Introducción
La seguridad pública siempre se ha considerado terreno casi exclusivo de las fuerzas policiales. Y no es de sorprender, porque la policía es la encargada de llevar a cabo tareas complicadas y a veces peligrosas, como la de acudir a una escena del crimen activa y responder a llamadas del 911 para cumplir un deber que se vuelve mucho más impredecible por la prevalencia de la violencia con armas de fuego que hay en los Estados Unidos. Pero durante décadas, la policía también era, por defecto, la primera en acudir ante situaciones que no estaban relacionadas directamente con la seguridad pública, desde quejas por ruido hasta llamadas relacionadas con problemas de adicción y pobreza.
Sin embargo, hoy en día, se cuestiona cada vez más la respuesta de las fuerzas policiales ante ciertas situaciones —en particular en crisis de salud mental y del comportamiento e infracciones menores de tránsito— y sus consecuencias que son muy distintas según de qué grupo racial se trate. Algunas muertes de hombres negros a manos de la policía, de gran repercusión mediática, tales como la de Daniel Prude en medio de una crisis de salud mental, han hecho que muchas personas del público cuestionaran por qué estos casos no se tratan primero como una emergencia médica y no, una policial. Así mismo, algunos tiroteos letales por parte de la policía tras una parada de tránsito cotidiana —como el caso de Walter Scott, que al principio lo pararon por conducir con una luz trasera rota— han puesto en tela de juicio la amplia facultad que tiene la policía para utilizar la fuerza.
Estos casos, agravados por la muerte de George Floyd en 2020 y otros incidentes de fuerza letal, han echado leña al fuego en el debate público y cuestionado si la policía es realmente la autoridad mejor preparada para resolver cuestiones que no afectan la seguridad pública.
Para mitigar el riesgo de ocasionar daños en estas circunstancias, muchas municipalidades han encargado a equipos no policiales y sin armas de fuego para que respondan ante situaciones sociales y médicas no violentas, tales como una crisis de salud mental, o han restringido la facultad discrecional y el deber de la policía ante infracciones de tránsito. Este análisis describe cuáles de las 50 jurisdicciones con las fuerzas policiales más grandes de los Estados Unidos (aquí llamadas “las 50 jurisdicciones más grandes”) promulgaron este tipo de reformas policiales entre enero de 2020 y julio de 2022.