta de la Guerra Civil en un solo día, Holmes fue herido nuevamente.

Muchos años después, Holmes dio dos discursos famosos del Día de los Caídos (Memorial Day), donde habló sobre la experiencia formativa y traumática que había vivido como soldado de la Guerra Civil. Quizá resulte lógico que una de sus decisiones más famosas como magistrado de la Corte Suprema haya sido la que protegió la Ley de Espionaje (Espionage Act), confirmó la condena de dos socialistas que repartieron panfletos para criticar el servicio militar obligatorio durante la Primera Guerra Mundial y sostuvo que la Primera Enmienda no protege la libertad de expresión si esta plantea “un peligro claro y presente”.

En 1965, los nueve magistrados de la Corte Suprema eran veteranos militares. En 2023, Samuel Alito es el único magistrado con experiencia militar.

El primer magistrado de la Corte Suprema sin experiencia en la judicatura

No es extraño que un presidente nomine a alguien sin experiencia previa como juez para ocupar la magistratura de la Corte Suprema. Si bien todos los magistrados en la historia de la Corte han tenido algún tipo de experiencia y formación jurídica, para 2023, al menos 40 integrantes de la Corte nunca se desempeñaron como jueces antes de llegar al tribunal supremo de la nación. Lo mismo ocurre con los presidentes de la Corte: menos de la mitad había tenido experiencia en la judicatura antes de asumir su cargo. 

Entre los primeros magistrados sin experiencia como jueces se encuentra John Marshall, conocido como el “el Gran Presidente la Corte”. Antes de ser nombrado por John Adams en 1801 para presidir la Corte, Marshall se había desempeñado en la legislatura del estado de Virginia, luego como enviado diplomático de Adam en Francia y, por último, como secretario de estado.

A pesar de su falta de experiencia en la judicatura, Marshall llegó a convertirse en lo que se puede considerar como el magistrado más influyente de la historia de la Corte Suprema, tras haber establecido con firmeza al poder judicial como un poder igual y semejante a los otros dos poderes de gobierno. 

El magistrado más joven de la Corte Suprema

La Constitución no especifica una edad mínima para llegar al estradode la Corte Suprema, pero la mayoría de los magistrados fueron nombrados cuando tenían unos cincuenta años. El magistrado más joven en la historia de la Corte fue Joseph Story, que ingresó a la magistratura con tan solo 32 años en 1812.

Después de ejercer la abogacía durante algunos años, Story fue elegido para la legislatura de Massachusetts a los 26 años y luego para la Cámara de Representantes de los Estados Unidos a los 29 años. El presidente James Madison nombró a Story para la Corte Supremapor compartir su afiliación política al federalismo. Story se desempeñó como magistrado en la Corte durante 33 años, uno de los mandatos más largos de la historia de la Corte. 

Además de sus decisiones como magistrado, dejó una huella perdurable en el sistema judicial de los Estados Unidos, ya que redactó 11 volúmenes de comentarios sobre las ramas del derecho estadounidense, que hoy en día se siguen consultando ampliamente.

Los primeros magistrados de la Corte Suprema con alguna discapacidad

La magistratura de la Corte Suprema es un cargo de por vida, aunque los magistrados y las magistradas tienen la libertad de jubilarse por diversos motivos, incluso por problemas de salud. En los primeros años de vida de la Corte Suprema, numerosos magistrados de edad avanzada permanecieron en su cargo mucho después de que su salud y sus capacidades mentales se hubieran deteriorado, porque dependían del salario que recibían.

Henry Baldwin, que fue nombrado por el presidente Andrew Jackson en 1830, luchó con problemas de salud mental y hasta fue hospitalizado por “locura incurable” en 1833. Aun así, permaneció en el estrado de la Corte Suprema hasta su muerte en 1844. Mientras se desempeñaba como magistrado, Robert C. Grier sufrió una serie de accidentes cerebrovasculares en 1867, que lo dejaron parcialmente paralizado. Él también permaneció en el estrado tres años más. 

Resulta interesante señalar que la primera persona nombrada para la Corte Suprema con una discapacidad protegida legalmente podría ser Sonia Sotomayor, que recibió el diagnóstico de diabetes de tipo 1 cuando tenía ocho años.

Los primeros magistrados que renunciaron o se retiraron de la Corte Suprema

John Rutledge, uno de los primeros seis magistrados nombrados para la Corte Suprema por George Washington, fue también el primero en renunciar a su cargo en 1791 por motivos de enfermedad.

Thomas Johnson, otro de los primeros magistrados seleccionados por Washington, renunció luego de tan solo dos años,diciendoque el requisito de recorrer el país como juez itinerante y atender las causas de los tribunales de circuito era “excesivamente agotador”. En 1793, envió una carta de renuncia a Washington en la que decía: “No puedo resolver pasar seis meses al año de los pocos que me quedan lejos de mi familia, en carreteras, principalmente en tabernas y, a menudo, en situaciones donde los deseos más moderados son defraudados”. 

John Jay fue el primer presidente en la historia de la Corte Suprema y también el primer presidente en abandonar su puesto. Jay presentó su renuncia en 1795, dos meses después de haber sido elegido gobernador de Nueva York.

Los primeros magistrados de la Corte Suprema que murieron mientras ejercían su cargo

Si bien los magistrados de la Corte Suprema tienen un mandatode por vida, menos de la mitad de todos los magistrados de la historia han muerto mientras ejercían su cargo, y esto se ha vuelto relativamente más infrecuente en la era moderna, cuando la mayoría decide retirarse. Sin embargo, durante los primeros cien años de la Corte, la mayoría de los magistrados sí ejercieron su cargo hasta el último suspiro.

James Wilson fue un miembro distinguido del Congreso Continental y también de la Convención Constitucional antes de ser nombrado por George Washington como uno de los primeros seis magistrados de la Corte Suprema. Pero, al poco tiempo de haber aceptado su nuevo cargo, cambió su fortuna. Wilson se metió en la especulación de bienes raíces y terminó contrayendo una deuda agobiante.

Durante el último año de su vida, Wilson no asistió a las sesiones de la Corte Suprema porque estaba huyendo activamente de sus acreedores, a quienes debía cientos de miles de dólares. En 1789 y con tan solo 55 años, murió de malaria —esta enfermedad afectaba a muchas personas en los Estados Unidos en los siglos dieciocho y diecinueve, incluso al mismísimo George Washington—,y se convirtió así en el primer magistrado en morir mientras ocupaba su cargo. 

El segundo magistrado en morir en ejercicio de sus funciones fue James Iredell, que emigró de Inglaterra a Carolina del Norte a los 17 años de edad para convertirse en uno de los abogados, jueces y federalistas más prominentes de la colonia y de su estado. Iredell tenía tan solo 38 años cuando Washington lo nombró magistrado para reemplazar a Robert Hanson Harrison, que estaba demasiado enfermo como para asumir su cargo en la primera Corte Suprema.

Iredell ocupó la magistratura de la Corte durante nueve años y se lo conoce por dos opiniones disidentes importantes; una de ellas, donde solo él disintió, fue en el caso Chisholm v. Georgia y estableció las bases para lo que luego sería la Decimoprimera Enmienda, que prohíbe a los estados demandarse mutuamente. La salud de Iredell se deterioró debido a los viajes que debía hacer como magistrado itinerante para atender los tribunales de circuito y murió en 1799 a los 48 años.

En los últimos años, el magistrado Antonin Scalia y la magistrada Ruth Bader Ginsburg murieron en 2016 y 2020, respectivamente, mientras ejercían sus cargos, y, como consecuencia, surgieron conflictos partidistas intensos en el Senado para la confirmación de sus sucesores. 

Dave Rooses periodista y creador de podcasts, y vive en Boise, Idaho.

Traducción de Ana Lis Salotti.